Autora: Celine Armenta
Publicación: Síntesis, 25 de septiembre, 2008
Habrá quien opine lo contrario, pero la conducta antisocial no se define por la gravedad de sus consecuencias, sino por sus componentes de orden moral y psicológico como el egoísmo, el desdén hacia las reglas de convivencia y hacia los derechos de los demás; la insensibilidad o incluso el disfrute ante el dolor ajeno. Si la conducta antisocial está tipificada, es un delito, y si es grave le decimos crimen.
Pero los enemigos de la sociedad no son sólo los autores de escenas macabras con cadáveres decapitados o arrojados a zanjas; de secuestros viles o explosiones en el zócalo de Morelia. Nos equivocamos al pensar que las mentes criminales pertenecen a seres muy distintos de nosotros. Nos autoengañamos cuando gritamos ¡ya basta! pero no hacemos nada para mejorar nuestras propias conductas antisociales, ni para corregir y denunciar las que están a nuestro alcance.
A estas conclusiones llegué el pasado fin de semana en una sala de espera del aeropuerto de la ciudad de México. No era la sala feíta por donde llegan personas provenientes de centro y Sudamérica, sino la sala principal a la que llegan pasajeros de Norteamérica y Europa. Más de un ciento de personas compartíamos, de pie, el amplio espacio donde sólo hay 20 asientos con un par de clarísimos y enormes signos que los reservan para discapacitados.
Pues bien, en las dos horas que estuve ahí, al menos 50 personas ocuparon las 20 sillas; y sólo dos lo ameritaban. Cuando una mujer anciana y obesa pidió a un niño que le cediera su asiento, la madre ordenó airada a su vástago: no te muevas, tú llegaste primero. Alguien más se levantó para que la anciana se sentara.
¿En qué diferían estos 50 apoltronados de los miles que marcharon contra la impunidad? En nada; eran también mexicanos con más privilegios que desventajas. Y ¿en qué diferían de aquellos a quienes calificaron como criminales merecedores de cadena perpetua o pena de muerte? Sólo en la tipificación y gravedad de las consecuencias de sus conductas. Pero a mí me parecieron igualmente antisociales, y dado que ningún guardia los reprendió, también se parecen a los criminales en que desfrutan de amplia impunidad. ¿O no es así?
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