Autora: Laura Angélica Bárcenas Pozos
Publicado: Puebla on Line, 21 de Septiembre, 2011.
Hace pocos días escuche a Gaby Vargas en una cápsula radiofónica, hablando de las mujeres alfa, a pesar de que esta mujer no es santo de mi devoción y estaba a punto de cambiar de estación, pronto sus comentarios atraparon mi atención por la descripción que se hizo de esta clasificación en el género femenino, así que me di a la tarea de indagar sobre este tema para poderlo referir en uno de mis escritos para el blog de círculo de escritores.
Así fui encontrando que las mujeres alfa son más conocidas de lo que creía y esto es porque ya se habla mucho de éstas, pues lo que las caracteriza es que son profesionalmente exitosas, económicamente independientes, están obsesionadas con su apariencia física, mantienen el control de aquellas personas que viven y trabajan con ellas, resuelven con cierta facilidad situaciones conflictivas y suelen ser encantadoras con aquellos que no las conocen; son preferente mente solteras, pero también las hay casadas, con hijos o sin ellos, su rango de edad está entre los 25 y 54 años; y lo más importante para ellas es su trabajo.
Se cree que este cambio en la mujer de sumisa a alfa en pocos años, se ha debido a la lucha feminista que se inició en la década de los setenta y que se ha fortalecido con el cambio en la legislación, en que cada vez más mujeres se preparan profesionalmente y al lugar que los propios padres les han dado en la familia. Así que cuando llegan a la edad adulta, estas mujeres no consideran al matrimonio como única opción de desarrollo personal, como muchas veces sucedía en el pasado y creen que tener hijos es importante pero no necesariamente lo es tener una pareja.
A pesar de todo lo que estas mujeres han ganado, en el desarrollo de su persona, y que es de aplaudirse, el asunto no es perfecto, pues muchas de éstas pueden llevar sus relaciones personales y laborales a extremos incomprensibles, es decir, tienden a ser perfeccionistas, a no tolerar que otros se equivoquen, a justificar sus propios errores e incluso minimizarlos, a menospreciar a otros que están cercanos a ella, particularmente si estos son varones, a ridiculizar a la pareja a ejercer un control desmedido con los hijos y el esposo hasta un punto tal que se vuelven intolerables.
Empecé a observar a mi alrededor y pude ver que cerca de mi, había muchas mujeres alfa, muchas de ellas además guapas y elegantes, unas más conservadoras, tratando de mediar entre su éxito profesional y su familia, esto es lo que se llama una mujer alfa de perfil bajo; pero otras sacrificando a sus seres queridos por lograr sobresalir más que ninguno. Entre todas las que observé, dos llamaron fuertemente mi atención, porque además han creado una guerra entre ellas, haciéndome evidente que intolerables son.
Por otro lado, y buscando más acerca de estas mujeres me encontré un blog, por cierto nada recomendable, que tenía como un elemento prevenir a los hombres de relacionarse con mujeres alfa, a las que calificaba como sexualmente atractivas, pero con las que no era conveniente vivir, así que había que estar con ellas mientras fueran divertidas y desecharlas cuando se volvieran intolerables.
Esto realmente me hizo pensar sobre lo que estamos haciendo como género, y no es que quiera que volvamos a las viejas prácticas en donde se esperaba que una mujer fuera sumisa, sin embargo debemos reconocer que los hombres tampoco deben serlo para que podamos establecer buenas relaciones. Me parece que las mujeres y los hombres somos cualitativamente distintos, tanto biológica, como psicológica y emocionalmente porque somos complementarios.
Por qué queremos tener el poder, unas y otros, por qué no podemos reconocer que la soledad es terrible y además que no queremos estar solos, ni ellos, ni nosotras. Por qué no aceptamos que los otros son diferentes porque eso nos enriquece. Por qué forzosamente queremos tener el dominio sobre los otros… eso qué nos deja… a dónde nos lleva… qué logramos…
Me parece que nada, que nos deja el vacío, la soledad, la desesperanza. Por qué no mejor pensamos que ser libres y plenos es crecer juntos armónicamente. Por qué no mejor enseñamos a nuestros hijos que cada uno de nosotros tiene un valor sólo por el hecho de que es una persona, que piensa, siente, tiene creencias… aunque sea diferente a mi y que mi deber es quererlo y entenderlo justo desde esa diferencia y que sin esa diferencia, yo precisamente, estaría incompleta.
Mujeres, hombres. Hombres, mujeres. No busquen perfecciones, que ninguno de nosotros es perfecto, terminemos esta guerra, empecemos una relación de iguales. Los invito a ver a su complemento… como eso. Exactamente como la otra parte sin la que no se alcanza la felicidad.
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