Autora: Mtra. Teresa Eugenia Brito Miranda
Publicación: Sintesis, 21 de junio de 2007
La secundaria es un nivel educativo descuidado no solamente en cuanto al presupuesto, también en su operación y es quizá el nivel menos estudiado; por ello es pertinente exponer algunos datos que presenta el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE) en un informe sobre La Calidad de la Educación Básica en México, del 2006[1] que dedica un capítulo a la violencia y disciplina en las escuelas primarias y secundarias. El hecho de dedicarle un espacio especial al problema es en sí mismo relevante, sobre todo en nuestro contexto actual de violencia.
Los datos muestran que los alumnos de secundaria que se perciben como víctimas, son más numerosos que quienes se confiesan agresores.
Los alumnos de secundaria reconocen menos que los de primaria, haber participado en actos de violencia. En las secundarias privadas y en escuelas indígenas confiesan más su participación activa que en otras modalidades, aunque su incidencia es menor. Es importante considerar la edad pues los adolescentes, presentan conflicto frente a la autoridad, lo que quizá explique su respuesta. En todo caso habría que buscar profundizar el estudio pues aquí se indagó la visión de los alumnos.
Los resultados muestran una asociación entre el perfil de estudiantes que participan en actos violentos y el grado de conflictividad en la convivencia familiar, la vigilancia de los padres sobre los hijos y la conformación del núcleo familiar.
El perfil encontrado se refiere a varones, alumnos más grandes en edad que sus compañeros de grupo, estudiantes con trayectoria escolar irregular, promedios bajos en calificaciones, repetidores de grado y con cambios frecuentes de escuela. Estos rasgos aislados no explican el problema, por lo que no se puede inferir mecánicamente que quienes tienen este perfil participen en actos violentos; sin embargo hay relación con el problema en circunstancias adversas. En cuanto a la información sobre la familia los datos confirman lo ya sabido: provienen de familias que no atienden a sus hijos, son muchachos que no viven con sus padres o viven sólo con el padre. Son muchos los factores externos que intervienen en el desarrollo de violencia en la escuela: la violencia de la sociedad, los efectos de los medios, actitudes propias de la “generación del yo”, la falta de un ambiente familiar seguro y el temperamento, entre otros. (Curwin y Mendler)
Nuestros datos subrayan el problema y aunque el origen se genera muchas veces fuera de la escuela, podemos trabajar en ella los conflictos buscando estrategias adecuadas para que los chicos no lleguen a la violencia.
Entre los tipos de violencia encontrados destacan el robo, la burla, el maltrato físico y las amenazas por parte de los compañeros y los más vulnerables desde su punto de vista son aquellos con dificultades de aprendizaje o con algún problema físico. Consideran que quienes han sido agredidos se convierten después en agresores. De ahí la necesidad de trabajar internamente pues el problema crece y se reproduce.
Un dato interesante es que los estudiantes expresan que cuando aumenta el grado de exigencia académica se disminuye la propensión a la violencia. Ellos hablan de exigencia académica, no de disciplina. Este punto enfatiza el trabajo escolar, no el control: mantenerse sentado, callado y obedecer que es la manera en que es entendida la disciplina escolar. En síntesis, para ellos, el origen está en la falta de exigencia académica.
Desde la perspectiva de los profesores, quienes trabajan en escuelas públicas urbanas perciben más violencia dentro de sus centros de trabajo. Manifiestan que cuando el clima escolar es favorable se disminuye la violencia y cuando el clima es hostil hay mayor agresión al interior de la escuela. Para los profesores el origen se centra en el clima escolar.
Internamente el problema tiene al menos dos fuentes, por lo que valdría la pena profundizar en ellas.
¿Cuál es el rol del personal escolar frente a la violencia y la indisciplina? Los datos reportan que son receptores de denuncias, mediadores, aplicadores de sanciones disciplinarias y en casos extremos solicitantes del apoyo policiaco, aunque también existe la opción de no hacer nada. ¿No valdría la pena adoptar un rol más educativo?
La Dra. Fierro Evans, experta en el tema, habla acerca de la labor de la escuela ante la violencia y el abordaje de la disciplina: el núcleo de esta labor es la confianza, y esta no se basa en el temor ni en la fuerza.: “...el sistema escolar está llamado a desarrollar, tanto a nivel de sus estructuras como de su cultura organizacional, mecanismos para generar confianza en sus miembros (…) De aquí la importancia de poner en práctica en las escuelas una verdadera pedagogía de la confianza, que sugiere la institucionalización de ciertos mecanismos para generar este valor en los estudiantes[2]. “
Como educadores podemos adoptar el reto de Curwin y Mendler: “Cómo hacer que la escuela sea pandilla para los niños no queridos, que compita con la vida en las calles”
[1] Los datos corresponden al ciclo escolar 2004-2005.
[2] Hevia, Ricardo, Frente a la crisis de sentido, una pedagogía de la confianza, Revista PREALC No. 2, Febrero 2006: 74. (Entrevista publicada en Excelsior (abril 2007) acerca del Programa Escuela Segura)
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