viernes, septiembre 06, 2013

Consistencia y buen ejemplo desde el primer día de clases

Autora: Luz del Carmen Montes Pacheco, dato0s del autor haz click a quí
Publicado: La Primera de Puebla, 23 agosto de 2013

Hoy estoy preparando el programa de mi asignatura y con ello mi 
primer día de clases. Y como tantas otras veces, recuerdo uno 
de los consejos que me dio un buen amigo cuando me inicié 
formalmente como profesora de un grupo, hace ya casi veinte 
años. Me dijo
las reglas que se establecen el primer día deben 
cumplirse durante todo el curso, así no tendrás problemas de 
disciplina, pero cuidado con lo que prometes porque debes 
estar dispuesta a cumplirlo; de nada sirve que se les dé por 
escrito a los estudiantes una serie de aspectos o reglas que no 
se cumplirán
.

Entregar un programa por escrito, es más que un rito 
recomendable para encuadrar el curso. En muchas instituciones 
educativas, sobre todo de nivel superior, es obligatorio hacerlo 
en la primera semana de clases. De hecho, el primer día de 
clases es crucial en el establecimiento de compromisos tanto de 
aprendizaje como de convivencia.

Compromisos de aprendizaje porque el programa se presenta por 
medio de los objetivos que han de alcanzarse en el curso, los 
temas que han de cubrirse, las principales actividades o 
experiencias de aprendizaje, las evidencias que se generarán y 
los criterios de acreditación y de evaluación. El programa en 
realidad se convierte en
el contrato que firman las dos partes, 
el profesor que propone o
impone y los estudiantes que 
aceptan, casi siempre sin chistar.

Muchos estudiantes se pierden el primer día de clases porque la 
bienvenida al curso, la presentación de cada uno de ellos y del 
profesor, la declaración de expectativas y la presentación del 
programa de la asignatura son considerados aspectos de relleno 
porque
no hay clase, a lo mucho el profesor dejará una tarea 
sencilla para arrancar. Pero estos aspectos encierran mucho más 
que un acto protocolario pues nos sirven para iniciar el ambiente 
de trabajo.

En el primer día de clases se establecen también: hora de 
llegada, hora de salida, manejo de asistencias y retardos, uso de 
teléfono y otros aparatos electrónicos, permisos para

salir del salón, reglas sobre la comida dentro del aula, etc. Que 
más que fórmulas de cortesía, junto con el saludo al inicio de 
cada sesión y la despedida al final, son aspectos que nos ayudan 
a construir un clima de respeto, indispensable para la 
convivencia y el aprendizaje.

El primer día de clases no es una clase menos ni es un asunto 
banal, muchos profesores que trabajan con estudiantes jóvenes, 
suponen que los muchachos ya han sido educados en niveles 
educativos previos y en su casa. Presuponen que se respetan 
entre ellos, que respetan al profesor, que llegarán temprano, 
que entregarán tareas a tiempo, que no molestarán a sus 
compañeros; y todo ello no siempre es cierto, pues algunos 
estudiantes nos ponen a prueba desde el primer día, por lo que 
tampoco es suficiente decirles ni darles las pautas por escrito; 
se requiere predicar con el ejemplo y aplicar consistentemente 
las reglas.

Predicar con el ejemplo no solo se refiere a respetar a los 
estudiantes como personas, se manifiesta cuando somos 
puntuales con la llegada y la salida, cuando regresamos en 
tiempo y forma los trabajos revisados y manteniendo apagado 
nuestro teléfono.

Aplicar consistentemente las reglas implica exigir lo mismo a 
todos, sin favoritismos pero considerando cada situación para 
poder ser flexibles en un momento dado. Si recibimos un día la 
tarea fuera de tiempo y otro día no, si un día dejamos pasar 
tarde y otro no, se genera confusión.

Para poder actuar con firmeza, consistencia y buen ejemplo, 
ayuda mucho pensar que los profesores no solo manejamos 
información, acompañamos en la formación de hábitos, actitudes 
y valores.

La autora es profesora de la Universidad Iberoamericana Puebla. 
Este texto se encuentra en: 
http://circulodeescritores.blogspot.com

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