martes, diciembre 04, 2012

Retroalimentar y no sólo aprobar


Autora: Laura Angélica Bárcenas Pozos
Publicado: e-consulta, 28 de noviembre de 2012
 
     La calificación, la evaluación y la retroalimentación son tres actividades significativas y necesarias de llevar a cabo como parte del proceso de enseñar y aprender. Sin embargo, y si se revisan cada uno de los niveles educativos, se podrá observar que todos los profesores califican, algunos evalúan y muy pocos retroalimentan. Pero, ¿cuál es la diferencia de estas tres acciones?
      Calificar es la más simple, se refiere a la asignación de un valor, utilizando una escala socialmente acordada para indicar que un alumno ha alcanzado los objetivos, los ha alcanzado medianamente, o bien no los ha alcanzado. Esta acción está, o es mejor decir que debiera estar, íntimamente ligada a la evaluación. Se puede decir que debe ser el resultado del proceso de la evaluación y por lo tanto es la simple acción de colocar la nota en los documentos correspondientes. Claro que a través de la calificación se certifica socialmente el avance de los estudiantes.
     Evaluar es una cosa mucho más compleja, es más, es la más compleja de las tres acciones que en este escrito estamos revisando. Y se refiere a todo el proceso de seguir, observar, acompañar, aplicar instrumentos y herramientas que permitan recolectar datos sobre el desempeño de los alumnos, para obtener evidencias sobre si los alumnos han o están en proceso de alcanzar los objetivos. Es decir, en esta acción los profesores están comparando los desempeños de los alumnos con los objetivos planteados, a través de parámetros establecidos. En este caso el docente es el único que sabe cuáles son las diferencias entre desempeños y objetivos.
      Retroalimentar se refiere a que el profesor comunique a cada uno de sus alumnos, pero también a un grupo, si es el caso, la diferencia encontrada en la evaluación entre objetivos y desempeños. Se trata de hacer consciente a los estudiantes, sobre lo que han avanzado y lo que queda por avanzar con respecto a los objetivos, pero no sólo eso, sino que deben ayudarles a establecer metas para seguir avanzando. Entonces, como el lector ya habrá deducido, esta acción también está ligada a la evaluación y también es resultado de la misma.
     Entre más altos son los niveles educativos, el diálogo debe ser directamente con los alumnos y mientras más pequeños son estos, debe ser con los padres. Los expertos sobre este tema, aconsejan que ésta se de no sólo al término del proceso de aprendizaje, sino durante éste, pues de llevarse a cabo así, los alumnos más atrasados reorientarán sus metas, o al menos sabrán qué cosas deben mejorar para alcanzar los objetivos y es un buen medio para disminuir la reprobación, permitiendo que los estudiantes alcancen las metas de los cursos.
     También se recomienda que al hacer la retroalimentación los profesores hagan observaciones sobre los productos, así como de las debilidades de éstos, y no de los estudiantes, con la intención de no afectar su autoestima, pues si se hace referencia a la evidencia utilizada para la evaluación, el profesor le referirá al alumno qué debe trabajar para mejorar, y no sobre qué le falta desarrollar al alumno. Junto a las observaciones que se hagan sobre el producto, se le debe decir al alumno, qué puede hacer para mejorar el producto y de paso señalar cuáles de sus habilidades o destrezas debe trabajar para cumplir con la tarea.
     Los expertos en retroalimentación señalan que cuando un docente hace este quehacer, debe iniciarla señalando los aspectos en los que el alumno ya ha alcanzado la meta, para motivarlo a continuar superándose, por ejemplo, "al revisar tu ensayo pude percibir que tu estilo de redacción invita al lector a entusiasmarse por el tema y es muy coherente, sin embargo la argumentación que se muestra en el ensayo es un poco débil, yo creo que si lees a fulano y a zutano, podrás tener más elementos para hacer más sólida esa argumentación".
      Claro está que si el docente hace una sola revisión de este producto, será tarde para hacerle notar a los estudiantes sus deficiencias, sobre todo, si estos están aprendiendo a desarrollar ensayos, tendría que haber al menos una revisión previa, para asegurar que la mayoría alcanzará la meta. Hay algunos autores que señalan que esta retroalimentación debe hacerse cara a cara, de manera fraterna y amable, señalando que cuando se lleva a cabo de este modo, los resultados que se obtienen son muy significativos, sin embargo otros dicen que se puede completar con notas al margen para que el estudiante no olvide qué cosas le fueron señaladas.
     Así que si en este país pretendemos ir eliminando la reprobación, los docentes tendríamos que practicar la retroalimentación para favorecer que más alumnos se hicieran conscientes de cuáles son los factores que deben trabajar y cómo ir alcanzando las metas del proceso de aprendizaje y no sólo asentarles una nota aprobatoria permitiéndoles avanzar sin sentido por los diferentes niveles educativos. La retroalimentación, debería irse convirtiendo en una buena práctica docente.

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