jueves, diciembre 15, 2011

Leer-se: ser y leer.



Autora: Marisol Aguilar Mier
Publicado: Puebla on Line, 14 de diciembre de 2011.

     ¡Leer…! La lectura ha sido el tema de estos últimos días. Todos hemos sido espectadores de una avalancha de bromas, reflexiones y críticas severas suscitadas a propósito de cierto hecho ocurrido recientemente en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Pero más allá de preferencias políticas y de una que otra buena carcajada, se ha tocado un punto muy importante que merece ser tomado en cuenta en este contexto que, nos guste o no, evidencia la incipiente cultura del libro que tenemos en nuestro país. Empecemos por algunos datos:
Según la Encuesta Nacional de Lectura del 2010 (CONACULTA), los mexicanos leemos en promedio 2.9 libros al año. Dato que varía según la edad, el género, la escolaridad y el nivel socioeconómico de las personas. Por su parte, el INEGI reportó que 56% de los encuestados lee libros, 31% ha leído un libro en algún momento de su vida y un 13% dijo nunca haber leído un libro. Como podemos apreciar, sólo poco más de la mitad de los mexicanos son lectores activos, y además, otros estudios señalan que la razón principal para leer está relacionada con “informarse” o por “motivos escolares” (más que por gusto, recreación, crecimiento o aprendizaje), incluyendo en estos números a los libros de texto. Y cabe mencionar, que menos del 20% se dedica a esta actividad en su tiempo libre, a diferencia de la televisión, donde la cifra se duplica (41%).
     
Lo anterior representa una enorme dificultad pues hoy por hoy, dentro de la llamada sociedad del conocimiento, no podemos ignorar que la lectura es indispensable para sobrevivir pues existe una gran cantidad de información que requiere ser manejada, comprendida, analizada, enjuiciada y valorada.
     

Por ello, debe comprenderse a la lectura de manera mucho más amplia pues no es una cuestión mecánica ni instrumental que se reduce a una simple decodificación. Tampoco se limita a lo escolar o a usos académicos o laborales exclusivamente. Sus alcances son mucho más profundos. Leer consiste en un proceso de interpretación y construcción donde confluyen operaciones perceptivas, emocionales, intelectuales y sociales por medio de las cuales se extraen y otorgan significados. Por lo tanto, abarca múltiples dimensiones a través de las cuales el ser humano se informa, se comunica, se forma, se recrea, se reconstruye y resignifica.
De esta manera, al leer se van involucrando en un proceso psicolingüístico de carácter personal y social, elementos cognitivos, afectivos, valorales y creativos. Al realizar una actividad visual, de manera refleja y simultánea se desarrolla la identificación de palabras (percepción), la reproducción de lo leído (memoria), la reflexión y crítica en torno a sus contenidos (análisis), la utilidad y aplicabilidad de éstos en la vida de la persona (creatividad), la búsqueda de respuestas (imaginación) y la reinterpretación de la realidad y de uno mismo (construcción). Este gran despliegue de actividades que provoca la lectura a nivel cerebral, da como resultado una mejoría en la calidad y el desarrollo de las habilidades del pensamiento. Existe por lo tanto, una estrecha relación entre leer, pensar y aprender pues el lector al irse experimentando como tal, al comprender un texto, va construyendo su propio significado, redescubriéndose a sí mismo, de manera integral.
     
Por el contrario, la deficiente comprensión lectora, constituye un obstáculo para el aprendizaje y suele conducir al alumno a la pasividad, al sin sentido escolar, a la apatía y a la falta de compromiso. Nos dice Paulo Freire al respecto que hay muy pocos estudiantes que reflexionan sobre lo que leen y por consecuencia, no generan nuevas ideas careciendo de creatividad pues no son constructores de su propio conocimiento.
     
Por ello, puede afirmarse que leer bien transforma a la persona porque implica una interpretación y reescritura propias provocando una nueva lectura de la realidad la cual es re-significada constantemente. Incluso, se dice que ésta actividad puede llevarnos a una práctica para la libertad pues nos ayuda a tomar conciencia para un actuar distinto en el mundo.
      
Queda entonces un gran reto no sólo para las instituciones educativas, sino principalmente para la familia pues es en los primeros años de vida donde se puede promover en los niños y niñas una actitud de curiosidad e indagación constante, un gusto por aprender y descubrir nuevos horizontes y nuevas perspectivas a través de la lectura.
     
A manera de conclusión y como dice Fernando Savater no hay que olvidar que (para bien o para mal) “gran parte de lo que somos se lo debemos a la lectura”.
     




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