lunes, junio 20, 2011

Carrera magisterial: ¿Un verdadero avance?

Autor: Martín López Calva datos del autor haz click aquí
Publicado: La Primera de Puebla, 14 de junio de 2011

     Hace unos meses en un foro académico sobre las recomendaciones de la OCDE para mejorar la educación en México, escuché a un ponente decir que había estado presente en una reunión donde el Secretario de Educación Pública, Alonso Lujambio había comentado que tenía buenas noticias porque por fin había logrado que “la maestra” aceptara poner sobre la mesa de discusión la carrera magisterial.
     El comentario de este académico fue hecho para sustentar su tesis de que el problema fundamental que impide mejorar la calidad educativa en nuestro país es el del “gobierno educativo”, puesto que nada se podrá resolver por buenas que sean las medidas que se adopten mientras no haya por un lado un poder real en la toma de decisiones del área responsable del rumbo de la educación y por otro, una cultura en que la sociedad le conceda a la escuela el lugar prioritario que debe tener en el proceso de desarrollo del país.
     Tal parece que esta discusión sobre la carrera magisterial que contó con la “anuencia” de la lideresa del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, que es la que tiene el poder real de decisión -puesto que es el SNTE la instancia que por decreto presidencial de 1946[i] posee el control de la contratación, promoción y remoción de los maestros- tuvo resultados puesto que el presidente Calderón anunció hace un par de semanas aquí en Puebla la modificación a las reglas de la carrera magisterial.
     Las preguntas que surgieron de inmediato al respecto fueron: ¿Qué tan positiva es esta nueva reglamentación y qué tanto repercutirá en el avance hacia una educación de calidad en México? ¿Se trata de un verdadero avance para la educación?
      La carrera magisterial es un sistema de escalafón que liga una serie de mejoras en el salario de los profesores a ciertas características de su desempeño y trayectoria profesional. En este escalafón según las reglas anteriores pesaban demasiado aspectos como los años de trabajo en el aula que aunque dicen algo de la experiencia del docente no hablan necesariamente de la calidad de su práctica. Bajo las nuevas reglas, se da mayor peso a la evaluación del desempeño ligada fundamentalmente a los resultados de los alumnos en la prueba ENLACE y a la participación social del profesor en la comunidad educativa.
     Este cambio es en líneas generales el núcleo de la “nueva carrera magisterial” y sin duda representa, al menos en el papel, un avance respecto a las normas del pasado, puesto que busca premiar a los docentes que logren mejores niveles de aprendizaje en los estudiantes y se comprometan de manera responsable con los directores, los padres de familia y la comunidad escolar en la proyectos de mejora.
     Sin embargo resulta difícil pensar que este cambio en el papel va a traducirse realmente en un cambio en la práctica y que este cambio va a repercutir en una mejor calidad educativa mientras no se reforme de fondo el “gobierno educativo” y se dé a la autoridad federal y a las autoridades estatales el poder real para decidir sobre la contratación, evaluación, promoción y remoción del personal docente y el sindicato tenga solamente las atribuciones que le corresponden como agrupación responsable de la defensa de los derechos e intereses de los trabajadores de la educación y pueda además democratizarse y avanzar en transparencia.
     Porque además de que hay pendientes para lograr un cambio a partir de las nuevas reglas como avanzar en la mejora del instrumento y la aplicación de la prueba ENLACE, establecer reglas transparentes para una evaluación objetiva e independiente de los docentes y avanzar hacia un Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación realmente autónomo,  es demasiado utópico pensar que las cosas realmente van a cambiar para bien si este sindicato vertical, corporativo y caracterizado por su opacidad sigue siendo el que tiene en los hechos el poder real en las decisiones de organización del sistema educativo.
     De manera que aunque es deseable que este cambio en la normatividad que rige la carrera magisterial repercuta en una mejor educación para nuestros niños y adolescentes, resulta indispensable seguir presionando desde todos los frentes de la sociedad para que el sistema educativo pueda vivir la reforma de fondo que se requiere para que la educación sea parte de la solución y no parte del problema de este país que necesita con urgencia transformarse.

        





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