miércoles, marzo 07, 2012

Desconectarse para conectarse



Autor: José Rafael de Regil Vélez datos del autor haz click aquí
Publicado: Síntesis Tlaxcala, 23 de febrero de 2012

Al final de un taller de capacitación para jóvenes líderes había una fogata cuyo propósito era que los participantes convivieran y compartieran su experiencia de una manera informal y relajada. Tan solo unos minutos después de que el fuego fuese encendido algunas participantes sacaron su celular y prontamente compartieron en sus muros la información del día, las fotos y anécdotas de la jornada. En sí mismo el hecho podría ser apenas  significativo, pues nos muestra en una escena habitual a personas dispuestas a conectarse con amigos, compañeros o familiares y para ello la tecnología representa un caudal de oportunidades.
                Lo relevante aparece cuando tanta conexión conduce a la desconexión con quienes están presencialmente a nuestro lado, como sucedió entonces cuando las referidas por zambullirse en las redes sociales dejaron de socializar con sus compañeros de taller en un lugar y momento especialmente diseñados para el encuentro y el reconocimiento de otras personas en "vivo y a todo color".
                En toda familia y grupo humano abundan casos como el referido. Cada lector muy posiblemente habrá atestiguado o sido protagonista de episodios en los cuales por tratar de hacer a los lejanos cercanos los que sí son cercanos se vuelven lejanos.
                Urge crear una cultura en la cual las personas aprendamos a desconectarnos para conectarnos. Y dada la omnipresencia de los dispositivos que concretan las tecnologías de la información y la comunicación (Tics) resulta una tarea que nos compete a todos: las familias, las instituciones educativas formales y las no formales.
                Puede parecer arcaico, pero resulta totalmente contemporáneo incluir en la capacitación para la convivencia cotidiana -tradicionalmente denominada urbanidad- estrategias para que todos aprendan a utilizar teléfonos inteligentes, tabletas, reproductores multimedia, equipos de cómputo de tal suerte que cumpliendo su función de comunicar e informar incluso más allá del aquí y el ahora no se vuelvan el impedimento para ello mismo con quienes se coincide en el mismo tiempo y espacio.
                La labor puede parecer impertinente, pero una mirada atenta a las cosas mostrará lo contrario y que no se trata de algo complejo e inaccesible sino de simple y llano sentido común y sencilla praxis pedagógica, como enseñar a pedir por favor y a dar las gracias; esto es, a actuar partiendo de que los otros que están a nuestro lado existen y merecen nuestro reconocimiento y respeto. Dicho sea de paso: en esos detalles comienza la construcción de una sociedad más humana, menos violenta. 

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