martes, febrero 15, 2011

Juan Pablo II ¿santo?

Autor: Alejandro Ortiz   
Publicado:  El columnista, 10 de febrero de 2011

     Dentro de la dinámica religiosa católica existe el proceso de canonización mediante el cual la Iglesia decide poner a una persona -que vivió los valores evangélicos-  como ejemplo y testimonio a todos los demás. Este proceso tiene varias partes, pero sobresalen dos, la primera se llama beatificación y la segunda canonización. Para lograr la primera, se deben pasar varias pruebas y trámites, y al hacerlo, la persona considerada "ejemplo" se considera un beato, es decir un bienaventurado (eso significa la palabra beatus), una persona feliz, llena de gracia. Y en la segunda y última etapa -cumpliendo más procesos jurídicos-se vuelve esa persona canon, regla, norma, ejemplo para los demás.
     La teología que está detrás de este proceso implica que el Espíritu de Dios sigue actuando en las personas logrando verdaderas vidas ejemplares que testimonian la presencia de Dios entre nosotros. Sabemos que no se adoran estas vidas sino se veneran, o sea, se les reconoce su estilo de vivir y se ponen de ejemplo para todos los demás. Hasta ahí no hay problema (dentro del campo católico). El problema surge cuando se intentan beatificar a personas que muchos dudan de su vida ejemplar o vivencia de los valores del Evangelio. Un caso reciente ha sido la beatificación de Pío XII el papa que silenció su profecía en la persecución judía por parte de los alemanes, además que firmó decretos y concordatos (a través de sus delegados) con los nazis. Ahora el debate vuelve con la beatificación de Juan Pablo II. Existen posiciones a favor y en contra. Pero para entender estas posturas debemos dar un paso más entendiendo los llamados modelos eclesiales.
     Éstos son diferentes posturas de "cómo" ser y hacer Iglesia. De "cómo" relacionarse con el mundo, con la realidad desde los valores esenciales que nos transmitió su fundador: Jesús de Nazaret. Y aunque estamos de acuerdo con los teólogos que dicen que existen por lo menos cuatro modelos eclesiales diferentes, queremos reflexionar a partir sólo de dos, que considero los más relevantes (además de ser los más mediáticos), aunque sean los dos extremos de la tipología. Podría parecer una visión de blanco y negro, pero no es así, sabemos que para entender la totalidad del "mundo eclesial" debemos comprender también los modelos eclesiales que están en medio de estos dos y que hacen que existan tonalidades en las posturas. El primero modelo eclesial es el de cristiandad y el segundo es el llamado latinoamericano o iglesia de los pobres. En el primero la iglesia se siente madre y maestra, ella es la "sociedad perfecta" la que deben de acudir todos los demás. Alguna vez se dijo desde este modelo "fuera de la iglesia no hay salvación". Se sabe una institución fuerte y por eso es que sabe hacer alianzas con los "poderes del mundo", empezó con Roma y sigue haciéndolo con "nuevos emperadores".
     Sólo recordemos las personalidades "invitadas" a los funerales de Juan Pablo II. Durante la historia es el modelo eclesial dónde sus sacerdotes y obispos son consejeros espirituales de personas como Pinochet, Franco y otros dictadores. Piensa que lo importante es mantenerse vigente en la historia, no importando cómo. Se aleja del evangelio y se acerca al poder como le conviene.  Es la iglesia que debe mostrar en sus vestidos y casas el lujo y honor que se merecen por ser vicarios y representantes de Dios. En cambio en el otro modelo se surge y vive al revés. Es una iglesia que nace de la base, promoviendo comunidades eclesiales de base y dentro de ella el respeto y la defensa de los derechos humanos. Lee más la biblia que el catecismo por eso está más cerca de Jesús que de sus obispos. Le critican su opción por los excluidos y empobrecidos de la historia y sus lecturas críticas en contra de los poderes fácticos de la sociedad actual.
     Sus alianzas son más con las organizaciones civiles y sociales. Y obviamente tienen problemas con los poderosos de este mundo. Por eso intentan matar a sus obispos (como a Don Samuel) o lo logran hacer como en el caso de Monseñor Romero (que por cierto es uno de los casos más lentos de beatificación en la historia), persiguen y asesinan a sus sacerdotes incómodos como los jesuitas en la universidad Centroamericana de El Salvador. Son dos maneras de ser Iglesia, las dos coexisten en la dinámica católica. Algunos viven en el Vaticano, otros viven en los barrios con la gente. Algunos son premiados por cerrar seminarios de avanzada y otros castigados por pensar una teología profética. Algunos viajan en grandes automóviles y otros en transporte colectivo. Unos usan en sus ritos, estolas con hilos de oro y otros con colores del pueblo indígena.
      Debemos ser claros, siempre ha existido desigualdad, pero durante los ochenta el modelo eclesial latinoamericano tuvo mucha fuerza y presencia. Pero fue atacado y golpeado. Hoy el fuerte es el de la Cristiandad. Es el predominante pero no el más coherente. Es el modelo que protege a los pederastas (sólo por tener ordenación sacerdotal) y se persigue con violencia a los teólogos de la liberación (por considerarlos marxistas). Es el modelo que persigue a las mujeres por pensar y a los indígenas por escribir. Es el modelo donde el cambio es un peligro y lo diferente una amenaza. Es donde abunda la jerarquía y donde se obliga a los laicos a la obediencia y nunca a la buena escucha. En el otro modelo pese a que quedan muy pocos obispos de las liberación en el continente (uno en México para ser exactos) existen miles de comunidades eclesiales de base, miles de religiosos y religiosas que siguen optando por un modelo eclesial latinoamericano que busca seguir de más cerca el proyecto de su fundador que sólo quería pan y misericordia para todos, señales de que Dios los ama en los cielos y en la tierra.
     Sabrán entonces, queridos lectores, que es el modelo de cristiandad el que quiere la canonización de Juan Pablo II. Es un agradecimiento "post mortis" a Juan Pablo II. Quieren agradecerle su lucha enfática en contra del comunismo y su lenguaje suave contra el capitalismo. Sus alianzas con Estados Unidos y otras potestades. Y su excelente relación y complicidad con aquellos grupos eclesiales de derecha, como el Opus Dei y los Legionarios de Cristo, que le ayudaron a salir de la crisis financiera después del fraude del Banco ambrosiano y que tuvo que retribuir con dejarles gran parte del poder en la Iglesia y del Vaticano. Para muchos el pontificado de Juan Pablo II fue un "invierno eclesial". Se persiguió más que en tiempos de la Inquisición, se prohibió hablar y enseñar a las mentes teológicas más brillantes de Europa y América Latina. Sabemos que la mano que firmó estas persecuciones fue la de Juan Pablo II pero la mano que primero señaló fue la del cardenal Ratzinger, hoy Benedicto XVI. Se volvió al Medievo con tecnología de punta. Se ha vuelto una realidad esquizofrénica ya que se persigue lo que se ha creado y se busca lo que se ha alejado. Son tiempos duros y conservadores. Y eso seguirá por un tiempo. Hoy este modelo está lleno de mucha jerarquía pero poco cristianismo. Mucha rabia y poca misericordia. Poca justicia y mucho encubrimiento.
     Es un modelo eclesial más cerca del derecho canónico que de los evangelios. Más cerca de la necesidad institucional que del dolor de la gente. Un modelo eclesial que tiene muchos micrófonos y televisores pero poca espiritualidad. Sólo un obispo de modelo eclesial a favor de los pobres es importante en los medios cuando se muere. Recordemos el caso de Don Samuel. Y aunque algunos obispos se arriesgan a decir que Don Samuel es un ejemplo, nadie de la corriente de cristiandad lo avala, no así los miles de indígenas que se reunieron para decirle un hasta pronto jTátic.
     Aunque no existan los tiempos requeridos para hacer el proceso de beatificación, aunque se dude del milagro que se le atribuye a Juan Pablo II, aunque se dude de su misericordia y actitud evangélica en las decisiones fundamentales para los laicos (muerte y sexualidad), aún así se beatificará en forma rápida a Juan Pablo II. Existen pocas razones teológicas pero muchas económicas y políticas. ¿Será beato JPII? No hay duda, ¿lo merece? es otra cuestión.

    

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