Autores: Benjamín Ortiz Espejel y José Rodriguez.
Publicación: La jornada de Oriente, Pendiente
Asistimos hoy día a uno de los procesos de organización social más grande y mejor organizado en la historia del México contemporáneo. Se trata de las diversas actividades de manifestaciones que la comunidad campesina mexicana y otras organizaciones de la sociedad civil han organizado en demanda, casi las mismas que las un siglo atrás; de justicia en el campo.
Lo que en las primeras décadas del siglo pasado potenciaba y generaba “la más sangrienta guerra civil de América Latina”, un siglo después induce una masiva muestra pacífica y democrática de organización y tejido social en movimiento en defensa de mucho más que sus derechos económicos, lo que realmente estaba detrás de todo esto, es la defensa de un modo de vida distinto, alterno al que las actuales políticas nacionales y globales le proponen y tratan de imponer al país.
El maíz no es sólo nutrición y sustento en México, sino también cultura y religión. El actual mundo rural mexicano heredero directo de aquellos antiguos mexicanos, es el campo en el que mas de 30 millones de habitantes son productores de maíz y cultivan en predios de menos de cinco hectáreas. Y como maravillosamente reportaba Sahagún, manejan una enorme diversidad de semillas adaptadas durante siglos a diferentes climas y geografías, lo que, al contrario de las semillas estandarizadas genéticamente, son útiles en las condiciones marginales donde los conquistadores y anteriores señores feudales los empujaron a vivir, primero a sangre y fuego y más tarde a punta de urbanización salvaje y otros despojos.
De lo anterior, se desprende que México es un país agrario con un riquísimo mosaico ecológico y cultural sumamente importante, no solo por la composición de su población sino sobre todo por el peso específico que tiene la actividad agroecológica de los campesinos dentro de su conjunto. En esta situación el auge de los sistemas de producción agrícolas tradicionales se mantuvieron después del proceso revolucionario y el reparto de tierras como producto de la reforma agraria que se implementó hasta los años sesenta.
Sin embargo a pesar de la importancia de este tipo de sistemas de producción campesinos, el Estado mexicano desde los años ochenta se etiquetó como “desarrollista” y en los actuales momentos se identifica con el neologismo “neoliberal”, con lo cual asume características peculiares en tanto tiene que conciliar en un mismo espacio y tiempo a modos de producción distintos: los campesinos tradicionales y los productores de agroexportación, que a su vez mantiene relaciones dependientes y subordinadas.
De esta manera el Estado Mexicano adquiere compromisos con empresas trasnacionales de alimentos y semillas (Montsanto, Ciba, Cargrill) y se le dificulta cada vez mas contener las contradicciones sociales que surgen por todo el país. Aunado a lo anterior, la presión migratoria y el consecuente deterioro de los recursos naturales ha tenido como consecuencia, el inicio de una espiral de crisis y conflictos en la producción de alimentos del mundo rural que hoy es precisamente la fuerza motora que impulsan los movimientos sociales en muchos lugares de México y que se evidencian de manera neurálgica en la capital del país. ¿Cuánto más tendrá que esperar el gobierno mexicano para entender que con el maíz y con el pueblo mexicano no se juega?
Artículos periodísticos publicados por diversos académicos de la Universidad Iberoamericana Puebla
sábado, julio 19, 2008
lunes, julio 07, 2008
Fin de cursos
Autor: Martín López Calva
Publicación: Síntesis, pendiente
“Muere lentamente quien se transforma en esclavo del hábito, repitiendo todos los días los mismos trayectos, quien no cambia de marca, no arriesga vestir un color nuevo y no le habla a quien no conoce”.
Pablo Neruda.
El fin de cursos además de ser momento para festejar a quienes culminan alguna etapa de su formación y preámbulo para un descanso necesario después de meses de trabajo, debería ser una oportunidad para evaluar la calidad de lo que hacemos todos los actores de la educación.
De otra manera, el término de un ciclo escolar y el inicio de otro puede ser simplemente la repetición de una rutina que nos va haciendo “esclavos del hábito” con lo que la auténtica educación va muriendo lentamente.
En estos tiempos en que el mejoramiento de la calidad de la educación está en el discurso oficial y en la opinión pública como uno de los temas fundamentales para lograr el desarrollo y la transformación social, los protagonistas de la educación –maestros, alumnos, directivos, funcionarios, padres de familia- tendríamos que preguntarnos seriamente sobre el sentido de lo que sucede diariamente en los salones de clase.
¿Qué tanto avanzamos en este ciclo escolar en la construcción de un sentido verdaderamente educativo en las actividades de aprendizaje que diseñamos, instrumentamos y evaluamos? ¿Avanzamos en el logro de una formación significativa e integral de nuestros estudiantes? ¿Qué debilidades tendríamos que ir tratando de superar para lograr verdadera educación? ¿Cuál es el sentido educativo que deben tener las actividades escolares para responder a los retos de una sociedad globalizada, incierta y plural y a las necesidades de justicia y democracia de un país como el nuestro?
El planteamiento y la exploración de estas y otras preguntas ayudaría a que nuestro sistema educativo creciera en una cultura de la evaluación.
Porque si los millones de niños, adolescentes y jóvenes que terminan en estos días un año escolar más salieran de este ciclo habiendo aprendido lo que debieron aprender, con la profundidad y el sentido requeridos y habiendo disfrutado este aprendizaje incorporándolo a su vida, México podría realmente empezar a cambiar.
Publicación: Síntesis, pendiente
“Muere lentamente quien se transforma en esclavo del hábito, repitiendo todos los días los mismos trayectos, quien no cambia de marca, no arriesga vestir un color nuevo y no le habla a quien no conoce”.
Pablo Neruda.
El fin de cursos además de ser momento para festejar a quienes culminan alguna etapa de su formación y preámbulo para un descanso necesario después de meses de trabajo, debería ser una oportunidad para evaluar la calidad de lo que hacemos todos los actores de la educación.
De otra manera, el término de un ciclo escolar y el inicio de otro puede ser simplemente la repetición de una rutina que nos va haciendo “esclavos del hábito” con lo que la auténtica educación va muriendo lentamente.
En estos tiempos en que el mejoramiento de la calidad de la educación está en el discurso oficial y en la opinión pública como uno de los temas fundamentales para lograr el desarrollo y la transformación social, los protagonistas de la educación –maestros, alumnos, directivos, funcionarios, padres de familia- tendríamos que preguntarnos seriamente sobre el sentido de lo que sucede diariamente en los salones de clase.
¿Qué tanto avanzamos en este ciclo escolar en la construcción de un sentido verdaderamente educativo en las actividades de aprendizaje que diseñamos, instrumentamos y evaluamos? ¿Avanzamos en el logro de una formación significativa e integral de nuestros estudiantes? ¿Qué debilidades tendríamos que ir tratando de superar para lograr verdadera educación? ¿Cuál es el sentido educativo que deben tener las actividades escolares para responder a los retos de una sociedad globalizada, incierta y plural y a las necesidades de justicia y democracia de un país como el nuestro?
El planteamiento y la exploración de estas y otras preguntas ayudaría a que nuestro sistema educativo creciera en una cultura de la evaluación.
Porque si los millones de niños, adolescentes y jóvenes que terminan en estos días un año escolar más salieran de este ciclo habiendo aprendido lo que debieron aprender, con la profundidad y el sentido requeridos y habiendo disfrutado este aprendizaje incorporándolo a su vida, México podría realmente empezar a cambiar.
jueves, junio 26, 2008
El petróleo debe ser nuestro
Autor: Miguel Reyes Hernández
Publicación: E-consulta, pendiente.
Joseph Stiglitz, execonomista en Jefe del Banco Mundial y Premio Nobel de Economía, conocedor profundo de los intereses que guían a instituciones como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, afirma en una entrevista que éstas fueron presionadas por las transnacionales para asumir la agenda de la privatización como suya e imponérselas a los países subdesarrollados.
La privatización y liberalización de mercados como un dogma que traerá beneficios a los más pobres es el discurso bajo el que se oculta el verdadero fin. La rapacidad y voracidad con la que las transnacionales quieren comerse al mundo, pone incluso en riesgo la estabilidad del capitalismo en muchos países. Cuando se planteó y se puso en marcha el estado de bienestar no era sólo por cuestiones de bienestar de los individuos que quedaban fuera del mercado, sino de eficiencia del sistema económico y para garantizar su estabilidad en el largo plazo en el marco de la guerra fría. El llamado universalismo en las áreas de la salud y la educación dio a la vez que mejores condiciones de vida a la población, mayores niveles de productividad social y circunstancias de apoyo para la estabilidad política de las instituciones. El costo, obvio que es alto en términos económicos. Más aún para quien resultaría afectado en la redistribución del ingreso (que no de condiciones y medios con los que se genera la riqueza social) dando lugar a que los impuestos (como los impuestos sobre la renta) fueran altos y progresivos.
Con la llegada al poder de Reagan y Margaret Tatcher se formalizó el fin del estado de bienestar en las grandes potencias capitalistas y la posibilidad de que éste se estableciera en países subdesarrollados se hizo más remota. Ya no era necesario desde su perspectiva, financiar la mejora en el bienestar material de los excluidos del sistema aún cuando ello pudiera generar inestabilidad política y social. De las pérdidas sociales en la productividad no habría de que preocuparse si los recursos se reasignarían hacia las empresas con mayor capacidad de sobrevivencia en un entorno altamente competitivo. En cuanto al primer aspecto, si uno de los objetivos del estado de bienestar bajo el entorno mundial de la guerra fría era tratar de demostrar que el capitalismo tenía un rostro humano, ahora que el derrumbe del socialismo en la Europa comandada por la exUnión Soviética se hacía inminente, no había necesidad de sostenerlo tomando en cuenta que éste es muy caro. La sostenibilidad del sistema en condiciones de mayor desigualdad social tendría que darse mediante dos mecanismos: el uso de las instituciones represivas del estado y la manipulación mediática de los medios de comunicación. Cuando comenzaron las privatizaciones en Inglaterra, Tatcher se ganó con creces el sobrenombre de dama de hierro y a partir de esa época, los medios masivos de comunicación, fundamentalmente la televisión han jugado un papel cada vez más importante para sostener un régimen.
Con la caída del socialismo y su gran impacto ideológico y político sobre grandes sectores sociales, el estado de bienestar era un estorbo. Y no sólo para las grandes corporaciones sino también para cualquier empresario que pagara impuestos para mantenerlo. Sin embargo, así como sucede con los pequeños accionistas que invierten en bolsa versus los grandes accionistas, la capacidad de coordinación entre los pequeños y medianos empresarios es muy baja en comparación con los grandes empresarios propietarios de grandes corporaciones. Estas grandes corporaciones son las que tienen posibilidad de establecer e influir en la agenda no sólo de sus países sino de otros países mediante el uso de instituciones mundiales como el Banco Mundial y el FMI como ya lo dijo Stiglitz que conoce el mounstruo desde las entrañas. La privatización de recursos estratégicos que por cuestión natural serían monopolios es un negocio altamente jugoso para quien no tiene saciedad ni límite. No importa para ello que si de por si en estas sociedades existan altos niveles de pobreza y desigualdad, se cobre por la salud y la educación o por el uso de recursos energéticos como la electricidad o el uso de derivados del petróleo.
La privatización del petróleo en México, además de estar en las prioridades de las grandes transnacionales y en la agenda del BM y FMI, también lo está en un gobierno altamente comprometido con ellas y cuya carencia de legitimidad ha buscado mediante el uso de los medios masivos de comunicación. Sin embargo, esto no es nuestro destino fatal. Se puede evitar la privatización de recursos estratégicos como el petróleo mediante la participación activa como ciudadanos. Así se ha demostrado en varios lugares del mundo. En Bolivia, de manera reciente se evitó la privatización del agua en regiones como Cochabamba. En México, nuestra opinión en consultas y plebiscitos abiertos es una posibilidad que no la única.
Que el petróleo mexicano siga siendo de todo el pueblo mexicano y que ningún particular, extranjero o nacional, participe en el reparto de la renta petrolera, sino que toda ésta sea de todos los mexicanos, -aunque la administre un gobierno que puede dejar que desear en su manejo-, significa la existencia de la posibilidad de poder seguir la ruta de crecimiento económico que mejor convenga a los intereses nacionales e, incluso, se puede pensar en la posibilidad del avance del desarrollo en beneficio de la mayorías del pueblo, de los pobres.
Publicación: E-consulta, pendiente.
Joseph Stiglitz, execonomista en Jefe del Banco Mundial y Premio Nobel de Economía, conocedor profundo de los intereses que guían a instituciones como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, afirma en una entrevista que éstas fueron presionadas por las transnacionales para asumir la agenda de la privatización como suya e imponérselas a los países subdesarrollados.
La privatización y liberalización de mercados como un dogma que traerá beneficios a los más pobres es el discurso bajo el que se oculta el verdadero fin. La rapacidad y voracidad con la que las transnacionales quieren comerse al mundo, pone incluso en riesgo la estabilidad del capitalismo en muchos países. Cuando se planteó y se puso en marcha el estado de bienestar no era sólo por cuestiones de bienestar de los individuos que quedaban fuera del mercado, sino de eficiencia del sistema económico y para garantizar su estabilidad en el largo plazo en el marco de la guerra fría. El llamado universalismo en las áreas de la salud y la educación dio a la vez que mejores condiciones de vida a la población, mayores niveles de productividad social y circunstancias de apoyo para la estabilidad política de las instituciones. El costo, obvio que es alto en términos económicos. Más aún para quien resultaría afectado en la redistribución del ingreso (que no de condiciones y medios con los que se genera la riqueza social) dando lugar a que los impuestos (como los impuestos sobre la renta) fueran altos y progresivos.
Con la llegada al poder de Reagan y Margaret Tatcher se formalizó el fin del estado de bienestar en las grandes potencias capitalistas y la posibilidad de que éste se estableciera en países subdesarrollados se hizo más remota. Ya no era necesario desde su perspectiva, financiar la mejora en el bienestar material de los excluidos del sistema aún cuando ello pudiera generar inestabilidad política y social. De las pérdidas sociales en la productividad no habría de que preocuparse si los recursos se reasignarían hacia las empresas con mayor capacidad de sobrevivencia en un entorno altamente competitivo. En cuanto al primer aspecto, si uno de los objetivos del estado de bienestar bajo el entorno mundial de la guerra fría era tratar de demostrar que el capitalismo tenía un rostro humano, ahora que el derrumbe del socialismo en la Europa comandada por la exUnión Soviética se hacía inminente, no había necesidad de sostenerlo tomando en cuenta que éste es muy caro. La sostenibilidad del sistema en condiciones de mayor desigualdad social tendría que darse mediante dos mecanismos: el uso de las instituciones represivas del estado y la manipulación mediática de los medios de comunicación. Cuando comenzaron las privatizaciones en Inglaterra, Tatcher se ganó con creces el sobrenombre de dama de hierro y a partir de esa época, los medios masivos de comunicación, fundamentalmente la televisión han jugado un papel cada vez más importante para sostener un régimen.
Con la caída del socialismo y su gran impacto ideológico y político sobre grandes sectores sociales, el estado de bienestar era un estorbo. Y no sólo para las grandes corporaciones sino también para cualquier empresario que pagara impuestos para mantenerlo. Sin embargo, así como sucede con los pequeños accionistas que invierten en bolsa versus los grandes accionistas, la capacidad de coordinación entre los pequeños y medianos empresarios es muy baja en comparación con los grandes empresarios propietarios de grandes corporaciones. Estas grandes corporaciones son las que tienen posibilidad de establecer e influir en la agenda no sólo de sus países sino de otros países mediante el uso de instituciones mundiales como el Banco Mundial y el FMI como ya lo dijo Stiglitz que conoce el mounstruo desde las entrañas. La privatización de recursos estratégicos que por cuestión natural serían monopolios es un negocio altamente jugoso para quien no tiene saciedad ni límite. No importa para ello que si de por si en estas sociedades existan altos niveles de pobreza y desigualdad, se cobre por la salud y la educación o por el uso de recursos energéticos como la electricidad o el uso de derivados del petróleo.
La privatización del petróleo en México, además de estar en las prioridades de las grandes transnacionales y en la agenda del BM y FMI, también lo está en un gobierno altamente comprometido con ellas y cuya carencia de legitimidad ha buscado mediante el uso de los medios masivos de comunicación. Sin embargo, esto no es nuestro destino fatal. Se puede evitar la privatización de recursos estratégicos como el petróleo mediante la participación activa como ciudadanos. Así se ha demostrado en varios lugares del mundo. En Bolivia, de manera reciente se evitó la privatización del agua en regiones como Cochabamba. En México, nuestra opinión en consultas y plebiscitos abiertos es una posibilidad que no la única.
Que el petróleo mexicano siga siendo de todo el pueblo mexicano y que ningún particular, extranjero o nacional, participe en el reparto de la renta petrolera, sino que toda ésta sea de todos los mexicanos, -aunque la administre un gobierno que puede dejar que desear en su manejo-, significa la existencia de la posibilidad de poder seguir la ruta de crecimiento económico que mejor convenga a los intereses nacionales e, incluso, se puede pensar en la posibilidad del avance del desarrollo en beneficio de la mayorías del pueblo, de los pobres.
martes, junio 24, 2008
Calificaciones finales
Autor: José Rafael de Regil Vélez
Publicación: Síntesis, pendiente
Llegó el fin del ciclo escolar. Cada día están más cerca las ansiadas vacaciones. En poco tiempo las familias tendrán en casa las calificaciones finales: los aprobados reirán, los reprobados (todavía existen estos parias del sistema escolar) si no lloran, al menos tendrán que regularizarse para acreditar en exámenes extraordinarios.
Ya en clima vacacional podríamos ensayar un juego. ¿Qué tal si los padres de familia les diéramos calificaciones de fin de curso a las escuelas, sus docentes y directivos? A lo mejor y ellos también se nos van a extraordinario.
Dado que casi toda institución educativa presume de dar formación integral y de excelencia, evaluemos al respecto.
Otórguense calificaciones en la siguiente escala: no aprobado (na), regular (r), bien (b), muy bien (mb), excelente (e).
Las preguntas sobre cómo educan las instituciones para la vida serían las siguientes:
1. ¿Los educandos conocen mejor su cuerpo para prevenir enfermedades, para descansar suficientemente, para organizar su tiempo y espacios adecuadamente?
2. ¿Los educandos trabajan colaborativamente, apoyan a los rezagados?
3. ¿La escuela cuenta con validaciones externas de su quehacer educativo realizadas por personas relevantes de la comunidad en la se ubica?
4. ¿Los educandos participan formalmente en la toma de decisiones de la escuela y así se forman a la participación política?
5. ¿Los educandos son conscientes de que problemas sociales como la pobreza, la migración, el deterioro medioambiental son complejos y que los conocimientos obtenidos en el aula sirven para que todos podamos hacer algo al respecto?
6. ¿Los alumnos saben que la tecnología no es un fin, sino un medio para trasformar la realidad y que un mayor número de mexicanos tengamos vida con cierta dignidad?
7. ¿Los estudiantes tienen la oportunidad de ejercer sus liderazgos en proyectos que son acompañados por la institución?
8. ¿Los estudiantes tienen la oportunidad de compartir las riquezas de su educación con grupos vulnerables y menos favorecidos?
9. ¿Los estudiantes son formads lo mismo tomar decisiones que instrumentarlas, para ser "jefes" lo mismo que colaboradores?
10. ¿Los estudiantes están preparados para entender y respetar las opiniones de los otros y a partir de ello dialogar para solucionar problemas?
¿Cuál fue el resultado? ¿Qué tal las calificaciones finales?
¿Demuestran que las escuelas han hecho la tarea? ¿Y nosotros hemos hecho la nuestra al elegirlas?
Publicación: Síntesis, pendiente
Llegó el fin del ciclo escolar. Cada día están más cerca las ansiadas vacaciones. En poco tiempo las familias tendrán en casa las calificaciones finales: los aprobados reirán, los reprobados (todavía existen estos parias del sistema escolar) si no lloran, al menos tendrán que regularizarse para acreditar en exámenes extraordinarios.
Ya en clima vacacional podríamos ensayar un juego. ¿Qué tal si los padres de familia les diéramos calificaciones de fin de curso a las escuelas, sus docentes y directivos? A lo mejor y ellos también se nos van a extraordinario.
Dado que casi toda institución educativa presume de dar formación integral y de excelencia, evaluemos al respecto.
Otórguense calificaciones en la siguiente escala: no aprobado (na), regular (r), bien (b), muy bien (mb), excelente (e).
Las preguntas sobre cómo educan las instituciones para la vida serían las siguientes:
1. ¿Los educandos conocen mejor su cuerpo para prevenir enfermedades, para descansar suficientemente, para organizar su tiempo y espacios adecuadamente?
2. ¿Los educandos trabajan colaborativamente, apoyan a los rezagados?
3. ¿La escuela cuenta con validaciones externas de su quehacer educativo realizadas por personas relevantes de la comunidad en la se ubica?
4. ¿Los educandos participan formalmente en la toma de decisiones de la escuela y así se forman a la participación política?
5. ¿Los educandos son conscientes de que problemas sociales como la pobreza, la migración, el deterioro medioambiental son complejos y que los conocimientos obtenidos en el aula sirven para que todos podamos hacer algo al respecto?
6. ¿Los alumnos saben que la tecnología no es un fin, sino un medio para trasformar la realidad y que un mayor número de mexicanos tengamos vida con cierta dignidad?
7. ¿Los estudiantes tienen la oportunidad de ejercer sus liderazgos en proyectos que son acompañados por la institución?
8. ¿Los estudiantes tienen la oportunidad de compartir las riquezas de su educación con grupos vulnerables y menos favorecidos?
9. ¿Los estudiantes son formads lo mismo tomar decisiones que instrumentarlas, para ser "jefes" lo mismo que colaboradores?
10. ¿Los estudiantes están preparados para entender y respetar las opiniones de los otros y a partir de ello dialogar para solucionar problemas?
¿Cuál fue el resultado? ¿Qué tal las calificaciones finales?
¿Demuestran que las escuelas han hecho la tarea? ¿Y nosotros hemos hecho la nuestra al elegirlas?
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José Rafael de Regil Vélez
jueves, junio 19, 2008
TRANSDISCIPLINARIEDAD Y EDUCACION
Autora: Laura Rodríguez M.
Publicación: La jornada de Oriente, 19 Junio 2008.
En muchas instituciones educativas está teniendo lugar un proceso de reforma curricular, cuyos hilos conductores son: la formación a lo largo de la vida, aprendizaje centrado en los estudiantes, profesores como facilitadores, desarrollo de competencias, internacionalización y movilidad de estudiantes y profesores, etcétera.
Estas transformaciones se derivan de la crisis del conocimiento y sus bases epistemológicas, en términos de su capacidad para dar cuenta de las nuevas tendencias que emergen a partir de los 70’s a escala mundial, y que se caracterizan por su complejidad y alcance sistémico; de ahí que las instituciones de educación superior intenten transitar a nuevos modelos de enseñanza-aprendizaje, y de producción y difusión del conocimiento que estén a la altura de los tiempos.
Parte de la nueva terminología que da cuenta de los cambios en los procesos educativos y de investigación se relaciona con un enfoque transdisciplinario.
El concepto de transdisciplinariedad surge en la Primera Conferencia Internacional sobre Transdisciplinariedad, en 1970. Desde entonces ha venido enriqueciéndose en los siguientes términos: Como un sistema común de axiomas para un conjunto de disciplinas. Como la ciencia y el arte de descubrir puentes entre diferentes objetos y áreas del conocimiento. Como reconfiguración sintética y recontextualización del conocimiento disponible. Como un marco comprensivo que orienta el problema de la integración y a la necesidad de una concepción común del mundo.
Sin embargo, una cosa es utilizar la terminología de moda y otra ponerla en práctica, pues ello implica no sólo la reforma curricular de la Universidad, sino, en mayor medida, la formación de los profesores e investigadores en este nuevo paradigma, y la adecuación de los espacios y las reglamentaciones correspondientes. Algunas de las acciones a emprender para responder a este reto son:
Formar grupos de trabajo con personas de diferentes disciplinas científicas, dispuestas a asumir la ética de la responsabilidad.
Promover la superación de las distintas perspectivas uni y multidisciplinares.
Vincular a las universidades con la sociedad mediante distintos modelos de colaboración e incidencia recíproca.
Generar capabilidades para impensar el desarrollo.
Aprovechar las nuevas tecnologías para transitar a la sociedad del re-conocimiento.
Realizar transformaciones institucionales para crear un campo más complejo, fomentando la cooperación.
Refundar una pedagogía participativa, que practique el autodiagnóstico y la auto-organización.
Como requisito epistemológico previo y fundamental: enfrentar los problemas actuales de la humanidad de manera compleja definitoria.
Estas son algunas acciones a desarrollar para enfrentar el reto de asumir una visión transdisciplinaria en educación que permita colocar a la persona en el centro de la problemática del desarrollo como el responsable de la vida en su conjunto.
Publicación: La jornada de Oriente, 19 Junio 2008.
En muchas instituciones educativas está teniendo lugar un proceso de reforma curricular, cuyos hilos conductores son: la formación a lo largo de la vida, aprendizaje centrado en los estudiantes, profesores como facilitadores, desarrollo de competencias, internacionalización y movilidad de estudiantes y profesores, etcétera.
Estas transformaciones se derivan de la crisis del conocimiento y sus bases epistemológicas, en términos de su capacidad para dar cuenta de las nuevas tendencias que emergen a partir de los 70’s a escala mundial, y que se caracterizan por su complejidad y alcance sistémico; de ahí que las instituciones de educación superior intenten transitar a nuevos modelos de enseñanza-aprendizaje, y de producción y difusión del conocimiento que estén a la altura de los tiempos.
Parte de la nueva terminología que da cuenta de los cambios en los procesos educativos y de investigación se relaciona con un enfoque transdisciplinario.
El concepto de transdisciplinariedad surge en la Primera Conferencia Internacional sobre Transdisciplinariedad, en 1970. Desde entonces ha venido enriqueciéndose en los siguientes términos: Como un sistema común de axiomas para un conjunto de disciplinas. Como la ciencia y el arte de descubrir puentes entre diferentes objetos y áreas del conocimiento. Como reconfiguración sintética y recontextualización del conocimiento disponible. Como un marco comprensivo que orienta el problema de la integración y a la necesidad de una concepción común del mundo.
Sin embargo, una cosa es utilizar la terminología de moda y otra ponerla en práctica, pues ello implica no sólo la reforma curricular de la Universidad, sino, en mayor medida, la formación de los profesores e investigadores en este nuevo paradigma, y la adecuación de los espacios y las reglamentaciones correspondientes. Algunas de las acciones a emprender para responder a este reto son:
Formar grupos de trabajo con personas de diferentes disciplinas científicas, dispuestas a asumir la ética de la responsabilidad.
Promover la superación de las distintas perspectivas uni y multidisciplinares.
Vincular a las universidades con la sociedad mediante distintos modelos de colaboración e incidencia recíproca.
Generar capabilidades para impensar el desarrollo.
Aprovechar las nuevas tecnologías para transitar a la sociedad del re-conocimiento.
Realizar transformaciones institucionales para crear un campo más complejo, fomentando la cooperación.
Refundar una pedagogía participativa, que practique el autodiagnóstico y la auto-organización.
Como requisito epistemológico previo y fundamental: enfrentar los problemas actuales de la humanidad de manera compleja definitoria.
Estas son algunas acciones a desarrollar para enfrentar el reto de asumir una visión transdisciplinaria en educación que permita colocar a la persona en el centro de la problemática del desarrollo como el responsable de la vida en su conjunto.
martes, junio 17, 2008
¿Educamos para la interculturalidad?
Autora: Teresa Eugenia Brito Miranda
Publicacion: E- consulta, 17 Junio 2008
En la segunda quincena del mes de mayo se llevó a cabo en Zacatlán una reunión de trabajo de Escuelas Normales públicas Interculturales del estado de Puebla a la cual fui invitada en representación de la Universidad Iberoamericana, Puebla.
En este foro estuvieron implicados, personal de la Dirección de Formación de Docentes de la SEP, profesores y alumnos de las Normales, los directores de las mismas y algunos profesores de dos universidades. Fue muy interesante ver que la reunión fue planteada como intercambio de experiencias, lo cual implica de entrada la promoción de una cultura participativa y colaborativa.
La interculturalidad está fundamentada entre otras cosas en la apertura al diálogo, el respeto y la participación. Ese fue el clima que se vivió en esta reunión de trabajo. Me sorprendió el trabajo y la participación de estudiantes normalistas analíticos y proposititos que partieron de sus experiencias de aprendizaje en el aula y de sus prácticas en las comunidades a las que están asignados.
Esta experiencia generó la reflexión que ahora les comparto.
Me parece importante primero distinguir la multiculturalidad de la interculturalidad. Silvia Schmelkes, experta e iniciadora de la educación para la interculturalidad en México, observa que el concepto de multiculturalidad hace referencia a la aceptación de la diferencia de culturas que conviven en un mismo territorio; situación que es ya un avance respecto a la búsqueda de la integración de la diversidad en una sola cultura. El concepto de multiculturalidad, sin embargo, no pone énfasis en la manera en que se da la convivencia de las distintas culturas, solamente admite las diferencias. Por esto mismo, en esta perspectiva puede tener cabida la discriminación, la imposición y el abuso o dominio de unos sobre otros. Se hace necesario entonces transitar de admitir esas diferencias a valorar el tipo de convivencia entre diferentes, de manera que cada cultura crezca a partir de sus diferencias, se valore y se enriquezca con las otras.
Hay una gran complejidad en esto y se necesitan buscar mínimos para la interrelación en este sentido.
Por ello se plantea el concepto de interculturalidad como una aspiración, más que como un punto de partida. Asumimos que no la hay y trabajamos para promoverla. Esto me parece clave para quienes nos dedicamos a la educación.
Un primer paso es aceptar que podemos aprender de otros, sean estos alumnos, directores o profesores, todos en igualdad de circunstancias, en una relación simétrica. Por ello esta reunión de Escuelas Normales Interculturales fue valiosa. La voz de cada uno fue escuchada para aportar a esa aspiración de todos: la interculturalidad.
Se argumentó que la educación para la interculturalidad debe ser para todos, en los diferentes niveles y escenarios educativos, pues comúnmente se entiende como dirigida a comunidades indígenas y rurales. Sin embargo, en donde realmente necesitamos trabajarla es en toda la población. Esto es condición para la interculturalidad.
En lo educativo no hemos hecho el tránsito de lo multicultural a lo intercultural, aunque pueda advertirse en los discursos y hasta en los planes de estudio. A veces no llegamos ni al plano multicultural, pues queremos uniformar todos los contenidos de los aprendizajes, los estilos de enseñanza, las formas de aprender, las condiciones de nuestros alumnos, entre otras cosas, con la idea de llegar a la igualdad, a la homogenización en sí misma. Aquí habría que reflexionar qué queremos ser como país: ¿crecer fuertes en nuestras raíces y enriquecernos con las diferencias o tratar de ser todos “iguales” buscando una sola cultura?
La interculturalidad implica también que la convivencia entre los diferentes parta de una relación simétrica, es decir, de igual a igual. ¿Lo promovemos en nuestras aulas en el nivel en el que nos encontremos como profesores o nos sentimos superiores a nuestros alumnos?
La interculturalidad requiere ser trabajada como actitud y no solamente como un contenido del plan de estudios. Los maestros con nuestras actitudes promovemos asimetrías con nuestros comentarios, bromas y en la forma como “disciplinamos”. Cada uno de ellos es valioso y digno.
Necesitamos reflexionar también sobre lo que implican las asimetrías en el aula en cuanto a lo escolar: el acceso y la calidad: ¿todos los niños entran a la escuela en igualdad de circunstancias? ¿Aspiramos a formar en una sola cultura para la convivencia en un mundo con culturas diferentes? ¿Cómo podemos abordar estas diferencias para que cada uno crezca en sus raíces, en igualdad de circunstancias y se enriquezca con las diferencias?
Publicacion: E- consulta, 17 Junio 2008
En la segunda quincena del mes de mayo se llevó a cabo en Zacatlán una reunión de trabajo de Escuelas Normales públicas Interculturales del estado de Puebla a la cual fui invitada en representación de la Universidad Iberoamericana, Puebla.
En este foro estuvieron implicados, personal de la Dirección de Formación de Docentes de la SEP, profesores y alumnos de las Normales, los directores de las mismas y algunos profesores de dos universidades. Fue muy interesante ver que la reunión fue planteada como intercambio de experiencias, lo cual implica de entrada la promoción de una cultura participativa y colaborativa.
La interculturalidad está fundamentada entre otras cosas en la apertura al diálogo, el respeto y la participación. Ese fue el clima que se vivió en esta reunión de trabajo. Me sorprendió el trabajo y la participación de estudiantes normalistas analíticos y proposititos que partieron de sus experiencias de aprendizaje en el aula y de sus prácticas en las comunidades a las que están asignados.
Esta experiencia generó la reflexión que ahora les comparto.
Me parece importante primero distinguir la multiculturalidad de la interculturalidad. Silvia Schmelkes, experta e iniciadora de la educación para la interculturalidad en México, observa que el concepto de multiculturalidad hace referencia a la aceptación de la diferencia de culturas que conviven en un mismo territorio; situación que es ya un avance respecto a la búsqueda de la integración de la diversidad en una sola cultura. El concepto de multiculturalidad, sin embargo, no pone énfasis en la manera en que se da la convivencia de las distintas culturas, solamente admite las diferencias. Por esto mismo, en esta perspectiva puede tener cabida la discriminación, la imposición y el abuso o dominio de unos sobre otros. Se hace necesario entonces transitar de admitir esas diferencias a valorar el tipo de convivencia entre diferentes, de manera que cada cultura crezca a partir de sus diferencias, se valore y se enriquezca con las otras.
Hay una gran complejidad en esto y se necesitan buscar mínimos para la interrelación en este sentido.
Por ello se plantea el concepto de interculturalidad como una aspiración, más que como un punto de partida. Asumimos que no la hay y trabajamos para promoverla. Esto me parece clave para quienes nos dedicamos a la educación.
Un primer paso es aceptar que podemos aprender de otros, sean estos alumnos, directores o profesores, todos en igualdad de circunstancias, en una relación simétrica. Por ello esta reunión de Escuelas Normales Interculturales fue valiosa. La voz de cada uno fue escuchada para aportar a esa aspiración de todos: la interculturalidad.
Se argumentó que la educación para la interculturalidad debe ser para todos, en los diferentes niveles y escenarios educativos, pues comúnmente se entiende como dirigida a comunidades indígenas y rurales. Sin embargo, en donde realmente necesitamos trabajarla es en toda la población. Esto es condición para la interculturalidad.
En lo educativo no hemos hecho el tránsito de lo multicultural a lo intercultural, aunque pueda advertirse en los discursos y hasta en los planes de estudio. A veces no llegamos ni al plano multicultural, pues queremos uniformar todos los contenidos de los aprendizajes, los estilos de enseñanza, las formas de aprender, las condiciones de nuestros alumnos, entre otras cosas, con la idea de llegar a la igualdad, a la homogenización en sí misma. Aquí habría que reflexionar qué queremos ser como país: ¿crecer fuertes en nuestras raíces y enriquecernos con las diferencias o tratar de ser todos “iguales” buscando una sola cultura?
La interculturalidad implica también que la convivencia entre los diferentes parta de una relación simétrica, es decir, de igual a igual. ¿Lo promovemos en nuestras aulas en el nivel en el que nos encontremos como profesores o nos sentimos superiores a nuestros alumnos?
La interculturalidad requiere ser trabajada como actitud y no solamente como un contenido del plan de estudios. Los maestros con nuestras actitudes promovemos asimetrías con nuestros comentarios, bromas y en la forma como “disciplinamos”. Cada uno de ellos es valioso y digno.
Necesitamos reflexionar también sobre lo que implican las asimetrías en el aula en cuanto a lo escolar: el acceso y la calidad: ¿todos los niños entran a la escuela en igualdad de circunstancias? ¿Aspiramos a formar en una sola cultura para la convivencia en un mundo con culturas diferentes? ¿Cómo podemos abordar estas diferencias para que cada uno crezca en sus raíces, en igualdad de circunstancias y se enriquezca con las diferencias?
viernes, junio 13, 2008
La buena educación “comienza en casa”
Autor: José Rafael de Regil Vélez
Publicación: La Jornada de Oriente, 13 Junio 2008.
El lunes 9 de junio pasado Elba Esther Gordillo –líder del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación- y Josefina Vázquez Mota –Secretaria de Educación Pública- atestiguaron la instalación de cinco comisiones bipartitas que definirán los primeros programas y acciones en pos de una nueva reforma educativa.
Ésta nace de la Alianza por la calidad de la educación realizada entre el gremio magisterial y el gobierno federal y anunciada a la ciudadanía el mes de mayo pasado.
Con esta Alianza emprendemos un proceso de trabajo corresponsable para dar respuesta a las necesidades y demandas que se articulan en torno a cada plantel escolar.
Proponemos avanzar en una agenda de compromisos que, en conjunto, articulen una estrategia clara e incluyente para hacer de la educación una Política de Estado efectiva, capaz de transformar y poner al día el sistema educativo.
Con estos párrafos el documento publicado por la Secretaría de Educación Pública (www.sep.gob.mx/wb/sep1/alianzaporlacalidaddelaeducacion) señala la razón y el propósito de esta reforma, que será trabajada en torno a 10 puntos:
a) En torno a los centros educativos, respecto de los cuales se pretende que cuenten con lo necesario para actuar eficiente y eficazmente por la educación, involucrando a su comunidad: infraestructura y equipamiento, tecnologías de la información y la comunicación, gestión y participación social.
b) En torno al profesorado y los directivos, respecto de los cuales se pretende mayor profesionalización (mejor trabajo, con mejores logros y mejor retribución): ingreso y promoción, profesionalización, incentivos y estímulos.
c) Respecto del bienestar y desarrollo integral de los alumnos, objetivo último del trabajo educativo: salud, alimentación y nutrición, así como condiciones sociales para mejorar el acceso, permanencia y egreso de las instituciones educativas.
d) Respecto de la formación integral de los alumnos para la vida y el trabajo, que posibilita la formación de la ciudadanía de personas competentes para la productividad: reforma curricular (cambio en planes y programas de estudio).
e) Respecto de la evaluación, que permite reconocer si se logra o no la formación de personas comprometidas económica, social, cultural y políticamente con su comunidad: nuevos sistemas de evaluación.
La tarea que tienen las comisiones y grupos de trabajo es grande, sobre todo si se pretende, como señala el documento de la Alianza que haya pasos claros para el ciclo escolar 2008-2009. Los políticos y los técnicos tienen una buena tarea por delante: que lo vean los cónsules, dirían los latinos sugiriendo la responsabilidad de los actores políticos y sociales.
A mí me parece que los ciudadanos tenemos que estar pendientes de este asunto, en especial quienes nos dedicamos a la educación y entonces expresarnos crítica y solidariamente.
Estoy convencido Sin embargo de que cuando las reformas se generan en la cúspide de la pirámide del poder no generan necesariamente cambios.
Los cambios en materia educativa se dan cuando profesores, directivos, administrativos, padres de familia y miembros de la comunidad, e incluso alumnos en algunos niveles educativos, logran sentarse convocados por el liderazgo de su director a plantearse seriamente qué problemas afectan el aprendizaje para la vida de sus alumnas y alumnos y diseñan con profesionalidad pequeños proyectos de mejora y mantenimiento de calidad… ¿Qué podremos esperar de esto?
Publicación: La Jornada de Oriente, 13 Junio 2008.
El lunes 9 de junio pasado Elba Esther Gordillo –líder del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación- y Josefina Vázquez Mota –Secretaria de Educación Pública- atestiguaron la instalación de cinco comisiones bipartitas que definirán los primeros programas y acciones en pos de una nueva reforma educativa.
Ésta nace de la Alianza por la calidad de la educación realizada entre el gremio magisterial y el gobierno federal y anunciada a la ciudadanía el mes de mayo pasado.
Con esta Alianza emprendemos un proceso de trabajo corresponsable para dar respuesta a las necesidades y demandas que se articulan en torno a cada plantel escolar.
Proponemos avanzar en una agenda de compromisos que, en conjunto, articulen una estrategia clara e incluyente para hacer de la educación una Política de Estado efectiva, capaz de transformar y poner al día el sistema educativo.
Con estos párrafos el documento publicado por la Secretaría de Educación Pública (www.sep.gob.mx/wb/sep1/alianzaporlacalidaddelaeducacion) señala la razón y el propósito de esta reforma, que será trabajada en torno a 10 puntos:
a) En torno a los centros educativos, respecto de los cuales se pretende que cuenten con lo necesario para actuar eficiente y eficazmente por la educación, involucrando a su comunidad: infraestructura y equipamiento, tecnologías de la información y la comunicación, gestión y participación social.
b) En torno al profesorado y los directivos, respecto de los cuales se pretende mayor profesionalización (mejor trabajo, con mejores logros y mejor retribución): ingreso y promoción, profesionalización, incentivos y estímulos.
c) Respecto del bienestar y desarrollo integral de los alumnos, objetivo último del trabajo educativo: salud, alimentación y nutrición, así como condiciones sociales para mejorar el acceso, permanencia y egreso de las instituciones educativas.
d) Respecto de la formación integral de los alumnos para la vida y el trabajo, que posibilita la formación de la ciudadanía de personas competentes para la productividad: reforma curricular (cambio en planes y programas de estudio).
e) Respecto de la evaluación, que permite reconocer si se logra o no la formación de personas comprometidas económica, social, cultural y políticamente con su comunidad: nuevos sistemas de evaluación.
La tarea que tienen las comisiones y grupos de trabajo es grande, sobre todo si se pretende, como señala el documento de la Alianza que haya pasos claros para el ciclo escolar 2008-2009. Los políticos y los técnicos tienen una buena tarea por delante: que lo vean los cónsules, dirían los latinos sugiriendo la responsabilidad de los actores políticos y sociales.
A mí me parece que los ciudadanos tenemos que estar pendientes de este asunto, en especial quienes nos dedicamos a la educación y entonces expresarnos crítica y solidariamente.
Estoy convencido Sin embargo de que cuando las reformas se generan en la cúspide de la pirámide del poder no generan necesariamente cambios.
Los cambios en materia educativa se dan cuando profesores, directivos, administrativos, padres de familia y miembros de la comunidad, e incluso alumnos en algunos niveles educativos, logran sentarse convocados por el liderazgo de su director a plantearse seriamente qué problemas afectan el aprendizaje para la vida de sus alumnas y alumnos y diseñan con profesionalidad pequeños proyectos de mejora y mantenimiento de calidad… ¿Qué podremos esperar de esto?
jueves, junio 12, 2008
¿RENUNCIAMOS A LA POSIBILIDAD DE CAMBIO?
Autora: Ma. Isabel Royo Sorrosal
Publicación: e-consulta, 12 de Junio 2008
Desde Agosto del 2007 estoy trabajando con un equipo de académicos de diferentes instituciones de educación superior y de profesionales implicados en trabajos de desarrollo social. Nos convocaron para conocer y trazar los rasgos de la realidad vivida en un municipio de la Sierra norte de Puebla con alta marginación. Como sabemos el Estado de Puebla es la séptima de las 32 entidades federativas con más bajo Índice de Desarrollo humano, y la cuarta con mayor Índice de Rezago social. En el norte de nuestro Estado se localizan municipios cuya esperanza de vida al nacer, tasa de alfabetización y matriculación, PIB per capita, acceso a los servicios de salud; calidad, en la vivienda, etc., son muy bajos. Una iniciativa federal a través de la Secretaría de desarrollo social convocó a las universidades para diagnosticar y hacer propuestas de mejora en uno de estos municipios.
Dentro de nuestro equipo interdisciplinar, un subgrupo nos dedicamos a la dimensión educativa. En ella encontramos bajo rendimiento y motivación de alumnos. Constatamos cómo la falta de horizonte personal, social y laboral; la incomprensión de los conocimientos descontextualizados impartidos en el aula; la incomunicación con sus padres y maestros; fomentan en los alumnos una desmotivación profunda que lleva a muchos adolescentes a acabar la secundaria y emigrar. Además quienes siguen el bachiller expresan dificultades para continuar sus estudios por: a) falta de recursos económicos para gastos extras de materiales, b) escasez de oferta educativa en la universidad cercana, y c) ausencia de becas con apoyo suficiente para acceder a otras instituciones de educación superior. Por otra parte, los que logran estudios universitarios no suelen volver a su municipio que necesitaría un Proyecto de desarrollo a corto, mediano y largo plazo para convertirse en horizonte atractivo para los jóvenes.
En cuanto a las instalaciones escolares de las comunidades, se encuentran equipadas con computadoras, antenas, etc. pero faltan servicios básicos como luz, agua, conexión a internet, señal satelital, que hacen muy difícil su utilización. Además los padres se encuentran desvinculados del proceso enseñanza y aprendizaje. Su baja escolaridad y dificultades para la participación en el proceso de formación de sus hijos, acaba por pedir a la escuela que sus hijos aprendan únicamente a leer, escribir y hacer cuentas, priorizando el español.
Esta realidad que se extiende en el tiempo y en el espacio de muchos centros e instituciones educativas, pone de manifiesto el gran reto que tenemos toda la sociedad mexicana y los profesionales de la educación, la ciencia y la tecnología. Freire nos recuerda el paso del ser humano de “estar en el mundo” a “ser consciente de él”. Esta conciencia de sí y del mundo nos prepara para transformarnos a nosotros mismos e intentar, decididamente, transformar el mundo. En sus palabras diríamos “nos tornamos seres éticos, conscientes, soñadores, utópicos; por consiguiente, seres a quienes la esperanza les hace falta”.
Ante una realidad social tan compleja, dañada y anclada en las formas de ser y existir, buscar los cambios progresivos requiere el conocimiento especializado de los diferentes profesionales pero vinculado con el compromiso personal de mejorar la educación y el bienestar humano y social del país; requiere un saber con el impulso generoso de servicio a los demás, la búsqueda del bien común. Pero ¿cómo no caer en la trampa de la ideologización? ¿Cómo no renunciar a la posibilidad de cambio?
El trabajo colaborativo de los equipos interdisciplinares; de los diálogos entre la Secretaria federal, los municipios y las universidades; la interacción de los maestros, padres y alumnos; los espacios de encuentro y suma de esfuerzos; el compromiso de pasar del discurso académico y técnico a la génesis de cambios y mejoras de la realidad de las personas; nos permitirá poco a poco, romper la inercia fatal del “siempre ha sido y así seguirá”.
Nuestros niños y jóvenes merecen un esfuerzo más, intentar de nuevo realizar las mejoras, los cambios que parecen imposibles. Sólo realizando acciones y procesos diferentes, podremos esperar resultados diferentes. Las estrategias de mejora educativa deberían salir de acciones coordinadas de los diferentes agentes sociales y niveles de gobierno, basadas en la responsabilidad social, la cooperación y la búsqueda continua del desarrollo y del bien común de todas las personas.
Publicación: e-consulta, 12 de Junio 2008
Desde Agosto del 2007 estoy trabajando con un equipo de académicos de diferentes instituciones de educación superior y de profesionales implicados en trabajos de desarrollo social. Nos convocaron para conocer y trazar los rasgos de la realidad vivida en un municipio de la Sierra norte de Puebla con alta marginación. Como sabemos el Estado de Puebla es la séptima de las 32 entidades federativas con más bajo Índice de Desarrollo humano, y la cuarta con mayor Índice de Rezago social. En el norte de nuestro Estado se localizan municipios cuya esperanza de vida al nacer, tasa de alfabetización y matriculación, PIB per capita, acceso a los servicios de salud; calidad, en la vivienda, etc., son muy bajos. Una iniciativa federal a través de la Secretaría de desarrollo social convocó a las universidades para diagnosticar y hacer propuestas de mejora en uno de estos municipios.
Dentro de nuestro equipo interdisciplinar, un subgrupo nos dedicamos a la dimensión educativa. En ella encontramos bajo rendimiento y motivación de alumnos. Constatamos cómo la falta de horizonte personal, social y laboral; la incomprensión de los conocimientos descontextualizados impartidos en el aula; la incomunicación con sus padres y maestros; fomentan en los alumnos una desmotivación profunda que lleva a muchos adolescentes a acabar la secundaria y emigrar. Además quienes siguen el bachiller expresan dificultades para continuar sus estudios por: a) falta de recursos económicos para gastos extras de materiales, b) escasez de oferta educativa en la universidad cercana, y c) ausencia de becas con apoyo suficiente para acceder a otras instituciones de educación superior. Por otra parte, los que logran estudios universitarios no suelen volver a su municipio que necesitaría un Proyecto de desarrollo a corto, mediano y largo plazo para convertirse en horizonte atractivo para los jóvenes.
En cuanto a las instalaciones escolares de las comunidades, se encuentran equipadas con computadoras, antenas, etc. pero faltan servicios básicos como luz, agua, conexión a internet, señal satelital, que hacen muy difícil su utilización. Además los padres se encuentran desvinculados del proceso enseñanza y aprendizaje. Su baja escolaridad y dificultades para la participación en el proceso de formación de sus hijos, acaba por pedir a la escuela que sus hijos aprendan únicamente a leer, escribir y hacer cuentas, priorizando el español.
Esta realidad que se extiende en el tiempo y en el espacio de muchos centros e instituciones educativas, pone de manifiesto el gran reto que tenemos toda la sociedad mexicana y los profesionales de la educación, la ciencia y la tecnología. Freire nos recuerda el paso del ser humano de “estar en el mundo” a “ser consciente de él”. Esta conciencia de sí y del mundo nos prepara para transformarnos a nosotros mismos e intentar, decididamente, transformar el mundo. En sus palabras diríamos “nos tornamos seres éticos, conscientes, soñadores, utópicos; por consiguiente, seres a quienes la esperanza les hace falta”.
Ante una realidad social tan compleja, dañada y anclada en las formas de ser y existir, buscar los cambios progresivos requiere el conocimiento especializado de los diferentes profesionales pero vinculado con el compromiso personal de mejorar la educación y el bienestar humano y social del país; requiere un saber con el impulso generoso de servicio a los demás, la búsqueda del bien común. Pero ¿cómo no caer en la trampa de la ideologización? ¿Cómo no renunciar a la posibilidad de cambio?
El trabajo colaborativo de los equipos interdisciplinares; de los diálogos entre la Secretaria federal, los municipios y las universidades; la interacción de los maestros, padres y alumnos; los espacios de encuentro y suma de esfuerzos; el compromiso de pasar del discurso académico y técnico a la génesis de cambios y mejoras de la realidad de las personas; nos permitirá poco a poco, romper la inercia fatal del “siempre ha sido y así seguirá”.
Nuestros niños y jóvenes merecen un esfuerzo más, intentar de nuevo realizar las mejoras, los cambios que parecen imposibles. Sólo realizando acciones y procesos diferentes, podremos esperar resultados diferentes. Las estrategias de mejora educativa deberían salir de acciones coordinadas de los diferentes agentes sociales y niveles de gobierno, basadas en la responsabilidad social, la cooperación y la búsqueda continua del desarrollo y del bien común de todas las personas.
martes, junio 10, 2008
Hacia la construcción de una “cultura educativa”.
Autor: Dr. Martín López Calva
Publicación: La Jornada de Oriente, Pendiente
“Diríamos que ha emergido una incipiente “cultura educativa” que ha ido permeando el ámbito de la política. No obstante, nuestros sistemas de gobierno todavía permiten que lleguen a puestos de decisión personas que desconocen el campo de la educación, y esto nos expone, en algunos casos, a decisiones equivocadas o, al menos, a que se pierda mucho tiempo hasta que los nuevos funcionarios aprenden lo que no saben”.
Dr. Pablo Latapí Sarre[1]
Para poder construir la reforma educativa que necesitamos, una reforma “a la altura de nuestros tiempos”, promotora de la “reforma del espíritu” que propone Edgar Morin en su obra, es necesario que todos los actores de la educación tratemos de incidir en la transformación de tres niveles o ámbitos de la “estructura cooperativa de la trans-formación docente”[2]: el de las prácticas educativas concretas, el de las estructuras organizativas de la educación y el de la cultura educativa.
La transformación de las prácticas se logra cuando se priorizan esfuerzos, decisiones de políticas públicas y recursos a la formación de los profesores de los diferentes niveles, con la inteligencia y espíritu crítico necesarios para elegir y adaptar los elementos que realmente contribuyan al cambio en la visión y en la operación de los docentes, lo cual trasciende la mera capacitación en teorías, métodos y técnicas pedagógicas y tiene que buscar la reorientación intelectual y ética de los docentes.
La transformación de las estructuras organizativas se va produciendo, más a mediano plazo, a través de la adecuada selección de las personas para los distintos puestos de decisión (desde los directores escolares hasta el Secretario de Educación Pública en cada estado y en el nivel federal) y con la instrumentación de políticas públicas que lleven al anquilosado, pesado, poco transparente y piramidal sistema educativo hacia un grado de “más alta complejidad”[3], es decir, hacia una organización más horizontal, creativa, dialógica, abierta a la mejora y autocorrección continua y capaz de dar voz a todos los actores que confluyen en el complejo subsistema que constituye la educación institucionalizada.
Sin embargo, la construcción de una “cultura educativa” pertinente e impulsora de una nueva sociedad más democrática y más justa tiene una mayor complejidad y una temporalidad mucho más amplia.
La construcción de una “cultura educativa” en México tiene que iniciar con un cambio progresivo pero profundo de significados y valores propios de un régimen autoritario, corporativista, cerrado a la crítica y centrado en liderazgos individuales hacia la construcción de significados y valores gradualmente compartidos por las autoridades, el sindicato de maestros, los directivos, los profesores, los padres de familia y los alumnos, que se orienten hacia la búsqueda del bienestar colectivo, que valoren la flexibilidad, la creatividad, la crítica y el liderazgo distribuido desde una óptica democrática y democratizadora.
Latapí señala que estamos ante la emergencia de una “incipiente cultura educativa” que va “permeando el ámbito de la política” y esto es fruto de la creciente interacción entre los investigadores educativos y las autoridades. Ojalá esta incipiente cultura educativa vaya creciendo en el país para fortalecer el campo de la educación que es sin duda, uno de los detonadores del desarrollo de las naciones.
[1] Latapí, P. (2008). ¿Pueden los investigadores influir en la política educativa? Revista Electrónica de Investigación Educativa, 10 (1). Consultado el día 9 de junio de 2008 en: http://redie.uabc.mx/vol10no1/contenido-latapi2.html
[2] Cfr. López-Calva, M. (2007). Una filosofía humanista de la Educación. México. Edit. Trillas.
[3] Morin, E. (1997). El Método II. La vida de la Vida. Madrid. Ediciones Cátedra.
Publicación: La Jornada de Oriente, Pendiente
“Diríamos que ha emergido una incipiente “cultura educativa” que ha ido permeando el ámbito de la política. No obstante, nuestros sistemas de gobierno todavía permiten que lleguen a puestos de decisión personas que desconocen el campo de la educación, y esto nos expone, en algunos casos, a decisiones equivocadas o, al menos, a que se pierda mucho tiempo hasta que los nuevos funcionarios aprenden lo que no saben”.
Dr. Pablo Latapí Sarre[1]
Para poder construir la reforma educativa que necesitamos, una reforma “a la altura de nuestros tiempos”, promotora de la “reforma del espíritu” que propone Edgar Morin en su obra, es necesario que todos los actores de la educación tratemos de incidir en la transformación de tres niveles o ámbitos de la “estructura cooperativa de la trans-formación docente”[2]: el de las prácticas educativas concretas, el de las estructuras organizativas de la educación y el de la cultura educativa.
La transformación de las prácticas se logra cuando se priorizan esfuerzos, decisiones de políticas públicas y recursos a la formación de los profesores de los diferentes niveles, con la inteligencia y espíritu crítico necesarios para elegir y adaptar los elementos que realmente contribuyan al cambio en la visión y en la operación de los docentes, lo cual trasciende la mera capacitación en teorías, métodos y técnicas pedagógicas y tiene que buscar la reorientación intelectual y ética de los docentes.
La transformación de las estructuras organizativas se va produciendo, más a mediano plazo, a través de la adecuada selección de las personas para los distintos puestos de decisión (desde los directores escolares hasta el Secretario de Educación Pública en cada estado y en el nivel federal) y con la instrumentación de políticas públicas que lleven al anquilosado, pesado, poco transparente y piramidal sistema educativo hacia un grado de “más alta complejidad”[3], es decir, hacia una organización más horizontal, creativa, dialógica, abierta a la mejora y autocorrección continua y capaz de dar voz a todos los actores que confluyen en el complejo subsistema que constituye la educación institucionalizada.
Sin embargo, la construcción de una “cultura educativa” pertinente e impulsora de una nueva sociedad más democrática y más justa tiene una mayor complejidad y una temporalidad mucho más amplia.
La construcción de una “cultura educativa” en México tiene que iniciar con un cambio progresivo pero profundo de significados y valores propios de un régimen autoritario, corporativista, cerrado a la crítica y centrado en liderazgos individuales hacia la construcción de significados y valores gradualmente compartidos por las autoridades, el sindicato de maestros, los directivos, los profesores, los padres de familia y los alumnos, que se orienten hacia la búsqueda del bienestar colectivo, que valoren la flexibilidad, la creatividad, la crítica y el liderazgo distribuido desde una óptica democrática y democratizadora.
Latapí señala que estamos ante la emergencia de una “incipiente cultura educativa” que va “permeando el ámbito de la política” y esto es fruto de la creciente interacción entre los investigadores educativos y las autoridades. Ojalá esta incipiente cultura educativa vaya creciendo en el país para fortalecer el campo de la educación que es sin duda, uno de los detonadores del desarrollo de las naciones.
[1] Latapí, P. (2008). ¿Pueden los investigadores influir en la política educativa? Revista Electrónica de Investigación Educativa, 10 (1). Consultado el día 9 de junio de 2008 en: http://redie.uabc.mx/vol10no1/contenido-latapi2.html
[2] Cfr. López-Calva, M. (2007). Una filosofía humanista de la Educación. México. Edit. Trillas.
[3] Morin, E. (1997). El Método II. La vida de la Vida. Madrid. Ediciones Cátedra.
Cantidad y calidad en Educación.
Autor: Dr. Martín López Calva
Publicación: Síntesis, pendiente
Para fines prácticos, el 16 de junio han terminado las labores educativas en todas las escuelas de nivel básico en el país. Jardínes de niños, primarias y secundarias se dedicarán desde ahora a tratar de “que el tiempo pase” y llegue el ansiado 4 de julio, día en que el calendario oficial de la Secretaría de Educación Pública marca el final de las actividades del ciclo escolar 2007-2008.
Durante el sexenio del presidente Salinas de Gortari, el entonces Secretario de Educación Pública Ernesto Zedillo propuso la reforma del calendario escolar para que alumnos y profesores cubrieran “200 días efectivos” de trabajo en cada ciclo.
El sustento de esta reforma era que al aumentar el número de días de trabajo efectivo en el aula, se contribuiría a mejorar la calidad de la educación nacional.
Sin embargo, en un país acostumbrado a la “simulación”, en una cultura que dice: “Tú haces como que me pagas y yo hago como que trabajo”, el asunto no era tan sencillo y lo hemos visto a lo largo de estos años.
El problema parte de la enorme burocracia que padece nuestra educación y que no parece disminuir por más promesas de simplificación que se hagan. Porque todos los sujetos educativos: profesores, directivos escolares, supervisores, padres de familia, etc. saben que la misma secretaría pide que las escuelas entreguen documentación con registros de calificaciones finales hacia la primera quincena de junio, pero tienen que simular que las clases continúan normalmente hasta el día que marca el calendario oficial.
Este problema se hace más evidente si tomamos en cuenta que los educandos no son ingenuos y que también saben que los exámenes finales se han aplicado ya y que el período que sigue, de tres a cuatro semanas más, es un tiempo que “ya no cuenta” porque “ya pasaron de año”.
¿Para qué más días de clase si los profesores ya no proponen nuevos aprendizajes y los alumnos ya no tienen la menor motivación por aprender? ¿Realmente tiene que ver la cantidad con la calidad educativa? ¿Ha mejorado en algo el desempeño de nuestros niños y jóvenes por esta medida? Habría que pensar sobre esto y hacer algo con los procesos burocráticos –y pedagógicos- para lograr que los “200 días” sean realmente “efectivos” y que el último día de clases sea realmente, el último día de clases.
Publicación: Síntesis, pendiente
Para fines prácticos, el 16 de junio han terminado las labores educativas en todas las escuelas de nivel básico en el país. Jardínes de niños, primarias y secundarias se dedicarán desde ahora a tratar de “que el tiempo pase” y llegue el ansiado 4 de julio, día en que el calendario oficial de la Secretaría de Educación Pública marca el final de las actividades del ciclo escolar 2007-2008.
Durante el sexenio del presidente Salinas de Gortari, el entonces Secretario de Educación Pública Ernesto Zedillo propuso la reforma del calendario escolar para que alumnos y profesores cubrieran “200 días efectivos” de trabajo en cada ciclo.
El sustento de esta reforma era que al aumentar el número de días de trabajo efectivo en el aula, se contribuiría a mejorar la calidad de la educación nacional.
Sin embargo, en un país acostumbrado a la “simulación”, en una cultura que dice: “Tú haces como que me pagas y yo hago como que trabajo”, el asunto no era tan sencillo y lo hemos visto a lo largo de estos años.
El problema parte de la enorme burocracia que padece nuestra educación y que no parece disminuir por más promesas de simplificación que se hagan. Porque todos los sujetos educativos: profesores, directivos escolares, supervisores, padres de familia, etc. saben que la misma secretaría pide que las escuelas entreguen documentación con registros de calificaciones finales hacia la primera quincena de junio, pero tienen que simular que las clases continúan normalmente hasta el día que marca el calendario oficial.
Este problema se hace más evidente si tomamos en cuenta que los educandos no son ingenuos y que también saben que los exámenes finales se han aplicado ya y que el período que sigue, de tres a cuatro semanas más, es un tiempo que “ya no cuenta” porque “ya pasaron de año”.
¿Para qué más días de clase si los profesores ya no proponen nuevos aprendizajes y los alumnos ya no tienen la menor motivación por aprender? ¿Realmente tiene que ver la cantidad con la calidad educativa? ¿Ha mejorado en algo el desempeño de nuestros niños y jóvenes por esta medida? Habría que pensar sobre esto y hacer algo con los procesos burocráticos –y pedagógicos- para lograr que los “200 días” sean realmente “efectivos” y que el último día de clases sea realmente, el último día de clases.
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