lunes, diciembre 05, 2011

¿Estudiantes profesionales?


Autora:  Luz del Carmen Montes Pacheco, datos del autor haz click aquí
Publicado: en Lado B, 29 noviembre de 2011

     El ser humano por naturaleza aprende y en la sociedad se han diseñado mecanismos para que esa habilidad innata se aproveche a través de un proceso formal, consciente y sistemático, que operativamente, consiste en que una persona tiene que asistir a la escuela por muchos años.
     En nuestro país es un hecho ya que la ruta educativa obligada será desde el nivel de preescolar hasta el bachillerato. Al terminar el bachillerato se supone que se está preparado para integrarse al mundo laboral o para iniciar un proceso educativo más que lo calificará para desempeñarse en un ámbito profesional.
     Dicha calificación u obtención de grado amerita un gran festejo en el que realmente hay una graduación, en el sentido estricto y no como erróneamente se entiende para otros niveles educativos anteriores, aunque eso es harina de otro costal.
De regreso a la graduación. En este acto, en los discursos más importantes a nivel internacional, los oradores han dicho a los recién graduados que su preparación formal no ha terminado, tienen que seguirse preparando. Y esta recomendación no implica el aprendizaje normal en la práctica laboral o en los espacios personales, por distinguirlos de alguna manera.
     Después de tantos años de ir a la escuela y graduarse, se abre un enorme panorama de posibilidades: diplomados, especialidades, maestrías, doctorados y un sinnúmero de cursos y talleres de actualización. Amén de una extensa oferta de programas que no siempre están relacionados con el ámbito laboral, desde el mejoramiento de la imagen de un profesional, hasta el desarrollo humano.
     La graduación de licenciatura ya no es la culminación de la vida escolar. Parece que ya no se estudia para vivir, se vive para estudiar. Aspecto que, como muchos otros, tiene al menos dos lecturas.
     El negativo, que se da cuando estudiar una licenciatura ya no es suficiente. Casi por inercia los nuevos licenciados- y sus padres- programan con anticipación los estudios de maestría. Algunos posibles riesgos son: estudiantes de maestría con experiencias limitadas que dificultan el diálogo requerido en un posgrado, una excesiva oferta sobre-calificada para las necesidades productivas de nuestro país y salarios bajos para perfiles altos, entre otros.
    El positivo, en que se tienen estudiantes de maestría que una vez que se han probado laboralmente, quieren ser mejores en lo que hacen o quieren dar un giro a lo que hacen.  
    Las personas que se insertan en el mundo laboral, después del bachillerato o de la licenciatura, pueden decidir a partir de su experiencia la meta y el rumbo a tomar. La intención de continuar su educación depende en mayor medida de sus intereses, de sus necesidades, de sus debilidades y de sus fortalezas.
     La superación personal y laboral depende del sujeto que aprovecha sus recursos y sabe lo que quiere y cómo lograrlo. El grado por el grado o el curso por el curso no garantizan la movilidad ni el bienestar social. La pertinencia y relevancia en estas decisiones es un factor clave.
    El botón para la muestra. En el famoso discurso para graduados de Stanford, del famoso Steve Jobs; discurso desarrollado en tres historias, hay dos mensajes que fortalecen las ideas de este escrito. En la primera historia la idea principal es que aún abandonando oficialmente sus estudios, continuó preparándose con base en sus intereses, su intuición y su curiosidad; con el paso del tiempo, hizo conexiones que aprovechó para sus desarrollos. En la segunda historia, habló del amor y la pasión que se siente por lo que se hace. Resalta la presencia de la fe, el amor en lo que hacía y la asimilación de la derrota como una oportunidad.
     No hay que abandonar la universidad – hay contadísimos Steve Jobs- hay que aprovechar lo que en las universidades se ofrece, con interés, curiosidad e intuición, para hacer mejor lo que se hace o lo que se quiere hacer y ser.
Solo los profesores universitarios y los investigadores están obligados a ser estudiantes profesionales, por vocación, por amor y por pasión en lo que hacen.
Para el resto de las personas, profesionales o no, tiene que haber formación permanente, educación continua o formación para la vida. Modalidad con valor curricular formulada para actualizarse, especializarse o como complemento en un área especializada.
Y es en las universidades donde hay que trabajar para que los estudiantes sean más conscientes de estos escenarios y del poder de decisión que tienen. Sí posgrados, pero elegidos a partir de la experiencia. Sí formación continua, pero como una oportunidad para regresar a la universidad para mejorar lo que se hace y lo que se es.
     Sí aprendizaje para toda la vida en casa, con la familia, con el resto de la comunidad. Sí lecturas y diálogos inteligentes y críticos con las parejas, con los padres, con los hermanos y con los hijos de cualquier edad. Aprendizaje útil e indispensable para la movilidad y el mejoramiento social. Más importante que la obtención del grado es el ser humano que quiere aprender para ser mejor y mejorar la sociedad.

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