lunes, septiembre 19, 2011

No alimentos chatarra, no obesidad

Autora: Claudia Rodríguez Hernández
Publicado: La Primera de Puebla, 08 de septiembre de 2011

     ¡Finalmente lo conseguimos, somos el país con más niños obesos en el mundo! Pero al parecer no hay nada de que preocuparse, las máximas autoridades de las secretarías de Salud y Educación Pública del país ya tienen la solución perfecta misma que echarán a andar en este ciclo escolar 2011-2012 y que resolverá el problema de manera inmediata. ¿Cuál es esa solución? Prohibir la venta de alimentos chatarra en todas las escuelas del país? ¡Claro!... No entiendo cómo no se les había ocurrido antes a nuestras autoridades.
     Estamos en el nada honroso primer lugar de obesidad infantil, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2006 (ENSANUT 2006), la prevalencia de sobrepeso y obesidad aumento un 39.7% de 1999 a 2006 en niños de 5 a 11 años y se presenta en uno de cada cuatro niños (26%).
     Es importante considerar que los principales factores de riesgo de la obesidad infantil son por un lado los malos hábitos alimentarios, que implican una dieta alta en contenido de calorías con consumos elevados de grasas, especialmente las saturadas y trans, azúcares y sal; y por otro lado el sedentarismo, las horas que los niños pasan frente al televisor, la computadora y los videojuegos.
     En el Acuerdo Nacional para la Salud Alimentaria publicado en enero de 2010, se establece que el 48% de lo que comen los niños de 1 a 4 años de edad durante el día, proviene de alimentos procesados. Además, en planteles de educación primaria, los escolares tienen hasta 5 oportunidades de comer en 4 ½ horas de escuela y la ingesta durante este tiempo llega a ser de alrededor de la mitad del requerimiento de todo el día (840 a 1250 Kcal).
     Con base en los datos anteriores, es lógico que nuestras autoridades supongan que si los niños dejan de comer alimentos chatarra en la escuela el asunto de la obesidad queda arreglado. Pero para que esto suceda hay que ir uno o quizá varios pasos atrás y empezar por orientar tanto a los niños como a los padres y a los maestros, con la finalidad de modificar y corregir poco a poco los hábitos alimentarios y no sólo en la escuela sino también en la casa. Lo importante es que tanto niños como adultos aprendan a comer, que sepan que pueden comer de todo, incluso alimentos chatarra pero con moderación y que cuando dejen de comer algún alimento sea por convicción y no por prohibición.
     El hecho de prohibir la venta de alimentos chatarra en las escuelas primaria, no implica que los niños no los van a comer, debido a que la mayor parte del día están en casa y es ahí en donde corren el mayor riesgo, donde pasan horas frente a la televisión viendo comerciales sobre botanas, galletas, golosinas y refrescos, donde debido al ocio no encuentran otra cosa mejor que hacer que comer para entretenerse.
     Por otro lado, es importante considerar el hecho de que las empresas que elaboran botanas, galletas, chocolates y refrescos; de manera inteligente han sacado al mercado presentaciones más pequeñas de sus productos, mismas que por su contenido de calorías sí están autorizadas por la Secretaría de Educación Pública y por la Secretaría de Salud para su venta en las tienditas escolares. Lo anterior significa que ni siquiera se está cumpliendo estrictamente la orden de retirar todos los alimentos chatarra de las tienditas escolares, sólo se retiraron las presentaciones grandes y se introdujeron unas pequeñas. Y entonces lo que ahora sucede es que los niños no compran un paquete sino dos o tres y al final comen la misma cantidad que antes comían.
     El error más grave de nuestras autoridades al proponer esta estrategia, no es prohibir la venta de alimentos chatarra en las escuelas, sino haber establecido y asegurado que mediante esta medida se solucionará el problema de la obesidad, y esto evidentemente no es posible, la obesidad es resultado de una serie de factores ambientales, sociales, culturales y económicos que en conjunto intervienen de manera directa sobre los hábitos de alimentación, por lo tanto, es un problema multifactorial que se tiene que resolver como tal, se debe confluir desde muchas disciplinas y poner en marcha distintas estrategias para poder conseguir resultados que verdaderamente tengan un impacto positivo en la disminución de la prevalencia de obesidad en la población infantil. En conclusión, el problema de la obesidad en México no se resolverá sí únicamente se prohíbe que los niños consuman alimentos chatarra en las escuelas.


1 comentario:

Joaquin Spiaggi dijo...

Que bueno que tomemos consciencia sobre una buena base en cuanto a nutrición infantil

Sería bueno que aprendamos a reemplazar la comida chatarra por alimentos más naturales pero igual de ricos.

Saludos