viernes, noviembre 09, 2012

Aldonza

Autor: Rocío Barragán de la Parra
Publicado: La Primera de Puebla, 6 de noviembre de 2012

     Disfruta las pequeñas cosas de la vida, un día te darás cuenta de que eran las más grandes”… Frase que desde hace días me tiene cavilando sobre la situación que enfrenta Aldonza Urcid Robredo,
una hermosa jovencita de 14 años que ha cumplido ya 53 días hospitalizada debido a una sorpresiva e inesperada complicación de salud que la mantiene en una situación delicada y con un
diagnóstico médico reservado.
    Como toda chica de su edad, Aldonza es entusiasta, alegre, inquieta y curiosa destacada por su dedicación al estudio y su prodigioso talento como bailarina de ballet -disciplina que ama y comparte con varias de sus compañeras, incluidas mis dos hijas, a la par de las cuales he tenido la fortuna de verla crecer, conocerla, quererla y valorarla -.
     En la comunidad a la que Aldonza pertenece es reconocida pero sobre todo muy querida, de manera que la situación por la que hoy pasa esta pequeña y su familia no es fácil de comprender y
asimilar; ¿cómo enfrentar un cambio doloroso y repentino en nuestra cotidianidad?, ¿cómo estar preparados ante una situación que implica gravedad y emergencia en todos los sentidos?, ¿desde dónde explicar o comprender lo que parece inexplicable e incomprensible?
     Todo lo acontecido nos ofrece una gran oportunidad para
reflexionar ¿en qué invertimos nuestro tiempo, nuestro esfuerzo,
nuestros afectos?, ¿qué impulsa nuestras intenciones?; ¿para qué
hacemos lo qué hacemos?, ¿qué nos mueve a realizar cada una de
nuestras acciones y decisiones?.
     Hoy la tecnología acorta distancias e integra movimientos con
diversas causas, así se creó en la red social un grupo de apoyo
llamado POR ALDONZA, éste cuenta con más de 1,800 miembros
que en mayor o menor medida interaccionan y se unen con
oraciones, intenciones, donativos, relaciones, y/o participando
en diferentes actividades como rifas entre amigos, funciones de
ballet, eventos musicales, tómbolas y una serie de acciones en
favor de esta pequeña; iniciativas emprendidas por amigos y
familiares deseosos de contribuir y ayudar de algún modo con el
impacto que esta situación implica; lo que además de necesario
es loable y encomiable, sin embargo hoy quiero reflexionar sobre
otro escenario que esta situación también nos brinda.
     Me parece que uno de los mayores aprendizajes ha sido, y es,
ver la organización espontánea y voluntaria de sus compañeros;
su buena voluntad, su genuina solidaridad, su enorme fortaleza,
la grandeza de su cariño, su inagotable esperanza por tener
pronto de regreso a Aldonza.
     Otra de las grandes experiencias ha sido en torno al valor de la
familia; cómo concebimos y vivimos nuestro seno familiar;
¿fincamos a partir en él valores y actitudes que nos fortalecen
como sociedad?, ¿enseñamos a nuestros hijos el valor de la
familia?, ¿hacemos comunidad en torno a ello?, ¿privilegiamos la
cotidianidad, el compartir los alimentos, el beso de las buenas
noches, el abrazo del nuevo día?, ¿cómo posibilitamos la
comunicación al interior de nuestro hogar?, ¿cómo contribuimos
a que nuestros hijos tengan el ambiente propicio para ello?, ¿con
qué acciones fortalecemos aquello que les pedimos a nuestros
hijos que hagan o expresen?, ¿cómo cuidamos su salud
emocional, física?, ¿qué valores fundamentan las intenciones de
nuestro día a día?.
     Otra gran lección se encuentra en la oportunidad de promover
sobre lo material e inmediato, la espiritualidad y la trascendencia
en nuestras vidas. En sentido amplio, la Provincia Mexicana de la
Compañía de Jesús (
www.sjmex.org) la define como “aquello que
lleva a la familia a canalizar sus más profundas energías… aquello
que mueve a orientar nuestros esfuerzos para dar más de
nosotros mismos y trascender… ver como el propósito más
importante de la vida es aprender a dejarse llevar por el
Espíritu… ser cada vez más y mejores seres humanos”; lección
que durante 53 días Aldonza nos ha enseñado al posibilitar en
cada una de las acciones realizadas en su nombre, no el interés
propio de quienes la ejercen, sino el anhelo de algo más
profundo y valioso: su bienestar.
     La esperanza y el anhelo de ver a Aldonza recuperada nos ha
hecho salir de lo cotidiano, vincularnos y encaminar nuestros
pasos, acciones y aspiraciones en favor de esta pequeña; no
dejemos que esta renovación de la conciencia se adormezca,
sigamos acompañando a su familia y honremos la causa de este
movimiento aceptando con valor lo complejo de la vida,
decidiendo con la cabeza nuestras acciones y con el corazón
nuestra vinculación con los demás.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Todos queremos a Aldonza y esperemos que este en un lugar mejor

Unknown dijo...

Rocío en este momento leo lo que escribiste sobre mi hija. Wowww!!! Gracias gracias mil por esta reflexión que espero sirva a quien lo haya leido. Una lección de vida impresionante.

Un beso