viernes, noviembre 09, 2012

Las dimensiones de la existencia humana

Autor: Ramón Felipe Tecólt González
Publicado: en lado B, 08 de noviembre de 2012

      Por ser libre, el obrar humano posee un destino constitutivo: es cambiante, circunstancial y concreto. Lo que se hace se puede hacer o tal vez, hacerlo de otro modo. Las circunstancias no determinan el actuar, se pueden asumir de forma distinta. Por esta y muchas otras razones, la vida del ser humano es insegura y un tanto dramática. La forma de obrar puede lograr para bien o para mal a un individuo, se revierten transformándolo en un hombre o mujer de bien o de mal.
     La singularidad es otra característica del obrar de la existencia humana. Se construye a sí mismo en base a sus decisiones, poco a poco, de tal modo que en cada decisión (por ende un acto) se compromete íntegramente orientándola por un camino.
     Una acción humana no es la elección de una realidad que ya existe. Las acciones hay que inventarlas. No son tangibles. Tampoco las leyes naturales pueden funcionar como un instructivo, porque la ley natural, no es un código abstracto y general, ni el individuo una máquina con comportamientos cíclicos y medibles.
     En el acto humano se pueden distinguir tres universos: objeto, fin y circunstancias. El objeto es la conducta concreta elegida por el individuo. El fin o intención es el propósito perseguido con dicha conducta; y, finalmente, las circunstancias son elementos ajenos al individuo que pueden o no modificar los dos anteriores.
     La existencia humana es un misterio y dada su complejidad no puede agotarse con la luz de la razón. Para el chino, el hombre es el centro del gobierno, de la religión y del ente, el hombre es amor. Para el hindú, es un andariego de tres caminos: conocimiento, devoción y acción. Para el griego, el hombre es parte del cosmos, donde el alma es la esencia y el cuerpo la cárcel. Para el renacimiento, es el centro del universo. Para la modernidad es la primacía del sujeto pensante, objetivo. En el pensamiento contemporáneo surgen varias tendencias: el materialismo, el evolucionismo, el existencialismo, el personalismo y la fenomenología.
     El materialismo considera al hombre como materia pero organizada de acuerdo a las leyes naturales. El evolucionismo explica al hombre por adaptación o selección natural. El existencialismo lo considera como un ser contradictorio mientras que el personalismo como libre, responsable, irrepetible e histórico. Finalmente, en la fenomenología el hombre se abre al mundo en cuanto a su espiritualidad.
     Pascal decía que “el hombre es una mezcla de ángel y de bestia, racional e irracional, materia y espíritu, libertad y esclavitud, ser y no ser”. La complejidad del ser humano refiere a que éste está conformado en múltiples dimensiones pero vividas en la unidad de su ser. A través del tiempo, la filosofía ha tratado de definir al hombre y ha descubierto que no es tan sencillo.
     El ser humano para hacerse tiene que atender de manera integral a dichas dimensiones permitiéndole un desarrollo armónico de su ser.
     El objetivo de buscar una respuesta globalizante sobre el hombre, su existencia y su obrar trae consigo una serie de interrogantes que muchas disciplinas han intentado responder. No basta que la pregunta sea por el origen físico del hombre, sino que va más allá, en el origen metafísico, su fundamento, la razón de su existencia.
     La relación del hombre con el mundo es primordial en su existencia. Por ella toma conciencia del otro yo y lo lleva a tomar conciencia de yo para distinguir lo que no es yo; con ello comprueba que viene de este mundo material y que le da sentido.
     Ser en el mundo es un ser que expresa su actitud traduciéndola en actitud frente al mundo y las cosas frente a su cuerpo. Capta el yo en relación con el mundo, lo que aparece frente a sus ojos porque no son él y esa relación significa que el hombre se refiere al otro y que está sometido a leyes que rigen a los seres. Todas llegan al hombre a través de los sentidos por medio de la percepción.
     El hombre está abierto al mundo, actúa libremente en el llamado espacio vital, no en el sentido de lugar sino de trascendencia más allá de su entorno.
     Ser situado equivale a tener una relación de presencia ante el mundo como sujeto que expresa convirtiendo a los objetos en lo llamado naturaleza humanizada o cultura objetiva, y esta es la tarea del hombre en el mundo: humanizar.

 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gustaría tener información acerca del autor ya que me interesa hacer una reseña académica y utilizar este articulo como idea principal.Gracias