martes, mayo 28, 2013

Día del maestro


Autora: Laura Angélica Bárcenas Pozos
Publicado: en lado B, 15 de mayo de 2013

     ¿Qué deberíamos celebrar el día del maestro? Me parece que esta es una pregunta clave en épocas en donde se cuestiona la labor de los docentes y en dónde se pretende evaluar la tarea que llevan a cabo. Así que empiezo diciendo que ésta es una labor de servicio que se caracteriza por brindar educación que, según Emilio Martínez académico de la Universidad de Murcia, es el bien interno de esta profesión y quién lo pone en duda.
     El bien interno de una profesión es aquello de lo que se perdería la sociedad si una profesión no existiera y de no existir la profesión de la docencia, de lo que se perdería la sociedad es de una educación sistematizada y organizada en la que un estado determinado decide cómo formar a sus generaciones jóvenes, decisiones que quedan plasmadas a través del currículo. Sin embargo hay que dejar claro que muchas veces en las aulas suceden cosas distintas a las que están establecidas en el currículo, porque los profesores deciden lo que sucede en su espacio aúlico y no siempre hay coincidencia con lo que el estado ha decidido explícitamente.
     Entonces si el bien interno de la profesión docente es la educación, todo profesor debería estar preocupado por servir a sus estudiantes, sean estos niños, adolescentes, jóvenes o adultos para que sean cada día mejores seres humanos, pues en eso consiste educar de acuerdo al filósofo canadiense Bernard Lonergan.
     Por supuesto y lamentablemente esto no siempre es lo que sucede, pues los profesores no siempre están conscientes de esto, ni tienen claro que su papel como profesores es el de educadores o formadores de personas para que sean cada vez mejores seres humanos, entonces se dedican a transmitir conocimientos, pero no necesariamente a educar… educar es mucho más que saber cosas, educar es formar personas, el mismo Lonergan dice que la educación siempre tiende al bien, y la mera transmisión de conocimientos no educa. Por si no ha quedado claro, los conocimientos no siempre se utilizan para hacer el bien cuando no hay una formación ética de por medio, pero las personas que han sido educadas, han recibido además una formación de valores que les permite hacer el bien.
     Por esto creo que el día del maestro deberíamos celebrar a aquellos docentes que están preocupados por hacer de sus alumnos unos mejores seres humanos y no sólo unos sabedores del conocimiento, por supuesto no quito que los profesores promuevan conocimientos entre sus alumnos, pero que esto no sea lo predominante en las aulas, sino que lo importante sea cómo hacer que las personas que se tienen bajo su responsabilidad vayan siendo mejores personas cada vez que transitan por un proceso educativo y vayan transitando al bien a lo largo de sus vidas.
Así que felicito a los profesores, que preparan sus clases, que se preocupan por sus alumnos como personas, que se preparan para ser cada vez mejores docentes, que se levantan de madrugada para cumplir con su labor, que caminan los caminos polvorientos y se transportan en camiones de segunda para llegar a las poblaciones más alejadas, que tratan de comunicarse con sus alumnos aunque no hablen el mismo idioma, que son creativos y hacen de cualquier material un elemento de aprendizaje, que leen, que son cultos, que hacen pensar a sus alumnos, que no los adoctrinan, que los hacen competentes, que utilizan más que los libros de texto, que invierten sus pocos recursos en material didáctico, que comparten lo que son y lo que saben, lo que comen y hasta lo que tienen con sus estudiantes, que piensan en ellos mañana tarde y noche, que saben sus nombres porque los reconocen por ser valiosos, que los orientan, que les dan esperanzas, que les enseñan el don del perdón, la nobleza de la razón y la fortaleza del diálogo.
     Se que hay muchos de estos profesores entre nuestras aulas, no todos están corrompidos por el sistema educativo y sindical; a pesar de esto, esos docentes valiosos confían en que la educación es un medio para cambiar las condiciones sociales de nuestro país y de muchos niños y jóvenes, por eso se levantan a diario, visten ropa sencilla pero limpia, guardan sus materiales didácticos en mochilas parecidas a las de sus alumnos, buscan contagiar a otros compañeros y evitan contaminarse de los discursos de sus líderes sindicales. Se acercan a instituciones de educación superior para seguirse formando, para hacer un posgrado, para no dejar que la rutina de las organizaciones escolares se los trague.
     Comprenden su responsabilidad como docentes y la asumen con gusto porque en eso va su vocación. Las actividades institucionales las asumen con gusto cuando forman a los estudiantes y las repelen cuando tratan de adoctrinar o alejan a los jóvenes alumnos de sus procesos formativos. No van a marchas, no hacen paros, manifiestan sus inconformidades de otras maneras y no se dejan llevar por los discursos que deforman los procesos educativos. Compiten con las enajenantes televisoras, que promueven una cultura barata y simple, eso sí entretenida y a bajo costo.
     Pienso en estos profesores con respeto, pues con muy poco hacen mucho más por este México, que muchos empresarios, intelectuales, profesionales y políticos. Por eso les escribo en su día y les dejo una nota de agradecimiento.
La autora es profesora de la Universidad Iberoamericana Puebla.
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