Autor: Raúl José Alcázar Olán
Publicación: E-Consulta, 29 de septiembre, 2008
Las reacciones emocionales están presentes en los seres humanos a lo largo de toda la vida. Por lo regular el enojo nos ayuda (o debería ayudar) a identificar injusticias o percibir que nos quieren hacer daño. Sin embargo, existen ocasiones en que el enojo, en lugar de ayudarnos a adaptarnos a nuestro ambiente, nos causa más problemas, por ej. aumentan las discusiones con seres queridos u otras personas importantes en nuestra vida (compañeros de trabajo o amistades). En estos casos cabe preguntarse cuál es el límite entre los enojos adecuados e inadecuados. Es difícil responder con certeza absoluta. Sin embargo, podrían proponerse los siguientes criterios para recomendar el tratamiento del enojo: 1) El enojo es la causa principal de los problemas, 2) El enojo causa malestar o fuerte deterioro en las relaciones laborales, familiares y sociales, 3) Las reacciones de enojo son más fuertes que lo esperado (por ej. exagerar o reaccionar con furia extrema ante sucesos a los que la mayoría respondería con mayor tranquilidad), 4) perder el control fácilmente y 5) Exigir a uno mismo o a los demás que las cosas siempre tienen que ser a fuerza como uno quiere, es decir, nunca se da la oportunidad para ser flexible o negociar. La presencia constante de los puntos anteriores por al menos seis meses en distintas áreas de la vida pueden ser suficientes para recomendar el tratamiento el enojo. Es posible que cuando hay problemas de enojo, también se presenten otras dificultades como expresión de gritos, insultos, sarcasmos así como complicar enfermedades como colitis e hipertensión. Por el contrario, debemos distinguir los casos en que el tratamiento del enojo no es lo más adecuado en primera instancia. Estos casos son: 1) El enojo es parte de otro problema más grande, por ej. el conflicto de pareja. Aquí, dado que el problema involucra directamente a ambos miembros de la pareja, debería de darse tratamiento primero a dicho conflicto, 2) El enojo es la reacción normal a un ambiente negativo o demasiado hostil. En este caso deben hacerse cambios en el ambiente (por ej. abandonar el lugar) o bien establecer límites y mejorar la asertividad, 3) El enojo se presenta al mismo tiempo que la violencia o conductas destructivas (por ej. abusar de la pareja o de los niños). En este caso la intervención se debería dirigir primero a eliminar la violencia o bien proteger a la persona violenta o a quienes tengan relación con ésta. Una vez que se ha detectado que el enojo es un problema el paso siguiente es su tratamiento. Existe una opción denominada “terapia cognitivo conductual” que ha demostrado con varias investigaciones su efectividad para ayudar a personas con problemas de enojo. Las intervenciones consisten básicamente en la enseñanza de tres habilidades a los pacientes: 1) Rejalarse por medio de ejercicios de respiración profunda lo cual es importante para disminuir la activación fisiológica que ocurre cuando hay enojo, 2) Identificar y modificar los pensamientos o ideas que se presentan cuando uno se enoja. Esta es una de las intervenciones más importantes que produce cambios duraderos (por meses o años). La técnica consiste en conocer primero cómo influyen nuestros pensamientos en lo que sentimos. Es un hecho que la forma en que interpretamos los sucesos marca una gran diferencia entre las personas a la hora de reaccionar. Un ejemplo. Tenemos a dos personas que acaban de recibir la noticia de que fueron despedidas de su trabajo. La primera reacciona con felicidad y la segunda reacciona con enojo. ¿A qué se debe la diferencia entre que uno se alegre y el otro no? La respuesta se basa en la forma en que uno interpreta con pensamientos, ideas o imágenes a los sucesos. Es probable que el primer desempleado haya tenidos pensamientos como estos: “por fin me libré de este trabajo”, “es una buena noticia porque ya no quería tratar con la gente de esta empresa”, “afortunadamente cuento con mis amistades que siempre me han ofrecido trabajo en otros lugares”, “hasta que voy a poder descansar”. Por el contrario, las ideas asociadas con el enojo incluyen a la percepción de injusticia, daño intencionado y se toman a las cosas como “algo personal”. Es posible que el segundo desempleado tuvo ideas como estas: “No es justo”, “Yo estaba cumpliendo bien con mi trabajo, ¿por qué me despiden?”, “Seguramente el jefe tiene algo en mi contra”, “¿Por qué a mí?”, “¿Así es como agradecen mi esfuerzo?”, “No deberían de despedirme”, etc. Después de detectar estas ideas se analiza si son ciertas o no y posteriormente se proponen pensamientos más adaptativos, por ejemplo, “las cosas no siempre serán como yo quiera”, “Si no tienes las suficientes pruebas no concluyas que esto es algo personal”, “No dejes que esto interfiera con lo que debes hacer”, “respira profundo”, “fíjate en lo que está pasando y no adelantes conclusiones”, etc. 3) La última parte del tratamiento consiste en enseñar a expresar el enojo o bien a comunicar desacuerdos de manera asertiva, es decir, sin agresión. Podemos concluir que es posible identificar cuándo el enojo es un problema. Después de eso, si existe la motivación para recibir tratamiento, la terapia cognitivo conductual puede ser muy útil con estos problemas.
1 comentario:
soy de Querétaro, Mexico y estoy interesado en una terapia, ¿dónde l apuedo tomar?, gracias y saludos.
Publicar un comentario