Autor: Guillermo Hinojosa Rivero
Publicación: Síntesis, 25 de mayo de 2006
Uno de los pensadores contemporáneos más originales y prolíficos en el campo de la Psicología es Robert. J. Sternberg. Su aportación más conocida es, quizá, la teoría triárquica de la inteligencia que pretende superar el popular concepto de coeficiente intelectual o C.I. Menos conocida es su teoría sobre los estilos de pensamiento, que puede tener aplicaciones en el área educativa, en las organizaciones laborales y en la vida personal.
Un estilo es una manera preferida de hacer las cosas. No es una aptitud como la inteligencia o el talento musical, ni una actitud como puede ser la simpatía hacia la ciencia, hacia la policía, o hacia un partido político. Los estilos son las maneras en las que cada quien prefiere utilizar sus aptitudes. Los estilos se adquieren y pueden variar a lo largo de la vida o utilizarse de acuerdo con las circunstancias presentes.
La teoría de Sternberg sostiene que tenemos diferentes estilos para pensar y para controlarnos a nosotros mismos. También propone una clasificación de los estilos, una manera de detectar los estilos favoritos de cada quien, y sugiere varias consecuencias que la misma teoría puede tener en diversos campos como la educación, el trabajo y las relaciones interpersonales.
Para distinguir y describir los estilos de pensamiento, Sternberg recurre a la analogía de las formas en que las sociedades se gobiernan a sí mismas, pues supone que el pensamiento es también un modo en el que cada quien se gobierna. De hecho, la teoría tiene como sub título ‘Teoría del autogobierno mental’ y podemos considerarla como una teoría del autocontrol.
¿De qué forma nuestros diferentes pensamientos ocupan nuestra atención; de que forma enfrentamos los problemas que se nos presentan continuamente? La teoría propone cuatro estilos diferentes:
Estilo monárquico o monotemático, cuando un solo pensamiento nos ocupa, cuando no cambiamos de problema hasta resolver el anterior. Las personas con este estilo son decididas y resueltas. Tienden a no dejar que nada se interponga en la solución de un problema. Se puede contar con que acabarán cualquier tarea que se propongan. Los jefes monárquicos suelen esperar que las tareas se lleven cabo, sin excusa ni circunstancias atenuantes.
Estilo jerárquico: Las personas con estilo jerárquico poseen una jerarquía de metas y reconocen la necesidad de establecer prioridades. Las personas jerárquicas tienden a aceptar la complejidad y reconocen la necesidad de examinar los problemas desde varios puntos de vista para establecer correctamente las prioridades. Las personas jerárquicas tienden a adaptarse bien a las organizaciones.
Estilo oligárquico: Las personas con estilo oligárquico desean hacer más de una cosa al mismo tiempo. Tienden a estar motivadas por varias metas que consideran de igual importancia y que, con frecuencia, son contradictorias entre sí. No siempre están seguras de lo que deben hacer primero o de cuánto tiempo deben dedicar a cada tarea.
Estilo anárquico: Las personas con estilo anárquico parecen estar motivadas por un popurrí de necesidades y metas que pueden ser difíciles de clasificar. Las personas anárquicas abordan los problemas de una manera aparentemente aleatoria; tienden a rechazar los sistemas, sobre todo los rígidos, y se revuelven contra cualquier sistema que consideren que los limita.
Los cuatro estilos anteriores se refieren a la forma, pero Sternberg ha descrito también diversos estilos que se refieren a la función, al nivel, al alcance y a la orientación de nuestro pensamiento. Con respecto a la función, nuestro estilo de pensamiento puede ser:
Estilo legislativo: A las personas legislativas les gusta hacer las cosas a su manera y prefieren decidir por sí mismas qué harán y cómo lo harán. A las personas legislativas les gusta establecer sus propias reglas y prefieren problemas que no estén estructurados y planteados de antemano. El estilo legislativo es especialmente propicio para la creatividad, porque las personas creativas no sólo necesitan la capacidad de producir ideas nuevas, sino que también deben desearlo.
Estilo Ejecutivo: A las personas ejecutivas les gusta seguir reglas y prefieren los problemas estructurados y planteados de antemano. Les gusta rellenar las lagunas de estructuras ya existentes en vez de crear estructuras ellas mismas. El estilo ejecutivo tiende a ser apreciado tanto en la enseñanza como en el mundo laboral, porque las personas que lo tienen hacen lo que se les dice y casi siempre de buen grado. Siguen instrucciones y órdenes, y se evalúan a sí mismas de la misma manera que el sistema las evaluará; en función de lo bien que hagan lo que se les dice.
Estilo Judicial: A las personas judiciales les gusta evaluar reglas y procedimientos, y prefieren problemas donde se analicen y evalúen cosas e ideas ya existentes. A las personas que tienen estilo judicial les gustan actividades como escribir críticas, dar opiniones, juzgar a las personas y a su trabajo y evaluar programas. Algunas de sus ocupaciones preferidas son juez, crítico, evaluador de programas, asesor, supervisor de becas y contratos, analista de sistemas.
La falta de espacio nos impide describir otros seis estilos que Sternberg propone. El día 9 de junio habrá una conferencia en la Universidad Iberoamericana Puebla, en la que se tratará esta teoría de manera más amplia.
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