viernes, noviembre 30, 2007

INVESTIGACIÓN Y COMPLEJIDAD PARA LA UNIVERSIDAD DEL SIGLO XXI. I

Autores: Benjamín Ortiz Espejel y Gerardo Tapia Hervert
Publicación: La Jornada de Oriente, 30 de Noviembre 2007

El principio rector de la investigación en la universidad consiste en caracterizar e interpretar aquellos fenómenos que son clave de la actual situación nacional
Ignacio Ellacuría. Escritos Universitarios
Considerando la complejidad de la época que nos ha tocado vivir, hoy más que nunca, se requiere de una universidad que realice investigaciones interdisciplinarias. Las aproximaciones disciplinarias, si bien valiosas y necesarias, muestran hoy sus limitaciones, sobre todo a la hora de apuntar hacia nuevos desarrollos alternativos. Un segundo aspecto sobre el cual quisieramos llamar a la atención se refiere a la percepción compartida de pérdida, de fragmentación, de la universidad.
Hoy día, existen fuertes impulsos hacia la constitución de un estilo de universidad con características como son el uso intensivo de tecnologías informáticas; la incorporación de la «virtualidad» en la enseñanza; mayor apertura al entorno, sobre todo a los sectores productivos modernos y al ámbito internacional; carreras cortas y curriculas flexibles para ajustarse a los mercados emergentes; énfasis en el desarrollo tecnológico; venta de servicios como nueva vía de financiamiento o la adopción de conceptos de «excelencia» y «competitividad», que tiene su origen en el mundo empresarial.
Se gesta un ambiente que se puede tipificar como de «hiperactualización» , y que en la universidad se manifiesta en vertiginosas innovaciones que tratan de poner al día los contenidos, las didácticas, normatividades, estructuras, organización y funcionamiento de las instituciones; se pretende también poner al día a los profesores, investigadores, orientadores, directivos y estudiantes. La tendencia « hiperactualizadora » se dirige también hacia las creencias, valoraciones, actitudes, habilidades, relaciones, capacidades y expectativas. Las universidades están siendo arrastradas por estas urgencias, nociones y modelos, mismas que se adoptan sin mucha reflexión de por medio: el objetivo es no quedarse atrás, fuera de la competencia.
Si bien estamos de acuerdo con las necesidades de innovación en una universidad, también consideramos que el núcleo del problema es otro y más complejo: identificar cuáles son nuestros retos de acuerdo a una identidad universitaria inscrita dentro de una sociedad. Esto implica pasar de la retórica y la adopción irreflexiva de las modas y novedades del momento, a la construcción de un modelo propio, desde abajo, desde la diversidad de lo local, desde la visión de personas reales que padecen la exclusión, seres no virtuales, personas que viven en las regiones, gentes en sus espacios vitales, construir la identidad de la universidad a partir de su vinculación con los problemas mas apremiantes y sensibles de la población.
¿Cómo lograr la definición de un nuevo proyecto universitario en un ambiente caracterizado por la fragmentación? La cultura de la competencia en su versión neoliberal, está minando el trabajo en equipo, la cooperación y el sentido de pertenencia a una comunidad.
El problema de la universidad frente a la complejidad actual no tiene antecedentes. Lo que está en juego no es solo la preparación de nuestros jóvenes para los nuevos y cambiantes mercados de trabajo. Es algo más profundo: la capacidad de tener algún control sobre nuestras vidas y nuestro futuro, como una nación multicultural y geográficamente diversa. Y hasta ahora, las universidades parecen alinearse bajo una lógica que obedece unilateralmente los imperativos del mercado y las fuerzas impersonales de la globalización.
La actual situación, exige a la universidad tener la capacidad de crear organizaciones académicas inéditas, con nuevas cualidades y la aptitud de establecer un diálogo permanente con la complejidad de su entorno. La idea de una nueva universidad pasa por una recuperación del papel fundamental de la investigación como correa de transmisión entre la universidad y la sociedad que le circunda. Esta idea podría concretarse sobre cuatro ejes interconectados: el eje cultural; el eje cognitivo; el eje organizacional; y el eje ambiental.
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Segunda parte

Consideramos que la construcción de un proyecto de investigación universitario debe considerar tres elementos estratégicos : el primero que su labor estará marcada por un navegar a contracorriente de las nociones y signos que invaden hoy cada rincón de la sociedad moderna y del individuo; segundo, que al mismo tiempo que se articula más al entorno debe crear espacios que generen sus propios tiempos y prioridades de enseñanza e investigación, al margen de las urgencias y las modas pasajeras que conducen irremediablemente a una vertiginosa inmovilidad y confusión que por desgracia vivimos cotidianamente ; y, tercero, que la investigación ya no puede verse a sí misma como una colección de indagaciones dispersas y desconectada de un plan institucional, sino como una red de proyectos de investigación intra e interdepartamentales que actúa e interactúa inteligentemente, creando propiedades emergentes.
Es este sentido, nos parece que desde una universidad, comprometida con los signos de su tiempo, resulta indispensable diseñar y realizar un programa permanente de investigación sobre tres cuestiones relacionadas con la cultura: la naturaleza pluricultural de nuestra sociedad; la formación ciudadana y global; y la misión de la universidad.
En un México diverso, formado por muchas culturas, la universidad debiería promover la investigación que contribuya a derribar los metarrelatos: esos grandes proyectos, reduccionistas y totalitarios que se erigen con pretensiones de imponer valores, reglas y conductas como necesidades para ser aceptado en un mundo globalizado. Estas pretenciones de totalidad atentan contra la pluralidad y la diversidad de los tipos de saber, de los modos de realidad, de las formas de vida y de hacer cultura.
Vivimos en un mundo cada vez más complejo, interconectado, cambiante y lleno de incertidumbres. Una nueva realidad ha puesto en jaque a las instituciones y organizaciones sociales, envueltas en tiempos de incertidumbre y turbulencia . Se han trastocado los saberes, las ideas y los valores, es decir, los fundamentos mismos de la cultura. En este sentido, la universidad tiene que iniciar un proceso de reflexión sobre su función educativa: qué y cómo enseñar, para qué formar, qué indagar y cómo generar nuevos conocimientos. Las propuestas no pueden limitarse a la introducción de innovaciones tecnológicas de la enseñanza universitaria, tienen que revolucionar nuestra aptitud para organizar el conocimiento, esto es, para pensar. Se requiere revisar los esquemas organizativos de las universidades tradicionales, llenas de disciplinas, facultades, coordinaciones y departamentos en proximidad física pero distantes al mismo tiempo por ignorancias recíprocas y por desprecios. Son instituciones contenedoras de «minifundios» dedicados a «mono-cultivos» y cuyos productos no pueden ser otra cosa que «plantas raquíticas». Nuestra propuesta consiste en, sin pretender suprimir la perspectiva disciplinaria y la especialización, la investigación intersdisciplinaria debería ser el nuevo referente del trabajo universitario. Estamos convencidos de que solo así se podrán tender los andamios de una verdadera sociedad del conocimiento, capaz de negociar con el proyecto reduccionista y transnacionalizador del mundo de las mercancías, donde el conocimiento especializado de una minoría domina y define su precio de mercado.
Un balance sereno permite hoy día reconocer que las hiperespecializaciones han actuado en contra de la verdadera naturaleza del ser humano que es un ser: «potencialmente capaz de hacer muchas cosas, de ser polivalente en diversas actividades». De esta forma la nueva universidad deberá favorecer la formación de los jóvenes en los ámbitos de las ciencias, las humanidades y las artes, como parte de su repertorio personal.
Conocimiento y organización son dos aspectos centrales de la actual reflexión sobre la necesaria transformación de la universidad. Pero algo que debe destacarse es el hecho de que estos dos ámbitos, que deberían verse como indisolublemente interrelacionados, son tratados como mundos aparte. Se puede argumentar, en cambio, que es imposible innovar la manera de producir (comunicar, adaptar, aplicar) conocimientos sin cambiar la organización de la universidad: se requerirán de nuevas formas de relación entre los actores universitarios; de una concepción diferente de la administración de los recursos, incluyendo el conocimiento; de articulaciones creativas entre la investigación, la enseñanza y la extensión; de nuevas formas de aprehender y de vincularse con el entorno.
Las implicaciones de la relación entre universidad y medio ambiente está vinculada a una nueva y necesaria concepción de la sociedad del conocimiento. Hay por lo menos tres razones por las cuales la dimensión ambiental debiera ser incluida en el diseño de la nueva vinculación universidad sociedad. La primera tiene que ver con los procesos mismos de aprendizaje y de generación del conocimiento (ambientalizar el conocimiento); la segunda resulta de un necesario «amortiguamiento» entre los procesos generados a partir de la globalización y la vida local; la tercera, alude a una concepción renovada del desarrollo, humanizada y liberada del economicismo.
El verdadero aprendizaje se produce cuando el individuo establece un contacto directo y sensible con el entorno: el aprendizaje depende y está moldeado por esta interacción, en un continuo flujo bidireccional. Las organizaciones humanas también desarrollan su capacidad de aprender en la medida en que interactúan y conocen su medio ambiente, entendido éste no solo como los elementos bióticos y abioticos interrelacionados entre sí, si no también como la serie de procesos sociohistoricos que han determinado el devenir de nuestras actuales sociedades. De esta forma los individuos actúan en sociedad recibiendo información proveniente del entorno modificado por su acción sobre él. Así, el conocimiento previo se modifica en una espiral infinita de acciones y retroacciones.

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