lunes, enero 12, 2009

La otra alianza por la calidad de la Educación

Autor: Martín López Calva
Publicación: E-consulta, 12 de enero, 2009


En su artículo de “El País Semanal” de este domingo1, Javier Cercas afirma que según un estudio de la Organización de Estados Iberoamericanos, más de la mitad de los profesores españoles “piensan que los estudiantes de ahora son peores y menos disciplinados que hace unos años…” ¿Qué resultados tendría una encuesta similar entre los docentes mexicanos? Estoy prácticamente seguro que serían los mismos.
En primer lugar porque en general, tendemos a respaldar la vieja frase de que “todo tiempo pasado fue mejor” y en general, desde mi experiencia de diálogo con profesores y aún con estudiantes, se afirma siempre que las generaciones de alumnos del pasado eran mejores en su aprendizaje y más disciplinadas. Esta es una percepción subjetiva no necesariamente cierta. Baste recordar cómo éramos los docentes o los adultos en general en nuestra etapa estudiantil para matizar este prejuicio generalizado.
Sin embargo, hay una segunda razón por la que pienso que el resultado sería igual y que en general, con cierto fundamento, podemos afirmar que los estudiantes de hoy son menos disciplinados –no necesariamente menos inteligentes- que los del pasado.
El artículo de Cercas coincidió con una plática informal que tuve con profesores de distintos niveles educativos recientemente. En esta charla, hubo una total coincidencia entre los docentes en que los estudiantes de hoy no son menos capaces de aprender ni poseen menos habilidades intelectuales que los del pasado, pero que sí tienen menos disciplina y compromiso con su propio aprendizaje.
Tanto el artículo que refiero como la charla, exponían como un gran problema para que los estudiantes tengan esta disciplina la intervención de los padres de familia que se caracteriza actualmente por ser una participación que va muchas veces en sentido contrario a lo que la escuela pretende. Parece ser que como reacción al autoritarismo que padecimos, los padres de hoy estamos cayendo en el otro extremo del péndulo y justificamos toda acción de nuestros hijos en la escuela con o sin razón, yendo incluso en contra de su propio desarrollo como sujetos autónomos, capaces de enfrentar las consecuencias de sus actos.
“Somos una generación que fue regañada por sus padres y ahora es regañada por sus hijos” afirmó una directora escolar en la charla. “Lo que no es discutible es que no podemos lamentarnos de la falta de autoridad de los profesores en las aulas –para corregir a sus estudiantes- y luego reaccionar como energúmenos cuando los profesores intentan mal que bien imponer su autoridad. Lo que no es discutible es que, para que puedan ejercer su autoridad, hay que apoyar a los profesores”, afirma Javier Cercas.
Ambos comentarios surgen a partir de la reseña de casos en los que ante una falta de disciplina o de compromiso con lo acordado en clase, los maestros imponen alguna sanción a los estudiantes –por ejemplo quedarse en el recreo a elaborar una tarea no entregada- y los padres de familia reaccionan de manera agresiva e irracional justificando a sus hijos y llegando incluso a amenazar con demandar a la escuela , o como en el caso que refiere Cercas, a hacerlo y aún a agredir físicamente a los profesores.
Se habla actualmente de promover una mayor participación de los padres de familia en la vida escolar. Se ha legislado al respecto en nuestro país y se han creado figuras como las de los “consejos de participación” en las escuelas. Sin embargo, habría que preguntarnos cuál debe ser la participación de los padres y madres en la vida escolar y cómo habría que ir formando a los papás para lograr ir estableciendo una participación positiva y corresponsable con los profesores y directivos escolares para la auténtica formación de los estudiantes.
Así como se estableció una “alianza por la calidad de la Educación” entre las cúpulas del SNTE y la SEP federal, habría que luchar por construir otra alianza por la calidad educativa en la base de cada escuela: Una alianza entre los educadores y los padres de familia para “conspirar” hacia el desarrollo integral de sus hijos. Indudablemente este desarrollo inicia con la formación de una disciplina en la que sean capaces de interesarse, comprometerse y responsabilizarse progresivamente por su propia formación.
Para lograrla habrá que combatir simultáneamente el autoritarismo irracional que prevalece aún en muchos docentes y la sobreprotección des-educativa que parece ser hoy el común denominador en los padres de familia.


1 “De cara a la pared”. EPS. (11 de enero de 2009)

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