viernes, marzo 02, 2012

Prepa para todos



Autora: Celine Armenta, datos del autor haz click aquí
Publicado: e-consulta, 24 de febrero de 2012

     A muchos les pareció fuera de lugar y de tiempo; denunciaron que tras su premura se ocultaban obscenos fines electoreros; y reprobaron su falta de previsiones. Pero yo me niego a destacar los defectos de la reciente reforma constitucional, que ha vuelto obligatoria la educación media superior en el país. Celebro que fuera aprobada unánimemente por las Cámaras de legisladores, y que el titular del Ejecutivo firmara su decreto en días pasados.
     Y me resisto a criticar esta reforma porque el colmo hubiera sido que, para evitar críticas, los jóvenes mexicanos hubieran tenido que esperar aun más la legislación que les promete educación. ¡Por supuesto que hay un trasfondo electorero, pero ello resta pocos méritos al decreto! Y ojalá que el tema educativo siga en la mira de todos los actores políticos para beneficio de México y sus estudiantes.
     La reforma prevé resultados sustanciales para dentro de diez años, aunque desde hoy la sociedad civil debe vigilar que se den pasos firmes para asegurar la oferta universal de una preparatoria pertinente, significativa y de calidad, que brinde a sus graduados la posibilidad de elegir el rumbo de sus vidas adultas.
Cuando se decretó la obligatoriedad del prescolar todos supimos que nada suple a este nivel, pues de él dependen los aprendizajes del resto de la vida. Ahora conviene destacar que la educación media superior tampoco se suple con nada. Los aprendizajes de la adolescencia, cuando la inteligencia ha llegado a una madurez notable, son indispensables para el desempeño exitoso en la compleja sociedad del conocimiento.
     Ahora bien, mi beneplácito ante esta reforma no es ingenuo. Preveo dificultades en la docencia y la infraestructura, en planes de estudio y en perfil de ingreso. Además, hay que considerar que las causas de que hoy día sólo la mitad de estudiantes que concluyeron primaria estén en preparatoria no se consideran siquiera en el decreto de obligatoriedad; ni se deben solamente a que no hay suficientes lugares en las escuelas preparatorias.
Las razones por las que entran tan pocos al bachillerato, y las razones por las cuales la mayoría de los que entran, desertan, son más difíciles de diagnosticar y por tanto, de subsanar. Por ejemplo, hay causas económicas de distintos tipos y gravedad; a ello se suma el desinterés y desánimo de muchos adolescentes para ingresar y, ya dentro, para aprender en una escuela alejada de sus intereses y perspectivas reales. Por si fuera poco, a muchos les falta la preparación necesaria pues cursaron primaria y secundaria deficientes. Y aunque los docentes de preparatoria se están capacitando como nunca en la historia de nuestro país, aún falta mucho por hacer.
     Además, por supuesto, falta dinero. Se requieren presupuestos sustanciales para edificar escuelas, formar y contratar docentes y apoyar económicamente a los estudiantes.
     Aquí es donde los forjadores de esta reforma, tan importante como oportunista y electorera, deberían empeñarse en las otras reformas; por ejemplo, en favor de la eficacia administrativa; contra todas las formas de corrupción e impunidad en los ámbitos educativos; y para descentralizar y democratizar la administración escolar. Además deberían dejar de rehuir la más impopular de todas las reformas: la fiscal. Porque sin ella no se podrán prometer ni asegurar  los recursos necesarios para una educación de calidad. 
Será impopular porque nos gusta saber que México, por el monto de nuestro producto interno bruto, está entre las quince economías más poderosas del mundo. Pero no queremos escuchar que pese a invertir en educación más de 20% del gasto público, o sea casi el doble del porcentaje que invierte la mayoría de las naciones de la OCDE, nuestros niños educación que apenas vale la cuarta parte de lo que reciben los demás niños de la OCDE.
     Es ingenuo pensar que podremos aumentar el porcentaje del presupuesto asignado a educación. Lo que México necesita es una recaudación más amplia, eficiente y equitativa que revierta la situación actual; misma que según Wikipedia, la enciclopedia democrática que todos creamos, corregimos y consumimos, coloca los impuestos de nuestro país, en relación al PIB,  por debajo de los de Etiopía y Guatemala, Liberia y El Salvador; muy por debajo de la República Dominicana, Nicaragua, Senegal y Ghana. Previsiblemente nos coloca muy, muy lejos de Finlandia, Francia, Cuba y Dinamarca, países cuyos sistemas educativos funcionan envidiablemente bien.
La reforma fiscal no será electorera; eso puedo asegurarlo. Pero será histórica. Y eso es lo importante.

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