lunes, septiembre 19, 2011

La vida es un riesgo

Autora: Marcela Ibarra Mateos
Publicado: Puebla on Line, 13 de septiembre de 2011

     Las redes sociales como tweeter y facebook promueven desde hace varios días la no participación en los festejos del 15 de septiembre. Las condiciones de pobreza, violencia, impunidad, indefensión que se viven en muchas regiones del país han generado que el descontento y la indignación de los mexicanos, especialmente de los jóvenes, se haga evidente en estos espacios tecnológicos.
     Y es que ciertamente la vida en México se ha convertido en un riesgo, particularmente para los casi 30 millones de jóvenes de entre 15 y 29 años que viven en nuestro país. Casi 15 millones de estos jóvenes viven en condiciones de pobreza, aproximadamente el 70 por ciento no tiene acceso a seguridad social. Cerca de 700 mil niños y jóvenes tuvieron que dejar sus estudios el año pasado para incorporarse al trabajo. Estos factores condicionan la incorporación voluntaria u obligada (por familiares o bajo amenaza) de estos muchachos a la migración laboral que va hacia Estados Unidos, el narcotráfico u otro tipo de empresas ilícitas que representan la oportunidad de entrar a un mundo que, promueve un consumismo exacerbado, al que solamente se puede acceder con dinero y poder.
     Sin embargo, ninguna de estas opciones ha resultado en una posibilidad de mejorar sus condiciones de vida. El 67% de los fallecidos en la guerra contra el narcotráfico tienen menos de 29 años. Si este dato nos sorprende, más aun, nos escandalizamos cuando los diarios y los noticieros nos muestran imágenes de sicarios, jefes del narco, y cadáveres de jóvenes casi niños. Las narraciones en torno al reclutamiento de niños para formar parte de las filas del crimen organizado nos parecen fuera de proporción, pero recuerdan los relatos de las guerras civiles en otros países. Son ellos, los que quedan en medio de la violencia.
     Con respecto al tema de la migración, la historia tampoco es tan alentadora como quisiéramos. A pesar del aumento de políticas restrictivas en estados fronterizos y del aumento de la vigilancia en la frontera, el flujo migratorio de mexicanos a Estados Unidos sigue siendo significativo. Si bien se registró un descenso a partir de la década de los ochenta, hoy día todavía unos 600 mil mexicanos intentan cruzar la frontera anualmente, cerca del 40% de ellos tienen entre 15 y 29 años. Muchos de ellos realizan el trayecto sin sus padres, encargados al pollero, o algún vecino.
     Hoy día, el riesgo se ha incrementado, ya que los lugares que están menos vigilados son los más peligrosos y es justamente por donde cruzan la mayor parte de los migrantes. Los desiertos de Sonora y Arizona, se han convertido en las rutas más transitadas y más peligrosas, no sólo por las condiciones geográficas y climáticas, sino también por la serie de personajes como secuestradores y asaltantes que vigilan el paso de los migrantes para violar a las mujeres, quitarles sus pertenencias o cobrar un rescate a sus familias. Las jovencitas son las más vulnerables en este proceso. También se ha vuelto una práctica común que los narcotraficantes obliguen a los migrantes a transportar su mercancía como condición para obligarlos a cruzar la frontera.
     Actualmente, en Estados Unidos viven aproximadamente 30.7 millones de hispanos de origen mexicano; la edad media es de 25 años y el 20.8% de ellos viven en condiciones de pobreza. Los jóvenes que han querido continuar sus estudios en Estados Unidos, aún como migrantes indocumentados, tienen que truncarlos una vez que concluyen la preparatoria ya que el camino hacia un nivel universitario requiere de una mayor competencia en el idioma inglés, pero sobre todo de dinero y documentos que comprueben una estancia legal en aquel país. Estos jóvenes tienen que conformarse con tener empleos de poca calificación, recibiendo salarios muy bajos.
     La criminalización de los migrantes en Estados Unidos, ya sea porque son considerados flojos, un costo para el estado o personas que quitan el empleo a los nativos migrantes, configura un espacio para que los jóvenes se incorporen a pandillas que muchas veces son violentas. Hoy día, siete de cada 10 presos hispanos son mexicanos.
     La vida para los jóvenes tiene oportunidades restringidas, pero sobre todo se ha convertido en un riesgo. El gobierno no asume, como en otros temas, una responsabilidad plena sobre estos sujetos, no se hace cargo de ellos y simplemente los clasifica o les pone sobrenombres. Bajo las circunstancias en que se encuentran los jóvenes, no basta con políticas adecuadas. Además de mirar y comprender las distintas formas de ser joven, de generar espacios de creatividad y de resistencia, de participación y de formación, de adquisición de saberes y de oficios en donde ellos encuentren sentido o le den sentido a sus propias vidas, se requiere de atender las desigualdades, pero sobre todo de generar los mecanismos que controlen la impunidad que se vive en este país.




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