jueves, noviembre 28, 2013

Indispensable no, insustituible sí

Autora: Rocío Barragán de la Parra 
Publicado: Puebla on Line, 21 de noviembre de 2013


     "Indispensable no, insustituible sí", frase que suena contradictoria y sin embargo no lo es; hoy por hoy las empresas empiezan a redirigir sus acciones a este precepto con la finalidad de darle valor al factor más importante de cualquier organización: El talento humano.
     Para entender que "nadie es indispensable" es preciso primero pensar que como individuos desempeñamos diversos roles y funciones determinados por nuestro entorno, nuestra condición personal, social y profesional; así generamos oportunidades de (auto) empleo donde se ponen en juego los conocimientos, habilidades y actitudes aprendidas a lo largo de la vida y que, comúnmente se identifican como competencias personales y profesionales. 
     Somos contratados o emprendemos un negocio cuando reconocemos nuestros talentos y los ponemos al servicio de los demás en un proyecto o función; no obstante puede ser que los resultados esperados por la organización no sucedan o que medien otros intereses, provocando que esa persona sea removida de su puesto y una nueva sea contratada para desempeñar las mismas funciones o similares. Así es como básicamente una persona o un nuevo proceso (de estos automatizados que son ahora tan frecuentes) suple y/o realiza el trabajo de alguien más.
     Esta situación prevalece prácticamente en la mayoría de las organizaciones y, aunque relevar a alguien de sus funciones con la idea de "nadie es indispensable", puede parecer una decisión asertiva; organizacionalmente hablando puede tener consecuencias significativas que impacten la rentabilidad y la integridad de la empresa; por eso es importante que al pensar en la remoción de personal, se piense antes en que "cada persona es insustituible".
     Cada individuo imprime su estilo, sello y personalidad en lo que hace; dándole a sus acciones y decisiones un valor diferenciado por esa cualidad; si quieres comprenderlo mejor piénsalo así: Si llegas a la ventanilla del banco para realizar una transacción, ésta será procesada por el cajero en turno; las cualidades de esa persona pueden marcar la diferencia para que decidas repetir la experiencia o cambiar de cajero, sucursal o incluso banco: El modo en el que eres atendido, la cordialidad en el trato, el apoyo que te ofrece, la paciencia, la empatía con tu situación, sentir que el otro ha entendido lo que necesitas y la manera en que te ayuda a conseguirlo marca una gran diferencia generando poderosas experiencias de servicio; distingos insustituibles que trascienden más allá del proceso estandarizado que ha permitido concluir tu trámite.
      Todas las organizaciones cuentan con descripciones de puesto y perfiles de desempeño que enmarcan las características, habilidades y conocimientos del personal; con ello se busca realizar procesos selectivos eficientes y asertivos; sin embargo no hay forma de garantizar anticipadamente las cualidades personales y profesionales que aseguren la selección del mejor candidato; eso sólo podrá constatarse a través de la práctica; lo que puede derivar en haber contratado una excelente persona o a la inversa en haber prescindido de un estupendo e elemento que ahora le representa a la organización una pérdida en desarrollo del trabajo, cohesión del equipo o posicionamiento y atención a los clientes. 
     Las organizaciones con enfoque humano saben que estas decisiones son estratégicas y que implican un costo individual, económico y social, por ello algunas han ido incorporando como procesos de selección los llamados trainees o procesos de entrenamiento/observación; donde para cubrir una vacante se convoca a un grupo de profesionales que son sometidos a un proceso experiencial real donde los participantes ponen en juego sus talentos y habilidades; seleccionando aquellos que cumplen de mejor forma con los perfiles requeridos. 
     Si bien este tipo de acciones puede disminuir el riesgo de la selección y rotación, nunca garantizará los resultados ya que cada persona, en su cualidad de ser humano puede exponenciar o inhibir sus talentos de manera diferente, a partir de sus creencias, de sus experiencias previas, de la manera en que se vincula con la realidad y con la percepción que tiene de sí mismo. 
     Lo más importante de recordar es que finalmente cada individuo tiene valor por sí mismo, como individuo irrepetible y perfectible y, si las condiciones que acompañan su desarrollo son favorables; una organización es capaz de detonar profesionistas profundamente comprometidos y personas con alta sensibilidad y responsabilidad social: Indispensables no pero insustituibles sí.
*La autora es profesora de la Universidad Iberoamericana Puebla.
Universidad Iberoamericano

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