martes, febrero 15, 2011

¿Los líderes nacen o se hacen?

Autor: Alexis Vera
Publicado: Síntesis Puebla, 05 de febrero de 2011

     Esta es una vieja pregunta que me parece sigue dejando qué pensar. Muchos dicen hoy día que los líderes nacen, no se hacen, porque no se puede aprender a tener visión ni a influir en las demás personas como se aprende, por ejemplo, a sumar o restar. Este sector de la opinión con frecuencia comenta que las labores del líder son demasiado complejas para aprenderse en la escuela o en la universidad y que más bien se trata de genética, o de sangre, o de cualquier otro aspecto biológico con el que nacimos, pero no de aprendizaje.
      Muy seguido en nuestras vidas, cuando no podemos explicarnos razonable o científicamente algún fenómeno, tendemos a buscar explicaciones en el Olimpo, en la magia, o en cualquier otro aspecto fantástico que satisfaga nuestra inquietud de encontrar explicaciones a todo. Creo que esto pasa, en parte, con el tema del liderazgo; y tal vez sea porque en el mundo aún no se sabe en realidad mucho sobre el arte y ciencia del liderazgo, y quizás tardemos muchos años más en conocer con precisión el tema. Como en realidad muy poco se sabe hoy sobre las configuraciones internas de los líderes (sobre porqué o cómo piensan y actúan frente a tal o cual situación) también se sabe poco sobre cómo desarrollar estas habilidades en cualquier persona.
     Parafraseando a un importante académico del liderazgo en el mundo actual, Henry Mintzberg, de la Universidad McGill (en Canadá), aunque parezca increíble, en realidad poco se ha estudiado sobre el liderazgo. Y sí, en efecto, suena increíble que no sepamos lo suficiente sobre el tema considerando las importantes consecuencias que tiene para el mundo la intervención de cualquier líder, sin importar del ámbito en el que se desarrolle (público, privado, o no gubernamental).
     Como sociedad por lo general sabemos que el mundo necesita mejores líderes. No sólo en el campo de la política, también –por ejemplo- en el ámbito empresarial y educativo se necesitan personas mejor capacitadas para ello. Prácticamente no hay en la tierra un rincón que no necesite mejorar sus prácticas de liderazgo. Es hasta cierto punto notorio cuando en un grupo social hay un mal líder: prevalece la injusticia sobre la justicia, la discordia sobre la concordia, la ineficiencia sobre la eficiencia, etc. Esto no quiere decir que con un buen líder desaparezcan todos estos problemas, pero sí sugiere que tanto la injusticia, la discordia y la ineficiencia (por sólo nombrar algunos productos del liderazgo) son reducidos significativamente donde hay un buen líder.
     Regresando a nuestra pregunta inicial sobre si un líder nace o se hace, tenemos que –lo que hasta ahora sabe el ser humano- es que un líder fundamentalmente se hace. En efecto, una persona puede nacer con ciertas configuraciones personales que le facilitan la labor de liderazgo (por ejemplo una competencia nata de escucha), pero si no se entrena deliberadamente esta competencia, entonces no se convierte en verdadera fortaleza personal, en ventaja individual o en herramienta eficaz para liderar. Es como quien nace con cierta predisposición genética para la danza pero nunca entrena para ser bailarina; podríamos predecir que la persona nunca llegará a ser bailarina, porque, aunque su configuración genética le permitiría llegar lejos en la danza, su formación y disposición a seguirse educando harán justamente lo contrario.
     En el mundo contemporáneo vemos que la mayoría de los líderes, de cualquier jerarquía, piensan que no tienen nada más qué aprender sobre la práctica del liderazgo. Que el hecho de haber sido elegidos para un cargo directivo implica que ya saben dirigir o que el mismo cargo les pasará por ósmosis todo lo que deben saber hacer para un buen liderazgo. Y aquí no estamos hablando solamente de quienes ocupan su primer puesto gerencial, también nos estamos refiriendo a quienes ya tienen experiencia directiva. En efecto, tal como muchos estudiosos de la disciplina han comentado, el simple hecho de hacer no garantiza el aprendizaje. No porque alguien haya sido gobernador significa que ya aprendió a ser buen gobernador o buen líder.
     Quien quiera ser mejor líder, necesita consciente y deliberadamente hacer esfuerzos para mejorar su práctica de liderazgo. Desafortunadamente, la mayoría de nuestros líderes creen que son productos terminados; que ya no necesitan aprender más al respecto o que mostrarán debilidad si lo hacen.  Me parece que todos, líderes y sociedad, necesitamos madurar y aprender más al respecto.

No hay comentarios.: