jueves, mayo 09, 2013

La evaluación para compensar más que para señalar


Autora: Laura Angélica Bárcenas Pozos
Publicado: en lado B, 24 de abril de 2013

     Hace dos semanas con motivo del VI Foro del Campo Estratégico de Acción Modelos y Políticas Educativas estuvo en la Ibero Puebla el Dr. Carlos Muñoz Izquierdo, reconocido investigador educativo en México que ha estudiado el impacto social de la educación a lo largo de cincuenta años. Durante la conferencia magistral este investigador dio a conocer algunos datos significativos de las razones por las cuales la educación no mejora en nuestro país y algunos de esos datos no tienen relación alguna con lo que sucede en la escuela.
     Por ejemplo habló del impacto de lo que se llama “el capital cultural”, que se refiere a que los contextos en los que se desarrollan los niños que asisten a la escuela básica define en gran medida el éxito escolar. Es decir, a padres con mayor nivel de escolaridad y educación, hay más probabilidades de hijos que concluyen, al menos la educación básica o jóvenes que avanzan hacia la educación superior; pues lo padres se convierten en la piedra de soporte de los pequeños que asisten a la escuela. Estos no solo están al pendiente de que sus hijos cumplan con los requerimientos escolares, sino que dan ejemplos de vida académica.
     Estos padres tienen un nivel de escolaridad de medio a alto por eso son lectores, hay libros en sus casas, se lee el periódico, se consultan fuentes electrónicas, así que hay computadoras en el ámbito familiar; se discute en la mesa de situaciones sociales, ven programas televisivos más culturales y no se concretan a la televisión abierta, pueden ir al cine, van a museos, viajan; ellos mismos estudian un posgrado, especialidad o al menos un diplomado, hacen ejercicio, separan la basura y hasta tienen un dieta balanceada; analizan la escuela a la que asistirán sus hijos e indagan cuál es la mejor antes de inscribirlos; independientemente de si está o no cerca de sus casas.
     Esto corresponde a los resultados que han arrojado las evaluaciones que organismos como el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE)  o la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en donde se puede observar que las escuelas donde el capital cultural es más escaso, muestran un menor desempeño, mientras que las escuelas con un mayor capital cultural muestran un desempeño más alto. Esto es una preocupación significativa para muchos, pues se está haciendo una brecha más grande entre los que más tienen y los que menos tienen, y la escuela en México no está cumpliendo con su cualidad compensatoria como hace en otros países.
     Esto se debe a que muy pocos padres con un mayor capital cultural  envían a sus hijos a escuelas públicas, la mayoría está optando por escuelas privadas, mientras que los padres con un menor capital cultural envían a sus hijos a escuelas públicas, en muchos casos es la que tienen más cerca o la que hay en la comunidad, como pasa en las zonas indígenas, en donde las escuelas carecen de infraestructura y en donde tal vez solo se encuentra una escuela primara, los niños de estas comunidades no asisten al jardín de niños con las obvias desventajas de quiénes sí asisten y además no haya una escuela secundaria, quitando posibilidades de que los pequeños que concluyeron la educación primaria puedan continuar con el nivel siguiente, pues los padres tendrán que invertir para que sus hijos continúen su formación en alguna población mayor y más alejada.
     Esto es coherente con los resultados que ha venido arrojando la pruebas estandarizadas, tanto PISA, como EXCALE y ENLACE, en donde se da evidencia de que las escuelas privadas obtienen los mejores resultados, mientas que las escuelas públicas de zonas indígenas obtienen los resultados más pobres, haciendo la brecha más grande entre los que más tienen y los que menos tienes.
Hasta aquí los profesores no juegan ningún rol, si usted aprecia querido lector, los padres juegan un papel fundamental en la formación escolar de sus hijos en los primeros años de su vida; sobre todo porque ayudan a la escuela a desarrollar hábitos que les permitirán adquirir herramientas hacia la autorregulación y la autonomía académica.
     Sin embargo, el otro factor que inclina la balanza en el éxito escolar son los docentes. A la pregunta expresa de si las normales están cumpliendo con la formación de docentes para disminuir estas brecha, el Dr. Muñoz Izquierdo  respondió que NO. Sus argumentos fueron que la escuela normal forma a los profesores en pedagogía y didáctica pero no en lo que debe enseñar y que los profesores deberían formarse primero en lo que deben enseñar y después en pedagogía y didáctica.
     Si analizamos este otro elemento, la SEP está contratando sólo a egresados de normales para atender a los estudiantes en escuelas públicas básicas, mientras que las instituciones privadas se dan el lujo de contratar a egresados universitarios que han tenido una formación más integral y compleja, siendo profesores cualitativamente distintos. Por otro lado, el Dr. Muñoz Izquierdo señalaba que los docentes más nóveles son enviados a las zonas indígenas y en cuanto empiezan a destacar o a ganar experiencia emigran a zonas urbanas, dando como consecuencia que en las regiones con mayor nivel de marginación estén desempeñándose los profesores con menor nivel de preparación.
     Claro que no quiero dejar la sensación de que aquí está la solución al problema de la educación en México. El problema es muy complejo y así debería revisarse y atenderse. Los resultados de la evaluación de la docencia, así como las pruebas estandarizadas ya mencionadas, deberían analizarse para decidir cómo compensar y no a quién señalar.
La autora es profesora de la Universidad Iberoamericana Puebla.
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