jueves, enero 29, 2009

La laicidad y el VI encuentro de las familias

Autora: Ma. Eugenia Sánchez Díaz de Rivera
Publicación: La Jornada de Oriente, 29 de enero de 2009

El VI Encuentro Mundial de las Familias organizado por la iglesia católica en México agudizó, nuevamente y de manera profunda, la tensión entre libertad religiosa y Estado laico. Esta tensión ha estado presente en todas las latitudes desde que existen los Estados–nación hasta el momento actual, en que los Estados están reconfigurando sus funciones. Todas las religiones tienden a absolutizar sus valores y a invadir el espacio privado y el público; todo Estado tiende a monopolizar el poder, el público y el privado también. Porque finalmente ni la política involucra solamente al ámbito de lo público, ni la religión solamente al ámbito de lo privado. Privado y público, sin confundirse, están mucho más entreverados de lo que se dice o se desea.
Creo que el debate va más allá de Estado laico y religión privada. No hay espacio suficiente para analizar los diferentes tipos de relaciones que se han dado entre estado y religión, en oriente y occidente. Simplemente recordemos que en occidente se tienen casos paradójicos, como el del Reino Unido, Estado “laico” de una nación con una población religiosa cristiana decreciente y en donde no solo Estado e iglesia anglicana no están separados, sino que la reina es el jefe de la iglesia.
El asunto inquietante es la dificultad de construir consensos mínimos de convivencia por la falta de disposición radical, en este caso por parte de la jerarquía de la iglesia católica, al diálogo y al debate sobre un tema fundamental como es el de la sexualidad y los círculos de intimidad.
Richard Bernstein, en su libro El abuso del mal. La corrupción de la política y la religión desde el 11/9, sostiene que estamos presenciando un choque de mentalidades que no sólo no distinguen “lo religioso de lo secular, sino que los atraviesa”. Recuerda que Dewey entendía “que en los periodos de gran incertidumbre, ansiedad y miedo hay una necesidad imperiosa de certeza y absolutos morales”. Y analiza cómo se está generando una polarización creciente y peligrosa debido a la oposición entre una mentalidad que busca obsesivamente la claridad entre bien y mal, la claridad acerca de quiénes son los responsables de las desventuras de la humanidad y una que asumen que el azar y las contingencias, por lo tanto la incertidumbre, forman parte de la condición humana. Plantea cómo en la política y en la religión se han manipulado los miedos, y denuncia la falacia de que para que haya compromisos serios e indeclinables es necesario tener certezas absolutas. “Nuestros compromisos y convicciones serán más fuertes si están imbuidos de deliberación inteligente y puestos a prueba en el debate público”.
En esta tesitura, el Encuentro Mundial de las Familias ha hecho nuevamente presente que la fe cristiana, cuya manifestación “pública” debiera ser la de la lucha por la justicia y la compasión solidaria con los excluidos, se sigue presentando como una institución dogmática. Una institución dogmática, autoritaria, con dirigentes hombres “sacralizados” cuya sacralización favorece, intencionalmente o no, la manipulación de la conciencia, y que además carece de fundamentos teológicos serios, como ya lo han señalado múltiples teólogos católicos: (González Fauss, R. Parent, H. Küng etcétera).
Y esta jerarquía, en su afán de “verdades” absolutas y descontextualizadas, lo que logra es, y quisiera subrayar este punto, inhabilitar el desarrollo de la conciencia moral. En efecto, el discurso y la forma como se llevó a cabo el encuentro lo que hacen es atrofiar la capacidad intelectual y emocional de las personas a tomar decisiones éticas en el ámbito de la sexualidad y de los arreglos de convivencia familiar a partir de las situaciones concretas y complejas de la vida. Provocan, además, el rechazo al diálogo, lo cual, tarde o temprano genera diversas formas de violencia.
El problema no es, o no es solamente, que iglesias y asociaciones de todo tipo se involucren en el ámbito de lo público; el problema es involucrarse sin la menor disposición al diálogo y al debate, y a partir de una institucionalidad profundamente antidemocrática, como es el caso de la iglesia católica (a pesar de que, como dice el teólogo A.Torres Queiruga, debiera ser más democrática que cualquier democracia). Y por eso que Felipe Calderón haya apoyado de manera explícita a la jerarquía eclesiástica y sus planteamientos, se convierte, ante todo, en una falta de respeto a la ciudadanía y en un riesgo para la sana convivencia.
La laicidad –y de eso se trata– dice Jean Baubérot, no es solamente un sistema jurídico. Es, sobre todo, una cultura, un ethos, un movimiento de liberación de toda forma de “clericalismo”, el religioso, el político, el científico, es decir, es la liberación de toda “dominación del espíritu por un discurso establecido que rechaza el debate”.
P.D. Sugiero leer el excelente texto Familias en el siglo XXI: realidades diversas y políticas pública, resultado de un seminario en el Colegio de México en el que participaron diversas organizaciones los días 19 y 20 de enero de 2009.

martes, enero 27, 2009

Esperanza continental en la educación

Autora: Celine Armenta
Publicación: E-Consulta, 27 de enero de 2009

Con la sabiduría de la vejez y el entusiasmo de una juventud ya larguísima, Gabriel García Márquez recibió el Premio Nobel con un texto --La soledad de América Latina—que da voz a los soñadores, los comprometidos y activistas, y muy especialmente a “los inventores de fábulas que todo lo creemos y que nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de . . . una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra”.
Convocados por la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) para la Educación la Ciencia y la Cultura, los ministros latinoamericanos de educación adoptaron el texto del gran colombiano y se declararon utopistas. Con este espíritu elaboraron y suscribieron el pasado mayo la propuesta “Metas Educativas 2021: La educación que queremos para la generación de los Bicentenarios”. El documento está en el internet (http://www.oei.es/metas2021/todo.pdf) en una versión inicial para que lo discutamos, lo enriquezcamos, lo divulguemos y sobre todo, para que nos lo apropiemos, lo defendamos, le prestemos nuestro tiempo y entusiasmo y lo hagamos realidad.
La propuesta incluye once metas: Reforzar y ampliar la participación de la sociedad en la acción educadora; Incrementar las oportunidades y la atención educativa a la diversidad de necesidades del alumnado; Aumentar la oferta de educación inicial y potenciar su carácter educativo; Universalizar la educación primaria y la secundaria básica y mejorar su calidad; Ofrecer un currículo significativo que asegure la adquisición de las competencias básicas para el desarrollo personal y el ejercicio de la ciudadanía democrática; Incrementar la participación de los jóvenes en la educación secundaria superior, en la técnico profesional y en la universitaria; Favorecer la conexión entre la educación y el empleo a través de la educación técnico profesional; Ofrecer a todas las personas oportunidades de educación a lo largo de toda la vida; Fortalecer la profesión docente; Ampliar el espacio iberoamericano del conocimiento y fortalecer la investigación científica; y finalmente Invertir más e invertir mejor.
Detrás de la propuesta están varias convicciones: que la educación es la estrategia fundamental para avanzar en la cohesión y en la inclusión social, y que en la cohesión e inclusión reside la esperanza de nuestro continente; o dicho en forma negativa, que nuestros problemas más acuciantes y dolorosos nacen y se nutren de la falta de cohesión, de la inequidad y la exclusión. La propuesta es un reconocimiento de las dos características “más profundas y lacerantes de la región: la pobreza y la desigualdad”, cuyos niveles absolutos “siguen siendo alarmantes” con más de 40% de la población, o sea 213 millones de latinoamericanos y caribeños viviendo en pobreza; y entre ellos 79 millones de mujeres, niños, ancianos y hombres en pobreza extrema, en una región que por la distribución del ingreso, es la más desigual del mundo, con grupos opulentos rodeados por masas de miseria.
La propuesta confía en que al formar una generación de ciudadanos cultos, se estará formando una generación de latinoamericanos libres, constructores de sociedades democráticas e igualitarias. Se busca encarnar “las ansias de libertad que recorrieron Iberoamérica hace doscientos años” y crear estrategias promisorias para abatir la pobreza, asegurar los derechos de las mujeres y de las minorías históricamente excluidas, como las minorías étnicas, las poblaciones originarias y los afrodescendientes.
Los ministros de educación saben que sólo la sociedad civil puede evitar que su documento no sea arrumbado en el olvido. Además se necesita que los países más prósperos apoyen a las naciones con menos recursos, en un esfuerzo inédito de solidaridad iberoamericana.
Por eso los ministros de educación piden a los responsables de educar y a los usuarios de servicios educativos que en este año 2009 organicemos espacios de discusión para alcanzar acuerdos sociales y políticos amplios. “Sólo de esta forma será posible lograr . . . que la generación de los Bicentenarios sea la más y mejor educada de la historia de Iberoamérica y que de esta forma se colabore en la construcción de sociedades justas y democráticas”.

martes, enero 20, 2009

Menos conocimientos, más habilidades y mejores actitudes

Autor: Guillermo Hinojosa Rivero
Publicación: E-Consulta, 20 de enero de 2009

El hecho de que tantos maestros se quejen de que sus alumnos bajan los trabajos de internet o hacen 'corta y pega' es indicativo de que hay que cambiar algo en la educación. La revolución informática traída por Internet y las tecnologías de la información y comunicación es tal, que afecta no sólo la forma en que educamos sino los objetivos mismos de la educación.

Para poner al día la educación tomando en cuenta las tecnologías de información (TICs) ya no basta lo que se hizo hace 20 años en las escuelas más 'avanzadas' de entonces: enseñar 'computación' como un conjunto de habilidades que se sumaba a las habilidades y conocimientos que siempre se habían enseñado. Tampoco basta lo que se hace ahora: considerar a las TICs como un conjunto de herramientas útiles para hacer lo mismo de siempre pero de un modo mejor y más rápido.

Hacer lo de siempre pero con ayuda de las TICs produce los problemas del 'corta y pega', de la bajada de trabajos de internet, y lo que en la secundaria se conoce como la 'Generación encarta'; cualquier trabajo de 'investigación' que se deja a los escolares es realizado imprimiendo información de la 'Enciclopedia Encarta'. Sobra decir que los 'estudiantes encarta' pueden entregar tareas sobre cualquier tema, bien impresos e ilustrados, sin haberlos leído.

Es un error seguir considerando la educación como si la internet y las TICs no existieran. Es necesario modificar contenidos, instalaciones escolares, técnicas pedagógicas, planes de estudio y aún los objetivos de la educación. Tenemos que repensar las respuestas que damos a la pregunta ¿para qué educar?

Uno de los objetivos de la escuela indiscutidos, hasta ahora, es la transmisión de conocimientos. Se supone que los maestros son los representantes de la sociedad que les transmiten a los niños y jóvenes el saber que la humanidad ha ido acumulando. Cada generación recibe el conocimiento de la anterior, lo aumenta o corrige, y se lo transmite a la siguiente. Hay dos problemas con esta concepción: 1.- El conocimiento acumulado de la humanidad es mucho más de lo que cualquiera puede aprender en una vida; 2.- Cada vez es menos necesario aprender el conocimiento porque mucho se encuentra en internet y es fácilmente accesible.

El conocimiento que se encuentra en Internet es, por ahora, todo lo que puede representarse de manera audio-visual, ya sea texto, imagen o sonido. A esto lo llamamos información y constituye el grueso de lo que se intenta enseñar en las escuelas. El conocimiento que no se puede encontrar en internet es el que resulta de la experiencia de cada quien: las habilidades que se han adquirido, las particularidades de las personas con quienes convivimos, los patrones de comportamiento del grupo social que nos rodea, la manera de hacer que funcionen los objetos de nuestra vida cotidiana; todo aquello que nos permite estar adaptados y sobrevivir.

Cada vez es menos necesario que los estudiantes aprendan de memoria la información que tradicionalmente se les enseña en las escuelas. Lo que sí es necesario es saber localizar la información en el momento en que se necesita, ya sea en un libro, o en la mega biblioteca de Internet; además es necesario saber valorar y separar la paja del grano. Este es un primer cambio urgente en los planes de estudio: enseñar menos conocimientos y más habilidades para localizar y seleccionar información.

Los planes de estudio escolares generalmente plantean sus objetivos en términos de Conocimientos, Habilidades y Actitudes (CHA). En la práctica, hasta ahora, el énfasis se pone en los conocimientos y se descuidan las habilidades y las actitudes. Quizá sea el momento de que las escuelas, especialmente las de educación media y superior, se dediquen menos a la transmisión de conocimientos y más al desarrollo de habilidades y a la formación de actitudes.

¿Cuáles habilidades? Además de la ya mencionada para buscar y seleccionar información, los estudiantes deben poder usar esa información para resolver problemas de todo tipo. Otra habilidad indispensable en nuestro tiempo es la comprensión de textos en español y en otros idiomas, particularmente inglés. Otras habilidades son la escritura de textos comprensibles, el manejo de los números para tomar decisiones, el trabajo en colaboración, la práctica de alguna actividad artística, interpretación de fórmulas y diagramas, comprensión de manuales de instrucciones, y muchísimas otras.

¿Cuáles actitudes? el gusto por el estudio y el aprendizaje, la disposición a probar cosas nuevas, la preferencia por las explicaciones fundamentadas, el deseo de contribuir a mejorar la sociedad, la convivencia social armónica, la búsqueda de la justicia social, la conservación del ambiente, la conservación de la salud, el rechazo a las drogas, la honestidad, y un larguísimo etcétera.

A manera de conclusión, las TICs pueden ayudar a que la educación empiece a cumplir algunas de las metas que se esperan de ella; metas que históricamente se han pospuesto en favor de la enseñanza de conocimientos.

México ante el nuevo gobierno de los EU: “¿alianza estratégica?”

Autor: J. Gerardo Palomo González
Publicación: La Jornada de Oriente, 20 de Enero de 2009

Destaquemos como primera premisa el hecho de que el próximo gobierno de los EU representa una dimensión de la (o las) izquierda(s), pero en una versión paralela a las grandes tendencias y debates ideológicos de la izquierda tradicional. Aunque comparte con esta última una misma sensibilidad democrática con respecto a los grandes problemas de nuestro tiempo, una vocación de cambio sin duda alguna y el hecho de contar entre sus filas con una intelectualidad estadounidense lúcida y comprometida. Mucho más contestataria y decidida políticamente en la medida en que ya no se repliega ante el temor de que sus críticas sean calificadas de “comunistas”.
Cabe señalar igualmente que el reto al que se enfrentará esta izquierda al hacer gobierno es de una dimensión inusitada, pues de lo que se trata es de conducir la administración de la política interna de la primera potencia mundial, lo que hasta ahora designábamos como el Imperio, y la proyección de sus intereses en el exterior, hasta ahora caracterizada por la correlación de fuerza y un alto grado de conflictividad, y todo esto en plena crisis económica internacional y ante nuevos desafíos geoestratégicos. Además, estamos esperando que, en su conjunto, la política del nuevo gobierno sea una política de cambio. No perdemos de vista, sin embargo, que aunque se trate de un gobierno de izquierda, esto también implica que no estará exento de sus muy propias y variadas contradicciones.
La importancia de esta primera premisa radica entonces en el hecho de que es precisamente por ello que podemos esperar una seria ofensiva en contra de dicho gobierno por parte de los sectores más derechistas de la política interna estadounidense y de sus aliados en el exterior, de tal manera que el fracaso del gobierno del señor Obama estaría siendo visto como un objetivo mayor por parte de tales sectores. Un contexto en el que cabe recordar el fortísimo ataque dirigido contra la figura y la política del presidente Clinton bajo la etiqueta del impeachment.
Ahora bien, como lo señalamos en una entrega anterior, la crisis financiera mundial le ha restado prestigio a los EU y, como ya lo estamos viendo, para recuperar terreno tendrá que acordar con la Unión Europea (UE) un mayor margen de maniobra, y con ello reforzar la relación transatlántica. Esto significa, a su vez, un mayor peso de la UE en la conducción y distensión de la relación con Rusia y a través de la alianza, lo cual se podrá advertir en una efectiva reactivación del Consejo OTAN Rusia (COR). Es decir, limitar la ampliación hacia el Este, cuyos costos tienden a elevarse innecesariamente como lo demuestran los casos de Georgia y de Ucrania. En este último caso su inclusión en la OTAN no solo representa una provocación para Rusia, sino que además pone en entredicho el suministro de gas para una buena parte de los países miembros de la UE y sería esta última la que además tendría que pagar la factura energética de Ucrania. Otra tarea pendiente para los EU, en este mismo sentido, consistirá en tranquilizar a sus aliados “bilaterales” en el este, pues la conducción de su propia política en materia de seguridad frente a Rusia no es sana para la UE.
En suma, se trata de que la UE pueda disponer de su propia Constitución y con ello de una política exterior y de defensa propia sin que esto signifique abandonar la alianza.
Ahora bien, la administración Bush deja el Capitolio, y no podríamos dejar de preguntarnos si con el candidato demócrata asistiremos a un efectivo cambio de política con respecto a América Latina. Pues de darse el cambio podría abrir un margen de maniobra a un país como el nuestro vista la relación de interdependencia ya existente, la cual que hoy en día se revela más bien como una relación de subordinación.
En su versión clásica, la mayor parte de los analistas plantearían que los intereses de los EU en el hemisferio no varían y que su política en este sentido, matiz más matiz menos, sería la misma. Por lo que igual asistiríamos a escenarios de fuerte tensión en los que no están excluidas modalidades de intervención apoyadas en medios de fuerza.
En este sentido, no debemos perder de vista que el señor Obama tendrá forzosamente que atender los intereses de su país en el exterior de tal manera que le permita ganar legitimidad política en lo interno, sobre todo pensando en neutralizar a los sectores más recalcitrantes del espectro político de su país, pero de tal manera que se advierta un cambio con respecto a la política exterior seguida hasta ahora. Por lo que atender tales intereses no sería tanto el punto para apreciar el cambio en su política exterior sino la forma en que lo haga, es decir, el cómo.
Habrá que estar atentos a la correlación de fuerza en la política interna de los EU en la medida en que la tensión generada bien puede llevar a una situación de desestabilización tanto en lo interno como en lo externo y cuyos efectos, en el contexto actual, no son de ninguna manera deseables para el mundo en su conjunto.
Esto querría decir que la primera parte de su mandato tendería a ser más bien de carácter moderado pero con algunas acciones de política exterior que bien podríamos calificar como espectaculares. Esto con el objeto de neutralizar a sus principales detractores, ir preparando su reelección y dar un mayor impulso al cambio durante un segundo mandato.
Por lo que a México se refiere, en la reciente entrevista entre el señor Obama y Calderón se podrían señalar tres objetivos desde la óptica de la administración entrante. El primero consistiría, sencillamente, en conocer a su interlocutor inmediato en la frontera sur, tomando en consideración lo grave de la situación imperante en esta última. Es decir, tener una idea más precisa sobre la figura política instalada por diversos grupos de poder, entre ellos el mediático, en la presidencia de la República. Ponderar si su interlocutor advierte realmente el nivel de conflictividad en el que se encuentra la región en su conjunto y el papel de nuestro país en dicho contexto.
Un segundo objetivo estaría dado por el mensaje enviado a quien lo quiera advertir: que la frontera sur de los EU es una prioridad en su agenda. En particular frente al hecho, como tercer objetivo, de que no están dispuestos a tolerar una frontera sur marcada por la inestabilidad ni un México al borde del colapso, según afirman servicios de inteligencia de los EU, al momento de concentrar esfuerzos para redefinir su posición tanto en lo que ha sido su tradicional zona de influencia, es decir, el resto de América Latina, como en el mundo.
Desde 1982 a la fecha han pasado tres décadas y ahora resulta que ni los gobiernos mexicanos en turno ni los servicios de inteligencia de los EU, teniendo además el caso colombiano a la vista, se percataron de los riesgos que representaban para nuestro país tanto las políticas neoliberales radicales, como la falta de una atención real al problema representado por la relación política en la que se ubica el narcotráfico y sus brazos armados.
La paradoja es sencillamente escandalosa, los servicios de inteligencia del vecino país del norte dicen que aquí se hizo todo lo que se le pidió al gobierno y al mismo tiempo reportan que el país está en la peor de las situaciones: se habla de un estado fallido, cuyo régimen político está amenazado por la violencia del narcotráfico y de que el crimen organizado asentado en nuestro país es una amenaza para la seguridad de los EU. Lo cual quiere decir que alguien no hizo su trabajo o lo hizo muy mal visto el resultado reportado, pero también se podría decir, puesto que de paradoja se trata, que alguien hizo my bien su trabajo al conducir al país a la situación en la que se encuentra. Puesto que si en este momento ya somos un estado fallido, nuestro margen de negociación frente al exterior sería entonces sencillamente nulo.
El abandono del campo y una creación de empleos insuficiente y mal remunerados han propiciado un importante flujo migratorio hacia los EU. A estos factores empiezan a sumarse el desarraigo que también genera la inseguridad pública o los efectos del cambio climático, al momento en que las repercusiones de la crisis económica referida ya se manifiestan generando desempleo en los EU, por lo que este último fenómeno asociado a una mayor presión demográfica en la frontera norte corre el riesgo de convertirse en una situación francamente crítica y en detrimento de los derechos humanos de los migrantes.¿Tendrá idea el grupo instalado en Los Pinos de lo que significaría para el país el “cierre” de la frontera norte tanto por el incremento del flujo migratorio (actualmente la cruzan aproximadamente medio millón de migrantes al año) como por la falta de control institucional de la misma? Si la respuesta es positiva y tomamos en cuenta la situación del país frente al problema, su solución exige la participación de verdaderos hombres de estado. Pero de ser así ya lo habrían demostrado. Y si la respuesta es negativa entonces el gobierno es parte del problema y tendrá que hacer lo que le ordenen. ¿Qué significa, entonces, hablar de “alianza estratégica”?

jueves, enero 15, 2009

Del presidente del empleo al presidente de los acuerdos, planes y programas

Autor: Gerardo Reyes Guzmán
Publicación: La Jornada de Oriente, 15 de enero 2009

En febrero de 2007 el presidente Felipe Calderón lanzó el Acuerdo para estabilizar el precio de la tortilla; en marzo de 2008 anunció el Programa de Apoyo a la Economía; en mayo de ese año, el Plan emergente para enfrentar la crisis alimentaria; en octubre, el Programa para impulsar el crecimiento y el empleo, y el pasado 7 de enero de 2009 nos vuelve a sorprender con el Acuerdo nacional a favor de la economía familiar y el empleo. Se trata nuevamente de un programa donde el punto central está en el gasto público para incentivar la demanda. Ahora se anuncia un precio fijo de las gasolinas y la reducción de las tarifas eléctricas, así como un recorte del 10 por ciento al precio del gas LP. Destaca también la posibilidad de hacer uso del ahorro para el retiro en caso de desempleo con apoyo gubernamental. No obstante, y ante el desempeño económico reciente, la eficacia de los acuerdos, planes y programas pierde credibilidad. Al cierre de 2008, el crecimiento económico fue menor al pronosticado a principios de año (1.5 por ciento vs. 2.5 por ciento); el desempleo llegó a niveles del 4.47 por ciento en noviembre de 2008, equivalente a cerca de 2 millones de desempleados y la inflación anualizada alcanzó el 6.5 por ciento al cierre del año. A ello se suma la depreciación del peso y la caída en la entrada de divisas por concepto de inversión extranjera directa, remesas, exportaciones manufactureras y petróleo. En 2008 se había aclarado al público que el subsidio a la energía no era sostenible, aun cuando el precio del petróleo se cotizaba a más de 100 dólares el barril; por ello, se decía, era necesario disminuir el subsidio a la gasolina, diesel, gas LP y tarifas eléctricas, ya que implicaba erogaciones de más de 350 mil millones de pesos al año. Ahora, con un precio del petróleo cercano a los 30 dólares por barril, un presupuesto que depende en 36 por ciento del los ingresos petroleros, un año en que los pronósticos del crecimiento económico son de cero por ciento (hecho que implica una menor recaudación fiscal) es difícil pensar que el gobierno estará en la posibilidad de financiar los distintos planes, acuerdos y programas anunciados, sin incurrir en un mayor endeudamiento o déficit público. Por ello, y en virtud de que los sectores más golpeados son aquellos vinculados con el sector externo: manufacturas, remesas e inversión extranjera directa entre otros, es más objetivo seguir de cerca el desempeño de la economía estadounidense para estimar la posibilidad de mejora en México.
Recientemente, y ante el repunte del desempleo en ese país (2.4 millones de empleos perdidos en 2008 y una tasa de desempleo del 7 por ciento al cerrar el año), Barack Obama anunció un paquete de 775 mil millones de dólares para apuntalar la economía estadounidense; sin embargo, su estrategia parece orientarse al mercado interno, lo que podría derivar en mayor proteccionismo y restricción migratoria, factores a su vez poco prometedores para México; por ello, el gobierno de Felipe Calderón deberá pasar de los acuerdos, planes y programas a resultados concretos y medibles, pues de lo contrario, la presente crisis tendrá un costo político muy alto para el partido en el poder en los comicios de 2009 y 2012.

lunes, enero 12, 2009

Familia… ¿todavía?

Autor: José Rafael de Regil Vélez
Publicación: Síntesis, fecha pendiente

Hay ciertos temas que aparecen sobre la mesa reiteradamente. Su pertinencia estriba justamente en que no son de moda, sino que brotan de las necesidades que los humanos experimentamos para poder construirnos personas en contextos que cambian rápidamente.

Uno de ellos es, ciertamente, el de la familia. Lo trae a colación de forma especial la realización del VI Encuentro Mundial de las Familias, iniciativa eclesiástica que en esta ocasión tendrá lugar en el Distrito Federal, de los días 14 al 18 de este mes.

Este encuentro se da en un contexto en el que muchísima gente propugna la importancia de la familia en la formación del individuo y en la creación de un tejido social menos raído que el que nos ha tocado vivir.

El problema viene cuando una afirmación tan abstracta como “la familia es la célula, el punto de partida de la vida del individuo y la sociedad” trata de ser interpretada en contextos complejos y de alta movilidad, como los nuestros.

Recientemente escuché a uno de los voceros de la referida reunión mundial responder a la pregunta de un periodista radiofónico sobre qué opinión le merecían las familias en las cuales sólo hay en la cabeza una mujer que hace veces de padre y madre. El eclesiástico respondió en tono de “compasión” que desgraciadamente en el mundo de hoy hay cosas que son contra la naturaleza, como las de las mujeres solas con hijos y que había que apoyarlas, pero que habría que aspirar a tener familias con hombre, mujer e hijos… es lo que se “debe”.

Dígase lo mismo cuando se señala que “la familia ha de permanecer unida”. He conocido familias en las cuales hay altísimos niveles de violencia que derivan bien en falta de respeto, bien en indiferencia y relaciones poco constructivas de las personas, pero que permanecen “en bola”, porque eso hacen las familia bien.

Me parece que el asunto no es así de fácil: hablar hoy de familia requiere nuevas consideraciones. Tenemos a la mano un capital enormemente rico de reflexiones científico sociales, psicológicas, filosóficas para darnos a la tarea de identificar qué es lo que hay que apuntalar en eso que llamamos familia, más allá de moralinas.

Familia: ¿todavía? Yo me respondo que sí, pero entendiendo que no se trata de algo monolítico, dogmáticamente definido; sino de una realidad viva que construimos cada uno de nosotros para encontrar un espacio de crecimiento personal que permita relaciones sociales más humanizadoras. Y para ello no se valen las fáciles recetas de cocina.

La otra alianza por la calidad de la Educación

Autor: Martín López Calva
Publicación: E-consulta, 12 de enero, 2009


En su artículo de “El País Semanal” de este domingo1, Javier Cercas afirma que según un estudio de la Organización de Estados Iberoamericanos, más de la mitad de los profesores españoles “piensan que los estudiantes de ahora son peores y menos disciplinados que hace unos años…” ¿Qué resultados tendría una encuesta similar entre los docentes mexicanos? Estoy prácticamente seguro que serían los mismos.
En primer lugar porque en general, tendemos a respaldar la vieja frase de que “todo tiempo pasado fue mejor” y en general, desde mi experiencia de diálogo con profesores y aún con estudiantes, se afirma siempre que las generaciones de alumnos del pasado eran mejores en su aprendizaje y más disciplinadas. Esta es una percepción subjetiva no necesariamente cierta. Baste recordar cómo éramos los docentes o los adultos en general en nuestra etapa estudiantil para matizar este prejuicio generalizado.
Sin embargo, hay una segunda razón por la que pienso que el resultado sería igual y que en general, con cierto fundamento, podemos afirmar que los estudiantes de hoy son menos disciplinados –no necesariamente menos inteligentes- que los del pasado.
El artículo de Cercas coincidió con una plática informal que tuve con profesores de distintos niveles educativos recientemente. En esta charla, hubo una total coincidencia entre los docentes en que los estudiantes de hoy no son menos capaces de aprender ni poseen menos habilidades intelectuales que los del pasado, pero que sí tienen menos disciplina y compromiso con su propio aprendizaje.
Tanto el artículo que refiero como la charla, exponían como un gran problema para que los estudiantes tengan esta disciplina la intervención de los padres de familia que se caracteriza actualmente por ser una participación que va muchas veces en sentido contrario a lo que la escuela pretende. Parece ser que como reacción al autoritarismo que padecimos, los padres de hoy estamos cayendo en el otro extremo del péndulo y justificamos toda acción de nuestros hijos en la escuela con o sin razón, yendo incluso en contra de su propio desarrollo como sujetos autónomos, capaces de enfrentar las consecuencias de sus actos.
“Somos una generación que fue regañada por sus padres y ahora es regañada por sus hijos” afirmó una directora escolar en la charla. “Lo que no es discutible es que no podemos lamentarnos de la falta de autoridad de los profesores en las aulas –para corregir a sus estudiantes- y luego reaccionar como energúmenos cuando los profesores intentan mal que bien imponer su autoridad. Lo que no es discutible es que, para que puedan ejercer su autoridad, hay que apoyar a los profesores”, afirma Javier Cercas.
Ambos comentarios surgen a partir de la reseña de casos en los que ante una falta de disciplina o de compromiso con lo acordado en clase, los maestros imponen alguna sanción a los estudiantes –por ejemplo quedarse en el recreo a elaborar una tarea no entregada- y los padres de familia reaccionan de manera agresiva e irracional justificando a sus hijos y llegando incluso a amenazar con demandar a la escuela , o como en el caso que refiere Cercas, a hacerlo y aún a agredir físicamente a los profesores.
Se habla actualmente de promover una mayor participación de los padres de familia en la vida escolar. Se ha legislado al respecto en nuestro país y se han creado figuras como las de los “consejos de participación” en las escuelas. Sin embargo, habría que preguntarnos cuál debe ser la participación de los padres y madres en la vida escolar y cómo habría que ir formando a los papás para lograr ir estableciendo una participación positiva y corresponsable con los profesores y directivos escolares para la auténtica formación de los estudiantes.
Así como se estableció una “alianza por la calidad de la Educación” entre las cúpulas del SNTE y la SEP federal, habría que luchar por construir otra alianza por la calidad educativa en la base de cada escuela: Una alianza entre los educadores y los padres de familia para “conspirar” hacia el desarrollo integral de sus hijos. Indudablemente este desarrollo inicia con la formación de una disciplina en la que sean capaces de interesarse, comprometerse y responsabilizarse progresivamente por su propia formación.
Para lograrla habrá que combatir simultáneamente el autoritarismo irracional que prevalece aún en muchos docentes y la sobreprotección des-educativa que parece ser hoy el común denominador en los padres de familia.


1 “De cara a la pared”. EPS. (11 de enero de 2009)