martes, septiembre 11, 2007

Más allá de la prueba Enlace: El reto educativo de fondo

Autora: Laura Rodríguez Matamoros
Publicación: E-consulta, 11 septiembre 2007

Tras la publicación de los resultados de la prueba Enlace, no se hicieron esperar las reacciones de distintos tipos, tanto en los medios de comunicación como al interior del aula. Cuando los resultados no eran favorables se justificaron con distintos argumentos que iban desde considerar que la prueba fue mal diseñada, hasta aducir al fracaso escolar en México o las situaciones de desnutrición y pobreza que vive la niñez mexicana. También hubo expresiones de orgullo y vanagloria de quienes obtuvieron un buen resultado o mejoraron su puntaje.

Más allá de estos resultados y de sus muchas derivaciones, vale la pena considerar las implicaciones de estos resultados en el ámbito escolar.

Las tendencias internacionales han empujado a nuestro país a someterse a procesos de evaluación con la intención de comparar el desempeño escolar de niños y jóvenes mexicanos con el desempeño de los niños y jóvenes de otros países. Esta homologación de desempeños no toma en cuenta las diferencias entre los sistemas educativos, las peculiaridades culturales o las condiciones especificas de aprendizaje entre los países.

En el afán de homologación no se dimensionan los alcances que los resultados de una prueba tienen para definir el desempeño en campos tan importantes como las matemáticas o el español. Las pruebas no hacen más que mostrar un recorte de la realidad, son como una fotografía que, a pesar de su colorido, dejan de lado información valiosa. En este sentido, hay que preocuparse más por lo que estas pruebas no muestran, es decir, los procesos intelectuales, emocionales, valorales que se promueven u obstaculizan en la convivencia educativa.

Los resultados de esta prueba nos remiten necesariamente a los profesores que habilitan a los niños evaluados en el manejo de las matemáticas y del español. Si estos profesores fueran sometidos a la prueba Enlace, ¿qué resultados obtendrían?, ¿contarían con los conocimientos y habilidades para resolverla acertadamente?, ¿sabrían cómo promover en sus alumnos los conocimientos, habilidades y actitudes que implica la resolución de problemas como los planteados en la prueba?, ¿saben cómo trabajar con sus alumnos de modo que éstos logren mejorar su desempeño, no sólo en evaluaciones como ésta sino en la resolución de problemas y en la toma de decisiones?.

Es urgente una formación de profesores que los habilite en el manejo del español y matemáticas, pues muchos docentes muestran importantes carencias en estas áreas, lo cual constituye un fuerte impedimento para promover el aprendizaje de sus alumnos.

También se requiere una formación didáctica específica, pues aunque algunos profesores tienen un buen manejo del español y de las matemáticas no saben cómo lograr que sus estudiantes las aprendan. El docente debe contar con abundantes estrategias pedagógicas para que pueda proveer a sus estudiantes de recursos que les ayuden a aprender a conocer, el aprender a resolver y el aprender a decidir.

Sin embargo, no basta la formación de profesores o la diversificación de prácticas educativas. No basta con proveer a los alumnos de materiales novedosos. Es fundamental reconocer la necesidad de cambiar comunitariamente el tipo de educación que hemos desarrollado hasta el momento en nuestro país, que revolucionemos la docencia y que construyamos una auténtica educación, una educación encaminada al desarrollo integral del ser humano.

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