lunes, marzo 05, 2012

Pensemos en una educación con algunos 'peros'


Autor: Gonzalo Inguanzo Arteaga
Publicado: Síntesis Puebla, 01 de marzo de 2012

     Si asistes a cualquier evento académico que tenga como objetivo la discusión de la "educación" encuentras que se debate o reflexiona sobre reformas educativas, evaluación, proceso de enseñanza-aprendizaje, formación de profesores y muchos otros temas que, indiscutiblemente, son importantes.
     Sin embargo, considero que más allá de la relevancia de los temas, siempre tendemos a centrarnos en una mirada de lo pasado, en el error cometido, en lo que no funcionó, y no sólo eso, el análisis es realizado por los "especialistas" (investigadores, funcionarios, directivos y en ocasiones los docentes). Entiendo la necesidad de reconocer las causas para poder decidir qué cambiar y lograr una mejoría; y también acepto que implicar a los "especialistas" puede acortar el tránsito a una "mejor educación", pero creo que generalmente olvidamos la mirada del alumno y el papel preponderante que debemos darle como actor relevante de ese proceso que queremos entender y mejorar.
      Muchos consideramos que el alumno es el principal responsable de su aprendizaje, pero no hacemos nada para fomentar esa responsabilidad; deseamos que tenga un rol activo y creativo que lo potencie, pero la propuesta de lo que sucede en clase sigue siendo generalmente tradicionalista; los invitamos a que sean innovadores, pero ante ideas liberadoras nos olvidamos de la propuesta inicial; precisamos que sea agente activo de su aprendizaje, pero los docentes siguen aferrados a comportarse como el único protagonista del proceso; les pedimos un aprendizaje colaborativo, pero los espacios físicos o aulas no lo permiten.
      Los invito a dejar un poco el pasado allí donde está, en el pasado. Deberíamos pensar más en lo que sigue, en ponernos en los zapatos de los estudiantes, en no sólo venderles la idea, sino hacer que se conviertan en una realidad. Una realidad donde el alumno sea el principal responsable de su aprendizaje y participe teniendo un rol activo y creativo, donde interactúe con el medio, resolviendo problemas, generando e integrando el conocimiento adquirido con aprendizajes anteriores y con otros productos culturales; donde entienda la interacción con el conocimiento como algo que lo libera y potencia. Si se puede.



El papel de los medios de comunicación en el bullying escolar


Autora: Ma. Teresa Abirrached Fernández
Publicado: en Lado b, 14 de febrero de 2012

   El Bullying, entendido como acoso o maltrato entre adolescentes y que se da principalmente en las escuelas, es un tema que se aborda en la actualidad en casi todos los grupos sociales con el fin de prevenir a las posibles víctimas y a las personas que forman parte de su contexto: padres, maestros y compañeros.

La palabra bullying se utiliza para describir diversos tipos de comportamientos no deseados por niños y adolescentes, que abarcan desde bromas pesadas, el ignorar o dejar deliberadamente de hacer caso a alguien, los ataques personales e, incluso, los abusos serios.
     Del bullying se puede escribir en diversas vertientes, desde los signos que muestra un niño o niña agredido, hasta recomendaciones que giran en torno a los hábitos de convivencia familiar y social. Sin embargo, en esta ocasión se abordará desde un problema fundamental: el papel de los medios de comunicación y las redes sociales en la formación de la personalidad y actitudes de los niños y, como consecuencia, en la propagación de ideas y comportamientos que pueden dañar la convivencia entre los niños y adolescentes.
     De acuerdo a los estudios realizados por Enrique Alducin en el libro “Los valores de los mexicanos”, una persona en los años 50’s formaba sus valores en base a las siguientes influencias: 45% familia, 23% escuela, 5% medios de comunicación, 15% religión y 12% medio ambiente. Para los años 80’s, esta situación cambió radicalmente, quedando de la siguiente manera: 27% familia, 24% escuela, 23% medios de comunicación, 8% religión y 18% medio ambiente.
     Y en el 2010 –dadas las condiciones socioeconómicas y culturales en las que ambos padres trabajan y permanecen fuera del hogar durante largas jornadas-, los factores de influencia se modifican y los núcleos familiares, religiosos y escolares ceden su espacio como formadores de personalidad y ejes de sociabilidad a los medios de comunicación, quedando de la siguiente manera: 18% familia, 20% escuela, 43% medios de comunicación, 5% religión y 14% medio ambiente.
     Así, actualmente podemos ver cómo el comportamiento de un niño es dramáticamente influenciado por los medios de comunicación. Ésta es una situación que se da desde principios de los años ochentas y ha estado determinada por la estructura social y familiar, cuando la generación X, en un afán de búsqueda de identidad pretende romper los paradigmas de diversión de sus padres; es en este contexto que surgen programas televisivos que buscan la empatía con estos jóvenes, las telenovelas comienzan a “mostrar” imágenes más reales de amor, odio, envidia y sexo como una forma de acercarse a la audiencia.
     Esta nueva forma de hacer televisión rápidamente fue aceptada, convirtiendo al público en morboso y ansioso de ver escenas más “fuertes” en pantalla. Los medios capitalizaron esta moda y, para los años noventas, ya era una constante en todos los programas.
     En un intento por volver a los valores, en 1997 se propuso una iniciativa a favor de lo mejor en los medios, en el que los medios de comunicación se unieron con la sociedad para fomentar la creación de programas de contenido y reducir los efectos negativos de los mensajes que hasta ese momento se transmitían y que dañaban a los niños y a las familias, en un esfuerzo por cambiar esa cultura de comunicación.[1]
     Durante algún tiempo los medios respetaron este acuerdo, pero se enfrentaron a un público que no estaba dispuesto a volver a los programas de humorismo blanco y a las escenas de amor platónico, por lo que pronto se rompió el pacto e incluso se agudizó la competencia con escenas crudas y violentas. Esta tendencia llegó a los programas de espectáculos y después a los noticieros serios. Con el auge de las redes sociales se ha incrementado aún más la exposición de los jóvenes a los mensajes malintencionados y sin control, que crecen de manera viral tergiversando sus valores y provocando actitudes violentas y agresivas que crean ambientes escolares de bullying.
     Esta generación, conocida como del @, ha sido expuesta a la nota roja y escenas eróticas por doquier, aunado al poco control que se ejerce en las familias, lo que implica que en muchos casos pierdan la fe y la esperanza en un futuro mejor. Una de las consecuencias es el fenómeno NINI que en nuestro país suma 7.5 millones de jóvenes que ni estudian ni trabajan, sin importar el nivel socioeconómico ni la escolaridad de sus padres.
     Éste es el entorno en el que se “educan” nuestros hijos, en el que aprenden que violar la privacidad de otros y la propia es una forma de pertenecer, y agredir a una persona en un talk show no sólo es aceptado sino aplaudido, con frases que se han hecho famosas como “que pase el desgraciado”. Ante esto, ¿qué podemos esperar de la conducta de los niños y adolescentes que reciben como insumo estos programas? Y lo más lamentable es que son los contenidos televisivos que consumen sus padres.

Educar (nos) o padecer (nos)


Autor: Martín López Calva, datos del autor haz click aquí
Publicado: Síntesis Puebla, 29 de febrero de 2012

     Se habla hoy de la "pérdida o carencia de valores" y de la "recuperación de los valores" en la educación. La pregunta obligada es: ¿Nos encontramos en una época o en una educación sin valores? ¿Puede haber una época sin valores? ¿Puede haber una educación sin valores?
      La respuesta es no. No es posible vivir una época sin valores o tener una educación sin valores. Lo que estamos viviendo es una época de cuestionamiento radical de los valores que habían sustentado la vida personal y social y de incertidumbre acerca de cuáles serán los valores de la nueva época que parece estar emergiendo lentamente.
     Mucho de lo que hoy se habla sobre educación en valores parece responder a un reclamo válido de la sociedad respecto a la necesidad de que la escuela vuelva a dar importancia a la formación ética de las nuevas generaciones.
     Sin embargo, parece predominar en el discurso sobre los valores en la educación la idea de rescatar los valores del pasado e inculcarlos a los estudiantes. Nada más alejado de lo que hoy se requiere.
     Desde mi punto de vista el hablar de "enseñanza de valores" o de "recuperación de los valores" es muy ambiguo y equívoco en el contexto educativo en que vivimos.
     Una educación que aborde al ámbito valoral desde la consideración de la pluralidad y la incertidumbre que son los rasgos que definen el mundo de hoy, tendría que enfocarse desde la educación de la libertad de los estudiantes.
     ¿Qué significa educar la libertad? Significa más que dar respuestas o recetas para la vida, promover mediante el autodescubrimiento o introspección de los estudiantes, la exploración de su estructura moral y la capacidad para plantearse preguntas para la deliberación, valorar y tomar decisiones responsables.
     Este es un reto fundamental de una educación para el siglo XXI: Cambiar de nombre la educación en valores y avocarse a la tarea de educar a las nuevas generaciones para no tener después que padecerlas y padecernos.

La liquidación de la gramática o el asesinato de las letras



Autor: Ramón Felipe Tecólt González
Publicado: e- consulta,  28 de Febrero de 2012

     Tuve la fortuna de conocer Internet y volverme adicto a él desde poco antes de sus inicios, cuando lo que existía en aquel entonces era una red internacional de computadoras llamada Bitnet; ésta prácticamente era exclusiva para universidades y centros de investigación y ofrecía servicios de chat, de correo electrónico, Gopher y otros más.
     En estos albores de lo que hoy se conoce Internet nació una infinidad de peculiares formas de escribir y expresarse: smileys, acrónimos y mil cosas más, pero aún se escribía de forma correcta, completa. Era permitida la omisión de caracteres con acentos ya que esta red estaba cimentada en aquel entonces en servidores Unix y las computadoras permitían gráficos muy pobres, por lo que todo texto se basaba en código ASCII.     
     Actualmente, con el avance de la tecnología, la omisión de gráficos y acentos es literalmente cosa del pasado, es decir, es posible escribir correctamente, con todas las reglas habidas y por haber por cualquier medio electrónico de comunicación.
De unos pocos años a la fecha, las nuevas generaciones de jóvenes han creado su propia forma de escribir y comunicarse. La sintaxis, la semántica y la ortografía son tres partes de la gramática que han pasado al olvido y así se comunican los adolescentes para “hablar” por cualquier medio electrónico.
     Ola, k tal. Aki pazando. Ezpero me alkanxes rapiidoo. Kuentamee d la chiKa wapa q vizte. Graxx peiiO no sii lo aaGaa. Boy a ksa t kierO muuxoo x 100pre bs L.
     Este es un ejemplo del problema que se va agravando considerablemente con el tiempo. Independientemente de que se use este lenguaje en los medios de comunicación electrónicos, se hace presente en tareas y exámenes, “inconscientemente” escriben así para cualquier situación. Los adolescentes deberían poder decidir en qué momentos usar esta forma de escritura y cuándo es necesario una que sea totalmente coherente y correcta. Aunado a esto, aparecen extranjerismos, recuperan términos en desuso o simplemente juegan con las palabras.
     Algunos especialistas consideran esta manera de comunicarse como un deterioro del lenguaje producto de las nuevas tecnologías, pero esto no es justificación para que se les permita a los hijos o alumnos a escribir de esta manera constantemente. Otros consideran que no hay que demonizar a los medios electrónicos y que hay que buscar las razones de los problemas que han causado este problema que arrastran niños y adolescentes.
     Esta forma de escritura no es mala, es pésima y atenta contra la lengua y la comunicación correcta entre personas culturalmente civilizadas. El premio nobel de literatura, Mario Vargas Llosa, con palabras duras afirma que “si escribes así, es que hablas así; si hablas así, es que piensas así, y si piensas así, es que piensas como un mono”.
      Padres y maestros deben manejar métodos firmes y estrictos de enseñanza y corrección de ortografía. Luis Pedro Barcia –miembro de la Real Academia de la Lengua- asegura que no existen mediciones del impacto en el lenguaje “electrónico”, no obstante dice que quienes corrigen las tareas y exámenes dan fe de este serio deterioro.
     Los medios electrónicos no son los únicos responsables, la escuela básica, media y media superior han perdido mucho en su capacidad docente de la ortografía. La lengua es la vía de enseñanza de todas las asignaturas, por lo tanto, todos los maestros deberían enseñar lengua en el momento en que corrigen las lecciones escritas.
     Todos sabemos que no es lo mismo enviar un e-mail a un amigo que escribir una carta para solicitar trabajo, el problema que se presenta es que no existe una sólida base ortográfica, semántica y sintáctica. 140 caracteres en Twitter o 160 en un mensaje SMS pueden ser buenos desafíos para la ordinariez mexicana, pero la decreciente práctica de la redacción en las escuelas acentúa las limitaciones. Es difícil que entiendan lo importante que es escribir correctamente y la responsabilidad no es de las redes sociale,s sino de la falta de políticas educativas estrictas.
     Con todo esto no quiero decir que se siga al pie de la letra las normas de la Real Academia de la Lengua (cosa que ya es parte de la historia), sino procurar asumir una responsabilidad social y un respeto por los demás, expresándose de la forma más correcta y entendible que sea posible.
     No es necesario ser profesor de lengua o experto en lingüística para darse cuenta de este grave problema, la juventud se expresa cada día de la peor forma posible, lo que sin duda tiene que ver, en mi humilde opinión, con el hábito de la lectura.

El desafío de la hiperespecialización en la Educación Superior



Autora: Rocío Barragán de la Parra
Publicado: La Primera de Puebla, 29 de febrero de 2012

     Hace unos días leyendo a John Maeda, egresado del MIT, considerado por la revista Esquire como uno de los hombres más influyentes de este siglo y autor de la leyes de la simplicidad, llamó mi atención la siguiente anécdota: “En una época en que mi carrera estaba muy especializada, mi profesor Nicholas Negroponte me  aconsejó que fuese como una bombilla en lugar de como un rayo láser, el profesor argumentaba que aunque con un láser es posible iluminar un solo punto, se puede utilizar la misma cantidad de luz para iluminar todo aquello que nos rodea. Alcanzar la excelencia implica sacrificar todo lo que se encuentra en segundo plano y ocuparse de lo prioritario; entonces comprendí que el desafío está en encontrar el sentido a todo cuanto nos rodea en lugar de limitarme a lo que tengo delante”
     Esta historia me hizo pensar en la diversidad de programas académicos Universitarios que hoy buscan distinguirse ofertando Licenciaturas que hasta hace unos años eran especialidades a las que se accedía sólo a través de estudios de especialidad o maestría.
     La anécdota de John Maeda ayuda a ilustrar mejor este fenómeno; la planeación y diseño de un programa de estudios debe ser como un foco o una bombilla, ya que debe considerar, además de  la formación académica centrada en la profesión (visión de láser), el desarrollo del pensamiento complejo de los estudiantes, posibilitar la transversalidad de los contenidos de otras áreas para ser capaces de identificar las disciplinas paralelas que ayudan y fortalecen el ejercicio de una profesión. Integrar los competencias que les permitan trabajar en entornos autogestivos e interdisciplinarios; además de comprender, vincular y responder ecológica y sustentablemente a las necesidades sociales, políticas, económicas y jurídicasdel entorno (visión de foco o bombilla).
     No se trata de  desestimar la importancia de promover las áreas de especialización en la profesión, sino de poner énfasis en la necesidad de formarse primeramente, en un área de conocimiento integral de la profesión y a la vez común al resto de las profesiones, que permita a través de conocimientos, habilidades y actitudes,  construir una infraestructura intelectual y valoral de la realidad social de nuestro país y una visión global del mundo.
     A manera de ejemplo podríamos comparar este fenómeno con la formación de un Médico: cuando éste concluye su grado de Licenciatura obtiene un título profesional como Médico General, es decir se avala su formación en el grado de foco o bombilla; sería absurdo pensar que en ese tiempo podría concluir también una especialidad médica que le faculte en conocimientos y habilidades relacionadas con  un problema de salud   de una determinada área del cuerpo humano como  la pediatría, ginecología, ortopedia, endocrinología o geriatría.
     Para lograrlo es necesario especializarse a través de estudios adicionales diseñados con una intención diferente, mayor práctica con pacientes, estadías en centros de salud, conocimientos más específicos pero de mayor profundidad y sobre todo, actualización constante.
Del mismo modo aplica para cualquier profesión, el paso por la Licenciatura permite obtener el enfoque de foco o bombilla, iluminar el entorno que rodea la profesión y reconocer sus herramientas, sus aplicaciones e implicaciones para después centrarse o especializarse en una de sus áreas,  iluminar como un láser, un solo punto.
     El riesgo de diseñar a nivel Licenciatura un programa académico altamente especializado es perder la luminosidad del entorno y formar profesionales especializados en determinada área pero incapaces de reconocer la información del ambiente, de tomar decisiones asertivas y asumir sus consecuencias; de vincular su trabajo con el de otras áreas y diagnosticar integralmente las problemáticas que se les presenten. En términos del ejemplo médico, carecen del conocimiento del cuerpo humano y sólo (re)conocen como funciona una de sus partes.
     Si no somos capaces de entender el todo en un contexto general, ¿cómo podremos encontrar la solución a un problema si éste se encuentra, precisamente, fuera de él? Este es uno de los desafíos de la Educación Superior; diseñar programas educativos hiperespecializados que promuevan el desarrollo de una tarea, capacitando o adiestrando en una profesión, sin  requerir análisis y privilegiando la aplicación (enfoque láser)  o comprometerse con el desarrollo integral de la persona formando profesionales especializados pero ante todo agentes de cambio social, comprometidos y socialmente solidarios (enfoque de foco).



viernes, marzo 02, 2012

Prepa para todos



Autora: Celine Armenta, datos del autor haz click aquí
Publicado: e-consulta, 24 de febrero de 2012

     A muchos les pareció fuera de lugar y de tiempo; denunciaron que tras su premura se ocultaban obscenos fines electoreros; y reprobaron su falta de previsiones. Pero yo me niego a destacar los defectos de la reciente reforma constitucional, que ha vuelto obligatoria la educación media superior en el país. Celebro que fuera aprobada unánimemente por las Cámaras de legisladores, y que el titular del Ejecutivo firmara su decreto en días pasados.
     Y me resisto a criticar esta reforma porque el colmo hubiera sido que, para evitar críticas, los jóvenes mexicanos hubieran tenido que esperar aun más la legislación que les promete educación. ¡Por supuesto que hay un trasfondo electorero, pero ello resta pocos méritos al decreto! Y ojalá que el tema educativo siga en la mira de todos los actores políticos para beneficio de México y sus estudiantes.
     La reforma prevé resultados sustanciales para dentro de diez años, aunque desde hoy la sociedad civil debe vigilar que se den pasos firmes para asegurar la oferta universal de una preparatoria pertinente, significativa y de calidad, que brinde a sus graduados la posibilidad de elegir el rumbo de sus vidas adultas.
Cuando se decretó la obligatoriedad del prescolar todos supimos que nada suple a este nivel, pues de él dependen los aprendizajes del resto de la vida. Ahora conviene destacar que la educación media superior tampoco se suple con nada. Los aprendizajes de la adolescencia, cuando la inteligencia ha llegado a una madurez notable, son indispensables para el desempeño exitoso en la compleja sociedad del conocimiento.
     Ahora bien, mi beneplácito ante esta reforma no es ingenuo. Preveo dificultades en la docencia y la infraestructura, en planes de estudio y en perfil de ingreso. Además, hay que considerar que las causas de que hoy día sólo la mitad de estudiantes que concluyeron primaria estén en preparatoria no se consideran siquiera en el decreto de obligatoriedad; ni se deben solamente a que no hay suficientes lugares en las escuelas preparatorias.
Las razones por las que entran tan pocos al bachillerato, y las razones por las cuales la mayoría de los que entran, desertan, son más difíciles de diagnosticar y por tanto, de subsanar. Por ejemplo, hay causas económicas de distintos tipos y gravedad; a ello se suma el desinterés y desánimo de muchos adolescentes para ingresar y, ya dentro, para aprender en una escuela alejada de sus intereses y perspectivas reales. Por si fuera poco, a muchos les falta la preparación necesaria pues cursaron primaria y secundaria deficientes. Y aunque los docentes de preparatoria se están capacitando como nunca en la historia de nuestro país, aún falta mucho por hacer.
     Además, por supuesto, falta dinero. Se requieren presupuestos sustanciales para edificar escuelas, formar y contratar docentes y apoyar económicamente a los estudiantes.
     Aquí es donde los forjadores de esta reforma, tan importante como oportunista y electorera, deberían empeñarse en las otras reformas; por ejemplo, en favor de la eficacia administrativa; contra todas las formas de corrupción e impunidad en los ámbitos educativos; y para descentralizar y democratizar la administración escolar. Además deberían dejar de rehuir la más impopular de todas las reformas: la fiscal. Porque sin ella no se podrán prometer ni asegurar  los recursos necesarios para una educación de calidad. 
Será impopular porque nos gusta saber que México, por el monto de nuestro producto interno bruto, está entre las quince economías más poderosas del mundo. Pero no queremos escuchar que pese a invertir en educación más de 20% del gasto público, o sea casi el doble del porcentaje que invierte la mayoría de las naciones de la OCDE, nuestros niños educación que apenas vale la cuarta parte de lo que reciben los demás niños de la OCDE.
     Es ingenuo pensar que podremos aumentar el porcentaje del presupuesto asignado a educación. Lo que México necesita es una recaudación más amplia, eficiente y equitativa que revierta la situación actual; misma que según Wikipedia, la enciclopedia democrática que todos creamos, corregimos y consumimos, coloca los impuestos de nuestro país, en relación al PIB,  por debajo de los de Etiopía y Guatemala, Liberia y El Salvador; muy por debajo de la República Dominicana, Nicaragua, Senegal y Ghana. Previsiblemente nos coloca muy, muy lejos de Finlandia, Francia, Cuba y Dinamarca, países cuyos sistemas educativos funcionan envidiablemente bien.
La reforma fiscal no será electorera; eso puedo asegurarlo. Pero será histórica. Y eso es lo importante.

UNIVERSIDAD Y RECONOCIMIENTO RECÍPROCO



Autora: Ma. Isabel Royo Sorrosal , datos del autor haz click aquí
Publicado: La Primera de Puebla, 24 de febrero de 2012

     El tiempo de crisis es tiempo de decisiones y una de las elecciones trascendentes en la vida de los individuos y las sociedades, más en tiempos críticos, es el establecimiento de alianzas. La universidad, como instancia de educación superior, tiene un importante papel en el desarrollo de las capacidades necesarias para pactos y proyectos que, basados en la dignidad de las partes,  generan  confianza y  vitalidad. Adela Cortina, filósofa y académica de la Universidad de Valencia exponía durante una conferencia impartida en la Ibero de Puebla   que las instituciones de educación superior también tienen la tarea  de ofrecer nuevos modelos de vida felicitante y sostenible. No es posible pensar en una sociedad pacífica y feliz si no hay confianza y reconocimiento mutuo.
     La crisis caracterizada por los diferentes riesgos económicos, sociales, ecológicos, etc.; necesita la  inteligencia y  la intención de construir nuevas posibilidades para una convivencia digna para todos,  y con perspectivas de corto, mediano y largo plazo. Las nuevas condiciones en los diferentes ámbitos de la vida, cuando no sabemos administrarlas o están en las manos de otros, nos  provocan  indefensión y desconfianza. Si no alcanzamos acuerdos con quienes cambian las reglas, la alternativa para salir de la indefensión es la persistencia activa hasta conseguirlos en condiciones  dignas y de equidad. De esa manera aseguramos nuestro futuro. Son momentos de reflexión y acciones, echar mano de las experiencias pasadas y de los nuevos acontecimientos;  mirar  las líneas generales del acontecer global y adentrarnos en el interior de nuestro ser. Atender las relaciones del pasado y el futuro, la interioridad y el exterior, el sujeto y la comunidad; se constituye en plataforma necesaria  para las decisiones.
      Tanto la sabiduría oriental como la occidental nos enseñan que ante un enemigo mayor es necesario disponerse al diálogo y al pacto. Pero la misma filósofa antes nombrada nos dirá que además de las capacidades lógicas argumentativas son necesarias “capacidades comunicativas de estimar… y la capacidad de compadecer” desde el reconocimiento de los otros. Es necesaria la experiencia del reconocimiento recíproco compasivo, de quien padece-con el otro el sufrimiento o el gozo. Así entendida, la compasión es una fuerza  para lograr la justicia. Si no se dan estas  relaciones de estima y de compasión no es posible averiguar la justicia de las normas.
     La misma sabiduría oriental enseña que cuando estamos seguros de nuestra  superioridad, hemos de ofrecer salidas dignas al contrario. Incluso el otro en la postura opuesta a la propia, mantiene la categoría humana de semejante. El honor puede construir donde hay ruinas o desencuentros. De la destrucción sólo se sigue más desgracia. Dignidad, estima y compasión son elementos que permiten la conformación de una convivencia, donde reconocernos sujetos activos, actores, no sólo sujetos pacientes; y nunca objetos para uso de alguien. Del reconocimiento cordial nace una nueva convivencia.
     Si tratamos de verdades, las científicas se comprueban, la no contracción es muestra  de la presencia de una lógica; pero las verdades que dan sentido a nuestra existencia, que nos persuaden de la necesidad de tomar un camino u otro, las conocemos  por vivencia. El  conocimiento experiencial, constituido por creencias, expectativas y amores que dan sentido a la  existencia; incrementa la sabiduría y por tanto la posibilidad de una convivencia inteligente con necesaria dosis de cordialidad y compasión. Una máxima expresa “sueña lo absolutamente puro y eso será”. En la medida que  nos ilusionamos, nos empapamos de lo más valioso y deseable, hay pensamientos que se convierten en palabras y éstas en acciones y comportamientos que nos cambian,  y también pueden transformar la sociedad en la que vivimos. 

De panzazo: ¿criticidad o pataleo?


Autor:  Martín López Calva, datos del autor haz click aquí
Publicado: Puebla en Line, 24 de febrero de 2012
                                   
         “Décadas de ministros de Educación analfabetos, estúpidos o cobardes han hecho que los españoles confundan espíritu crítico con pataleo…Nos han convertido en un país amotinado y acrítico…” Así tuiteaba este domingo el escritor Arturo Pérez Reverte su opinión sobre el efecto de una educación con deficiencias en el desarrollo de un pensamiento crítico auténtico en las nuevas generaciones de españoles.
         No es lo mismo espíritu crítico que pataleo o pensamiento crítico que descalificación o amotinamiento. El verdadero espíritu crítico es el que se muestra en los juicios fundamentados y razonables sobre una realidad que se ha comprendido adecuadamente a partir de información suficiente y relevante.
         El pensamiento crítico, dice Mathew Lipman, creador del método de Filosofía para niños, tiene tres características fundamentales: Es autocorrectivo, es sensible al contexto y se sustenta en parámetros o criterios.
         Un pensador realmente crítico siempre empieza por la autocrítica, es decir, por la revisión de sus propias afirmaciones e ideas para analizar su validez y veracidad y corregirlas cuando es necesario.
         Por otra parte, un buen pensador crítico se muestra siempre sensible al contexto, de tal modo que se pregunta continuamente por la pertinencia del momento y el modo en que va a hacer sus planteamientos, buscando siempre la asertividad para que los argumentos y cuestionamientos que expresa tengan un efecto transformador en su entorno.
         Finalmente, el espíritu crítico se manifiesta en juicios, argumentos y preguntas que expresan con claridad el parámetro o criterio desde el cual se afirman, sabiendo que no hay ningún punto de vista único y absoluto sino que toda realidad tiene siempre varias perspectivas desde las cuales puede ser conocida y analizada.
         Todos estos elementos vienen a colación a partir de los tuits de Pérez Reverte porque tal parece que la educación mexicana adolece de lo mismo que señala este destacado escritor y periodista en el caso español. En efecto, la realidad nacional reciente da muestras de que estamos en una sociedad “acrítica y amotinada”, una sociedad que confunde “espíritu crítico con pataleo”.
         El viernes 24 de febrero se estrenará en las pantallas de nuestro país el documental “De panzazo”, dirigido por Juan Carlos Rulfo y Carlos Loret de Mola. En días recientes se han tenido solamente algunas funciones de prestreno para públicos selectos. Uno de estos prestrenos fue el que se hizo con los socios del Consejo Mexicano de Investigación Educativa y otro muy publicitado, el que se realizó con personalidades de la política y la cultura.
         En el portal periodístico “Educación a debate” se publicaron en días pasados una reseña muy puntual sobre el diálogo sostenido entre los productores (Mexicanos primero) y directores de la película y los investigadores educativos que acudieron al prestreno y una excelente reseña del documental, escrita por el Dr. Pedro Flores Crespo. Ambos textos muestran con claridad la lucidez fruto del espíritu crítico de los investigadores, que con distintos matices y tendencias ideológicas criticaron lo presentado en De panzazo.
         Sin embargo tanto en el portal referido como en las redes sociales se ha desatado una creciente reacción que descalifica el documental a priori. Un gran número de personas ha publicado entradas en Facebook y Tuiter dando por hecho que se trata de una obra “amarillista”, tendenciosa, con “visión empresarial”, etc. Y que por el simple hecho de que uno de sus directores –que es autor del guión y  narrador- trabaja en Televisa, el documental es un producto de una especie de conspiración para denostar a los maestros mexicanos.
En la mayoría de ellos se plantea una explícita pero poco fundamentada descalificación del documental por estar protagonizado por un empleado de Televisa –lo que hace que la película no necesite ser vista y se dé por hecho que es mala- que es la responsable de la tragedia educativa nacional y quiere culpar a los “pobres maestros, directores, padres de familia, alumnos, autoridades educativas y lideresa sindical” de los malos resultados de nuestra educación.
         Indudablemente los medios de comunicación y el duopolio televisivo tienen muchos elementos cuestionables. Sin embargo, llama la atención esta ola de descalificación y pataleo disfrazado de espíritu crítico porque la mayoría de quienes se han manifestado en contra en las redes sociales ni siquiera ha visto “De panzazo”.
         Una buena crítica tendría que venir de la experiencia de ver el documental, analizarlo, entender la realidad que ahí se refleja y preguntarnos seriamente qué tan real es eso que vemos en la pantalla y qué cosas pueden ser falacias o afirmaciones no sustentadas. Para ello, habrá que ver De panzazo.

Indefinición e independencia femenina



Autor: Laura Angélica Bárcenas Pozos
Publicado: en lado B, 23 de febrero de 2012

     Es complicado ser mujer en este siglo XXI, sin embargo agradezco vivir en esta época y ser clasemediera, pues eso me ha dado posibilidades de vivir con dignidad. ¿Qué quiero decir con esto? Pues que he tenido acceso a la educación superior, que me he podido desarrollar profesionalmente, que soy respetada por ser mujer y además cumplo en la medida de lo posible con mi rol de mamá y ama de casa.
     Podría decirse entonces que soy una mujer realizada, sin embargo no es así. Las mujeres de mi generación viven lo que llamó la transición del género femenino. Esto se refiere a que hace no muchos años, cincuenta más o menos, el rol de las mujeres estaba claramente definido, había que casarse, ser ama de casa, mamá y atender a los niños. Por eso cuando los hijos se empezaban a ir, las madres vivían el síndrome del nido vacío.
Pero hoy la cosa ha cambiado tanto, que las mujeres no sabemos a qué rol responder sin sentirnos mal. Pues por un lado queremos cumplir ese rol tradicional que aprendimos de nuestras madres y queremos atender “como se debe” a nuestro esposo y nuestros hijos, pero por otro lado queremos desarrollarnos profesionalmente y salir al mundo a laborar de demostrar de lo que somos capaces, porque nos hemos preparado.
     Cuando dejamos de hacer una cosa o la otra, simplemente se nos complica pues uno de nuestros pesados lados no está siendo desarrollado. Así que buscamos a toda costa cumplir con los dos roles. Lo peor, es que cuando lo estamos haciendo, siempre sentimos que en uno de estos no lo estamos cumpliendo suficientemente bien y nos sentimos culpables. Así que nada nos consuela, si sólo somos amas de casa, no nos estamos desarrollando profesionalmente, sino nos casamos y tenemos hijos, no estamos cumpliendo con nuestra misión en la vida y si hacemos las dos cosas, no estamos haciendo bien alguna de las dos.
     A veces me pregunto que de qué se trata, de amargarse la vida o de qué. Nunca encuentro la respuesta, pero tampoco me atrevo a renunciar a ninguno de los roles que tengo asignados, aunque esto me mantenga constantemente estresada. Lo único, es que en este momento de la historia, como mujer, puedo decidir qué hacer con mi vida, si trabajo, si me dedico a mi casa y mi familia, si hago las dos cosas y como nunca, no hay nadie atrás de mí decidiendo qué cosa hago yo con mi vida. Por eso todos los días doy gracias a Dios por haber nacido en esta época de indefinición, pero de independencia.

Tecnología ¿Fin o medio?


Autora: Alejandra Alpuche Vélez
Publicado: Síntesis Tlaxcala, 16 de febrero de 2012

     En nuestra época es normal escuchar la palabra tecnología en prácticamente cualquier contexto. En el ámbito escolar, incluso es un concepto de “moda” asociado a la innovación y calidad educativa; sin embargo, el hecho de que sea un término cotidiano, no implica que sea bien entendido, por lo que se hace necesario preguntarse sobre el sentido de la tecnología en la educación.
     Si se parte de la definición, tecnología hace referencia a un sistema de acciones encaminadas a mejorar la eficiencia y eficacia de los procesos humanos, por lo tanto la respuesta a la pregunta del título es obvia: la tecnología es un medio para mejorar los procesos humanos, en este caso, el proceso educativo. Sin embargo, es fácil darse cuenta que no siempre se entiende así.
     Por ejemplo, las políticas educativas (tanto públicas como privadas) relacionadas con el uso de la tecnología, están en función de la adquisición (o imposición) de la misma: Computación obligatoria para todos, Enciclomedia obligatoria para educación básica en sexto grado, ahora todos los cursos deben estar en línea, el pizarrón ha sido sustituido por las presentaciones en Power Point, en una escuela no pueden faltar proyectores, computadoras, etc. Entonces, pareciera que adquirir tecnología o cargar cursos en línea, es el fin, ya que no se reflexiona sobre: ¿cómo coadyuva el uso de tecnología al logro de los propósitos educativos?, ¿cuál es el medio tecnológico idóneo para determinada actividad?, ¿qué necesidades educativas se atienden con la tecnología?, ¿cuáles son los pasos previos que una institución debería tomar en cuenta para invertir en tecnología?, ¿cuál es el uso adecuado de X herramienta?, ¿cómo se inserta esta tecnología en un determinado contexto?...
       Lo anterior provoca que en lugar de mejorar los procesos, los obstaculice y finalmente, se  desaproveche la tecnología, como es el caso del programa Enciclomedia o de diversas herramientas que como no corresponden al contexto, simplemente se empolvan hasta que dejan de funcionar…
Por lo tanto, si se toma en cuenta que desde el plumón para pizarrón hasta la plataforma educativa en línea Moodle, son tecnología, los esfuerzos en educación no sólo deben ir encaminados a que ahora “todos los cursos estén en Moodle”, sino más bien, al discernimiento sobre la mejor tecnología que permita hacer el proceso educativo más eficiente y eficaz, a conocer las herramientas, a capacitar a los involucrados, a facilitar el aprendizaje a través del uso adecuado de la tecnología y a comprender que la tecnología no es el fin, sino un medio.
     En nuestra época es normal escuchar la palabra tecnología en prácticamente cualquier contexto. En el ámbito escolar, incluso es un concepto de “moda” asociado a la innovación y calidad educativa; sin embargo, el hecho de que sea un término cotidiano, no implica que sea bien entendido, por lo que se hace necesario preguntarse sobre el sentido de la tecnología en la educación.

   Si se parte de la definición, tecnología hace referencia a un sistema de acciones encaminadas a mejorar la eficiencia y eficacia de los procesos humanos, por lo tanto la respuesta a la pregunta del título es obvia: la tecnología es un medio para mejorar los procesos humanos, en este caso, el proceso educativo. Sin embargo, es fácil darse cuenta que no siempre se entiende así.
     Por ejemplo, las políticas educativas (tanto públicas como privadas) relacionadas con el uso de la tecnología, están en función de la adquisición (o imposición) de la misma: Computación obligatoria para todos, Enciclomedia obligatoria para educación básica en sexto grado, ahora todos los cursos deben estar en línea, el pizarrón ha sido sustituido por las presentaciones en Power Point, en una escuela no pueden faltar proyectores, computadoras, etc. Entonces, pareciera que adquirir tecnología o cargar cursos en línea, es el fin, ya que no se reflexiona sobre: ¿cómo coadyuva el uso de tecnología al logro de los propósitos educativos?, ¿cuál es el medio tecnológico idóneo para determinada actividad?, ¿qué necesidades educativas se atienden con la tecnología?, ¿cuáles son los pasos previos que una institución debería tomar en cuenta para invertir en tecnología?, ¿cuál es el uso adecuado de X herramienta?, ¿cómo se inserta esta tecnología en un determinado contexto?...
     Lo anterior provoca que en lugar de mejorar los procesos, los obstaculice y finalmente, se  desaproveche la tecnología, como es el caso del programa Enciclomedia o de diversas herramientas que como no corresponden al contexto, simplemente se empolvan hasta que dejan de funcionar…
     Por lo tanto, si se toma en cuenta que desde el plumón para pizarrón hasta la plataforma educativa en línea Moodle, son tecnología, los esfuerzos en educación no sólo deben ir encaminados a que ahora “todos los cursos estén en Moodle”, sino más bien, al discernimiento sobre la mejor tecnología que permita hacer el proceso educativo más eficiente y eficaz, a conocer las herramientas, a capacitar a los involucrados, a facilitar el aprendizaje a través del uso adecuado de la tecnología y a comprender que la tecnología no es el fin, sino un medio.