Autor: Mauricio López Figueroa
Publicación: La Jornada de Oriente, 9 de octubre, 2008
Una evaluación didáctica auténticamente educativa aplicada a la práctica docente cotidiana implica una visión transformada de los fines y medios, así como de los modos de relación entre el profesor y sus estudiantes, entre los estudiantes y entre ellos y el conocimiento al que acceden y construyen.
Si la educación pretende el desarrollo completo de la persona los elementos y las formas como se configura la docencia deberán ser necesariamente distintos de como son ahora. La manera de planear y evaluar por principio de cuentas deberá tener otro planteamiento, pues el objetivo de la planeación docente desde una perspectiva centrada en la actividad del alumno no es acabar con el contenido establecido en el programa, sino lograr que el estudiante tenga un tipo de experiencia donde pueda desarrollar sus capacidades y competencias, pueda expresar sus comprensiones y decisiones, pueda aplicar e integrar lo aprendido. La finalidad es que el estudiante sea progresivamente autónomo en el más amplio sentido, autónomo en la manera como aprender, como se desempeña, como decide y actúa.
Por lo tanto, una práctica docente que incorpore una evaluación auténticamente educativa deberá necesariamente poner el énfasis en que el estudiante sea progresivamente consciente de lo que es capaz, consciente de lo que está realizando y por qué, consciente de las diversas motivaciones que impulsan su manera de ser y desempeñarse; una práctica evaluativa auténticamente educadora deberá ayudar al estudiante a formular adecuadamente sus propios logros y competencias, de manera que sea el estudiante quien progresivamente se haga cargo de ellas entendiéndolas, desplegándolas, explorándolas, expresándolas, adaptándolas.
Reflexionar sobre la planeación y la evaluación educativa remite no sólo a las formas de enseñar, sino sobre todo a las maneras como se entiende la educación y la relación maestro—alumno. De alguna manera reflexionar sobre la planeación y evaluación educativa supone que el profesor se cuestione sobre la posibilidad de explorar por qué enseña y cómo lo hace, pues en la medida en que entienda y reflexione las razones, creencias ocultas, motivaciones y recursos de su docencia, estará en la posibilidad de reformularla, innovarla y apropiarla. Estará en la posibilidad de trascenderse.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario