viernes, abril 26, 2013

Educación y convivencia humana


Autora: Belén Castaño Corvo
Publicado: e.consulta, 16 Abril 2013

      Los seres humanos mostramos en muchas ocasiones nuestra  incapacidad  para imponer la mínima racionalidad a fin de alcanzar una pacífica convivencia, de ahí la pregunta que hace el filósofo español Fernando Rielo: ¿por qué tan alto grado de incomunicabilidad entre los seres humanos, si su esencia como defienden muchos consiste en el lenguaje comunicativo, en la sociabilidad, en lo simbólico…?[1]. Unido a ella se plantea esta otra cuestión: ¿qué sentido tienen las artes, los inventos, el progreso científico, el desarrollo de la técnica, el afán de poder, la defensa y la lucha por la libertad… si todo, al final acaba en despojos?.
      En la sociedad moderna líquida descrita por el sociólogo polaco Zygmunt Bauman la lealtad es motivo de vergüenza, no de orgullo; es una sociedad consumista que además convierte al hombre y a la mujer en “objetos de consumo”, en desechables, fruto de relaciones de convivencia marginales. En ella se dan relaciones pasajeras, superficiales, lo que produce finalmente una infelicidad que genera una vida de claros tintes egocéntricos. Paradójicamente la llamada sociedad del conocimiento y de la comunicación está creando cada vez más incomunicación y soledad entre las personas, presentándose por ello como una amenaza para el ser humano.
      De esta sociedad en cierta medida enferma, emerge un tipo de hombre que Rojas denomina light. Este hombre “carece de referentes, tiene un gran vacío moral y no es feliz, aún teniendo materialmente casi todo”[2]; es frío, no cree en casi nada, sus opiniones cambian rápidamente y ha desertado de los valores trascendentes. La era del vacío en la que se encuentra metido hace que este hombre sea cada vez más vulnerable; de ahí que la propuesta para superar el vacío sea el humanismo y la trascendencia, sin perder la perspectiva de que no hay auténtico progreso si no se da en clave moral.
Convivir es una arte que implica vivir, desvivirse y no meramente sobrevivir. La experiencia personal nos muestra cada día, las dificultades que encontramos en este difícil arte ya sea en el ámbito escolar, familiar…, en aquél más próximo en el que nos vemos inmersos por nuestra actividad profesional e incluso en ese otro mucho más amplio en el que nos situamos como ciudadanos, integrantes de una sociedad, cultura, civilización o aldea global.
      En este contexto la pregunta por el sentido de la convivencia humana apremia cada vez más y se vuelve necesaria la reflexión honda y el descubrimiento de nuevas veredas para desenmarañar la complejidad del ser humano y sus relaciones en diferentes contextos
En el ámbito próximo, la convivencia humana plantea  dilemas éticos de ahí que  sea necesario analizar la riqueza y las dificultades de las relaciones de pareja, los tipos de familia y  la necesidad del diálogo intergeneracional para la construcción de relaciones cordiales.
En el ámbito global observamos un mundo caracterizado por la violencia, el terror, la inseguridad  y el miedo en sus más variadas manifestaciones, de ahí que la exigencia de la paz y la justicia se presente como un clamor universal, una necesidad imperiosa para los seres humanos. La intolerancia entre las culturas y las dificultades que presenta la convivencia humana hacen necesaria la reflexión universitaria sobre la educación para la paz y la justicia a fin de plantear una racionalidad diferente en las relaciones entre los seres humanos.
      Desde esta perspectiva y como parte de la formación de los estudiantes la tarea consistirá en promover el desarrollo habilidades en los alumnos para conocer, observar y criticar los dinamismos que generan los procesos conflictivos y fomentar la  creación de  alternativas que den solución a los mismos.
      En contextos próximos y lejanos observamos que el poder y la exclusión que promueven las sociedades neoliberales capitalistas ahondan  las desigualdades sociales lo que provoca  la aparición de las nuevas  víctimas de la historia que demandan una construcción social desde la autenticidad, el reconocimiento y la compasión.
Por otra parte contemplamos un mundo en el que prevalece la intolerancia, la discriminación, la segregación a la diferencia y donde se viola la dignidad del ser humano convirtiéndolo en medio por ello se hace indispensable una cultura de derechos humanos que fomente la educación en este ámbito a fin de asegurar el respecto a la dignidad de la persona humana y la implicación de la sociedad civil como promotora y defensora de los derechos humanos.
      La educación, desde los ámbitos familiar y escolar, ha de proponerse como objetivo el reconocimiento de la propia responsabilidad en las relaciones interpersonales y en el desarrollo de un mundo cada vez más justo y más equitativo donde todos quepamos. Este esfuerzo ha de ser continuo a fin de desterrar  la rutina que caracteriza muchas de nuestras relaciones, al no desarrollar la capacidad de sorprendernos unos a otros y también  la salida fácil que nos lleva a eludir la responsabilidad de trabajar por el bien común, la justicia y la paz. 

*La autora es profesora de la Universidad Iberoamericana Puebla.
 Este texto se encuentra en: http://circulodeescritores.blogspot.com
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