martes, septiembre 22, 2009

Por qué un Observatorio de Violencia social y de Género en la UIA Puebla

Observatorio de Violencia Social y de Género
Publicación: La Primera de Puebla, 22 de septiembre de 2009


“Si no existe continuidad entre programas institucionales,
que lo continuo sea la observancia”


Los observatorios son instancias encargadas de diseñar, construir y mantener sistemas de información respecto a un tema en particular. Se crean como estrategias para recolectar la información generada por distintas instituciones –públicas y de la sociedad civil-; sistematizarla, homogeneizarla y analizarla para su mejor aprovechamiento colectivo. Observar, implica un acercamiento juicioso a la realidad, con el fin de conocerla, predecir sus consecuencias y prevenir. Conforme esta se ha vuelto más compleja, la necesidad de simplificarla para su transformación, explica porque en los últimos años los observatorios se multiplican y diversifican, los hay de: cultura, derechos humanos, educación, desarrollo, empleo, medioambiente, entre otros, y por supuesto, del tema que nos ocupa: la violencia social y de género. Todos comparten una misión: observar una parte del mundo social que incide sobre la calidad de vida de la mayoría de la población.
El Observatorio de Violencia Social y de Género de la Ciudad de Puebla (OVSG-Puebla –UIA), se funda el 10 de marzo de 2009, en la Universidad Iberoamericana Puebla (UIA Puebla), como un espacio académico e interdisciplinar. Surge de las propuestas de un grupo de egresadas y académicas de la Especialidad en Prevención de Violencia Familiar de la UIA Puebla, preocupadas por las dimensiones que alcanza la violencia social y de género en la sociedad actual mexicana y por la falta de cifras que den cuenta del problema a nivel local. Su sede no podía ser otra ya que la UIA detenta como parte de su filosofía tres valores: la justicia, el respeto a la dignidad humana y la búsqueda del desarrollo humano armónico.
¿Es posible el desarrollo armónico cuando la violencia se halla presente? Nuestra respuesta es que no, y sin embargo, cada vez más la violencia se enraíza en nuestra cultura como una forma efectiva de alcanzar y sostener el poder, el cual implica acceso a los recursos (materiales y simbólicos). Históricamente, las mujeres se han encontrado al margen del poder y por lo mismo resultan un grupo muy vulnerable a sufrir violencia.
En el Informe Mundial sobre la Violencia y la Salud 2002, la Organización Mundial de la Salud declara que en el mundo “para las mujeres de 16 a 44 años de edad, la violencia doméstica es la principal causa de muerte e invalidez, por encima del cáncer, los accidentes automovilísticos y aún la guerra”. Aunque el mismo Organismo señala la violencia como un problema de salud pública, los estudios desde la perspectiva de género, indican que este es un problema estructural que tiene su origen en la inequidad: mientras las mujeres tengan poco acceso a los recursos, tanto materiales como simbólicos (incluidos entre estos el poder), difícilmente dejarán de ser blanco fácil de la violencia.
Las cifras muestran claramente la vulnerabilidad en que viven muchas de ellas. Por mencionar algunas, el Programa Municipal para la Igualdad entre Hombres y Mujeres 2008-2011 registra que, tan sólo en el municipio de Puebla: el analfabetismo afecta a 5.3% de las mujeres y tan sólo al 2.6% de hombres; mientras el 75.1% de los hombres pertenecen a la Población Económicamente Activa (PEA), menos de la mitad de las mujeres lo son (42.9%); además, hay 3 veces más empleadores (5.3%) que empleadoras (1.6%).
El problema de la violencia es sumamente complejo, no basta con saber su prevalencia e incidencia, sino que se precisa analizarlo juiciosamente para no perder de vista las estructuras que lo sostienen. Hoy existen instituciones de atención y orientación de la violencia familiar y contra las mujeres, pero es preciso observar tanto sus logros, como los aspectos en que todavía es necesario avanzar para alcanzar una vida libre de violencia. Por lo mismo, en el OVSG-Puebla –UIA nos planteamos generar sinergias entre la administración gubernamental, las academias, y las organizaciones de la sociedad civil, mediante: la implementación de un sistema de indicadores de violencia, que sirvan de insumos para los procesos de investigación y, mediante acciones de sensibilización y visibilización de la violencia social y de género a través de diferentes eventos públicos. Esperamos que las mujeres sean las principales beneficiarias de nuestro trabajo. Visita el Observatorio en: http://observatoriosocialdeviolenciagenero.blogspot.com/

lunes, septiembre 21, 2009

La ciencia del método con conciencia

Autora: Luz del Carmen Montes Pacheco
Publicación: E-Consulta, 21 de septiembre de 2009

Son dos las acepciones de metodología según el diccionario de la Real Academia Española, la ciencia del método y el conjunto de métodos que se siguen en una investigación científica o en una exposición doctrinal.
Esta última, es la clásica definición que se maneja en la mayoría de los cursos de metodología de la investigación en educación superior. Cursos cuyos objetivos están planteados en torno a la enseñanza de los elementos indispensables de una investigación: planteamiento del problema, objetivos, justificación, contexto, marco teórico, y herramientas conceptuales y procedimientos estadísticos para medir, agrupar y procesar datos para que el estudiante –supuesto investigador- derive resultados y conclusiones para alcanzar el objetivo planteado.
Como culminación de dichos cursos, los profesores “inventan” algún problema para que sus estudiantes lo resuelvan y apliquen lo que se les ha enseñado. En otros casos, si los estudiantes tienen suerte, los profesores proponen que se aborde un problema de la vida cotidiana o un problema que se vincule de alguna manera a su futuro campo profesional.
Un resultado frecuente es que, cuando los estudiantes tienen que desarrollar su trabajo recepcional, conocido como tesis o tesina, recuerdan de manera vaga y fragmentada el conjunto de conceptos y métodos que les fueron enseñados, si es que no los han olvidado ya. Entonces normalmente los estudiantes sólo siguen las instrucciones de su asesor, entregan capítulo por capítulo y la elaboración de la tesis (que pocas veces es vista como un proceso de investigación) se convierte en un camino lineal y difícil porque no comprenden lo que hacen.
Mi hipótesis sobre este resultado es que la ciencia del método se enseña y se aprende sin conciencia, pues sólo está centrada en conceptos, en procedimientos y en algo de práctica, pero no está centrada en el sujeto que conoce y que puede decidir qué hace y explicar por qué lo hace. Me apoyo en algunas ideas de origen empírico y en otras de origen teórico, por llamarles de alguna manera. Me explico.
Soy profesora de cursos en los que la actividad principal de los estudiantes es el desarrollo de un proyecto de investigación y he podido reconocer que tienen un mejor desempeño cuando se trabaja con ellos para que entiendan lo que hacen y por qué lo hacen, y de que lo expliquen y lo defiendan públicamente. Los conceptos son aprendidos a partir de la comprensión y la aplicación de cada uno de los elementos; con una visión de conjunto y a partir de problemáticas reales, que forzosamente deben estar vinculados al campo profesional por el que los estudiantes optaron. Seguimos, profesora y estudiantes, una ruta de aproximaciones sucesivas, que nos obliga a no perder la totalidad del proceso.
Por otro lado, cuando me obsesionaba la metodología de mi investigación doctoral, encontré dos acepciones que abrieron mi mente: metodología como una “Manera de pensar la realidad social y de estudiarla” de Anselm Strauss y Juliet Corbin; y metodología como “Un alto nivel de conciencia explícita sobre cómo realizar una tarea”, de Javier Nava. Manera de pensar mi problema de investigación y conciencia explícita de lo que hacía, fueron dos de los pensamientos que me acompañaron en los últimos meses de mi investigación.
A partir de esa experiencia, como profesora he pasado de un nivel en que intuitivamente provocaba a mis estudiantes para que explicaran lo que hacían y cómo lo hacían, a un nivel de conciencia en que busco día con día estrategias para desarrollar conciencia de lo que hacemos. No puedo decir que lo he logrado, sólo puedo decir que estoy en ese camino.
En la búsqueda, he leído con nuevos ojos el libro “Educar en la era planetaria” escrito por uno de los grandes pensadores de nuestros tiempos Edgar Morin, y sus dos coautores Ciurana y Motta, donde afirman que el método no puede ser visto como una serie de recetas eficaces para resolver un problema sino que: “Es un viaje, un desafío, una travesía, una estrategia que se ensaya para llegar a un final pensado, imaginado y al mismo tiempo insólito, imprevisto y errante. No es el discurrir de un pensamiento seguro de sí mismo, es una búsqueda que se inventa y se reconstruye continuamente”.
Creo que todas las personas, no sólo estudiantes, profesores, profesionistas e investigadores, debemos desarrollar conciencia de nuestro método, de cómo hacemos lo que hacemos y de por qué lo hacemos.

La realidad social y la educación superior

Autor: Eduardo Almeida Acosta
Publicación: Síntesis, Pendiente

Se puede caracterizar a la realidad social de nuestro tiempo como de incertidumbre social. Para que nuestra educación superior sea relevante, apta y oportuna, no podemos perder de vista que nos encontramos en la búsqueda azarosa de transformaciones sociales pertinentes como sentido de vida en un mundo hostil. Parece que finalmente, después de tanto absurdo social en la política nacional e internacional y en los desastres del mercado, nos vamos haciendo lúcidos de que estamos en una dinámica sistémica productora de exclusión y que genera pobreza y violencia. Es evidente la disfuncionalidad de nuestro estado nacional y la deficiente regulación política que nos afecta. Sufrimos día tras día manifestaciones crecientes del deterioro de nuestro nicho biológico y a la vez no se palpan cambios notables en nuestros modos inviables de consumo. La educación nacional sigue siendo un desastre en manos de Secretarios de Educación cuya función principal parece ser lidiar como perdedores con un “sindicato” cada vez más ominoso.

Por fortuna sin mucho ruido, y en las narices de los medios “que ni los ven ni los oyen”, emergen nuevos actores sociales en la cotidianidad de la dolorosa realidad presente.

¿Cuál es el papel de la universidad en este contexto de incertidumbre?

Las fuerzas que configuran a nivel mundial los futuros de la universidad son cuatro grandes problemas sociales: La globalidad, la virtualización, la multiculturalidad y la violencia.

En primer lugar la globalidad, con sus dos caras de amenaza y de oportunidad. Ha ido socavando solidaridades básicas de clase, de barrio, de protección familiar, de postura ideológica. Todo fluye, los empleos, los lugares de asentamiento, las relaciones familiares, las identificaciones políticas. Se hace evidente la necesidad de crear formas nuevas de cohesión social; de políticas sociales y educativas que favorezcan oportunidades de inclusión, de desarrollo de capacidades viejas y nuevas, de participación ciudadana, de protección ante vulnerabilidades y riesgos.

Las nuevas tecnologías de información y comunicación pueden orientarse a ser herramientas igualitarias, potenciadoras, y a desencadenar una nueva era de vida digna, democracia y cambio cultural positivo. Pero pueden también exacerbar la dependencia económica, y el drenaje de recursos locales. Pueden facilitar modelos culturales alienantes y destruir culturas locales valiosas. Pueden ser un elemento más de manipulación nacional e internacional para dar más control a elites locales y globales. ¿Qué pueden hacer las universidades?

En tercer lugar están las trampas del multiculturalismo que puede manifestarse como respeto desdeñoso por las diferentes culturas. Puede aparecer como la nueva indiferencia con respecto a la diferencia. Lo que está en juego es la igualdad del derecho a ser humanos y la igualdad de posibilidades para ejercer ese derecho. En el fondo de eso se trata de reconocer y valorar diversidad, pero luchando contra las asimetrías flagrantes de poder, de reconocimiento, de nivel de vida. ¿Podrán las universidades ser un factor decisivo en la creación de una interculturalidad con equidad?

La violencia es el otro gran problema. La violencia como la subjetividad negada. La negación de ser sujeto. De estar a merced de otro o de otros. De no poder vivir la vida pública porque la seguridad sólo existe si vive uno encercado, encerrado. De no poder vivir la vida privada porque el mayor infierno es el hogar.

¿Qué puede esperarse de la universidad frente a estos graves problemas de la presente incertidumbre social?

¿Sólo puede pensarse en una economía depredadora, competitiva, beneficiosa únicamente para unos cuantos?
¿Será posible lograr una verdadera alfabetización del país que permita un uso adecuado de las nuevas tecnologías para favorecer la democratización del país?
¿Pueden las universidades constituirse en los baluartes del aprovechamiento de la rica diversidad humana y cultural del país?
¿Será posible que la educación superior sea el detonante de la decisión pública de romper los encercamientos que nos orillan a vivir como subjetividades negadas? ¿Serán nuestras universidades los semilleros de la no-violencia activa?

lunes, septiembre 14, 2009

Lo primero es lo primero

Autora: María Eugenia De la Chaussée Acuña
Publicación: E-Consulta, 14 de septiembre de 2009

En México, la separación de los padres o el divorcio son cada vez más comunes. Hace 60 años era muy raro que esto ocurriera ya que entre las parejas se valoraban, amaban y apreciaban más entre sí y tenían más valores de convivencia tales como compromiso, responsabilidad, respeto, honestidad y fidelidad. Ahora el otro ya no importa, primero soy yo, luego yo y al último, desgraciadamente, también yo. Ya no hay obligaciones pues es más relevante la búsqueda del beneficio propio y de la propia satisfacción. Ya no hay respeto, ya no hay lealtad. "Ya no me satisfaces", "ya no me gustas", "ya no te quiero", "me agrada más otra", son tan sólo algunas frases asociadas a esta problemática. El divorcio pareciera algo intrascendente. Lo importante es divorciarse cuanto antes no importando a quién se afecte (los hijos(as), esposo(a), familia). Para los hijos, la separación o el divorcio de sus padres es un tipo de golpe que no deja huellas físicas pero que es muy doloroso y deja marcas para toda la vida, habiendo una subestimación de los posibles efectos en los hijos (en su autoestima, en su desarrollo emocional y social, en su salud mental, en su bienestar, en su felicidad y comportamiento futuro).
En las encuestas realizadas por el INEGI (Matrimonios y divorcios, 2006) en el 2003 se registraron 64 mil 248 divorcios, en el 2004 67 mil 575, para 2005 la cifra fue de 70 mil 184 divorcios y para 2006 fueron 72, 396. En el país se registraron 11.8 divorcios por cada 100 matrimonios; siendo Baja California (31.8), Chihuahua (30.6), Aguascalientes (20.4) y, Colima (19.6) los estados con mayor índice en todo el país (Aguilera, 2008).
En el 2006, en el Estado de Puebla se encontró que de 1,554 parejas divorciadas, 1,057 se divorciaron por muto consentimiento, 300 por abandono de hogar por más de tres a seis meses sin causa justificada, 117 por separación de dos años o más, sin embargo, no se refieren las causas reales y de fondo del divorcio.
En Estados Unidos, según Gottman y Silver (2000), existe un 67% de posibilidades que un primer matrimonio acabe en divorcio en un período de 40 años. Durante los primeros 7 años de matrimonio se producen la mitad de los divorcios. El índice de divorcios para segundos matrimonios es un 10% más alto que el de los primeros matrimonios.
Según Salas (2006), en México, en el año 2000 había al menos 1.1 millones de menores de edad cuyos padres se habían divorciado o separado.
Si sumamos los divorcios de 2003 a 2006, es decir, en 4 años, fueron 274, 403. Si estas parejas tenían dos hijos, el total de afectados podrían haber sido 548,806 hijos más.
Se ha preguntado ¿qué efectos (emocionales, afectivos, sociales o económicos) a corto, mediano y a largo plazo tiene en los hijos el divorcio de los padres?, ¿afectará igualmente, a los hijos de diferentes edades?, ¿qué piensa el hijo sobre el divorcio de sus padres?, ¿qué siente cuando ya no ve a su padre (o madre) en casa?, ¿qué cambios experimenta en sus afectividad, en sus quereres y en sus emociones?, ¿qué pasa en su interior y en su exterior?, ¿a qué se deben los cambios en su comportamiento?, ¿cuáles son los cambios?, ¿hay algunas manifestaciones físicas (orgánicas)?
Un estudio de la University College Dublin (s.f.) reveló que los efectos del divorcio son más dañinos para los hijos que la muerte de uno de los progenitores.
Wallerstein (1994) realizó el seguimiento de 131 niños durante 25 años y ha encontrado que estos efectos del divorcio en ellos no se limitaban al periodo de duración del divorcio, sino que trascendían a toda su vida. Otros estudios confirman esta afirmación (Sigle-Rushton, Hobcraft y Ciernan, 2005, citado en García, 2008).
Abels (s.f.) realizó una investigación donde se utilizó una muestra nacional de 5,362 niños nacidos en la misma semana de 1946 en Inglaterra y se encontró que el 36.5% de los hombres cuyas familias se habían visto afectadas por un divorcio o separación antes de los cinco años, sufrían algún tipo de psicopatología o falta de ajuste social y fueron hospitalizados antes de los 26 años por enfermedades psiquiátricas de tipo afectivo o por úlceras gástricas, colitis o se hicieron delincuentes hacia los 21 años, comparados con el 17.9% de los hombres provenientes de familias no divorciadas.
El divorcio llega afectar a los hijos según la edad en la que se encuentren, tal es el caso en los niños de dos y cuatro años que se sienten culpables, y no es raro que den marcha atrás en su desarrollo, volviéndose más dependientes: mojan nuevamente la cama o piden que les den de comer en la boca, quieren que alguien siempre esté con ellos, lloran sin motivo aparente o hacen berrinches. De seis a ocho años también asumen con frecuencia la culpa de la ruptura y, encima, temen que sus padres los abandonen o dejen de quererlos. Entre 9 y 12 años el sentimiento más característico es el enojo hacia uno de los padres, generalmente con el que se quedan a vivir y la problemática de los adolescentes es distinta. A ellos, más que el sentimiento de culpa, los aflige un dilema de lealtad.
Los adolescentes deprimidos por el divorcio de sus padres están en mayor riesgo de embarazo y enfermedades de transmisión sexual (ETS) pues es más probable que no usen anticonceptivos ni condones. En un estudio se encontró que las chicas deprimidas de 14 a 16 años, tenían más de tres parejas sexuales al año y no habían usado anticonceptivos o condones (pudiendo resultar embarazadas y poniendo en riesgo tanto su salud como la de otros).
Para Abels (s.f.) los efectos psicológicos y sociales son ansiedad, miedo, inseguridad, sentimientos ambivalentes y diferentes trastornos de conducta.
Entre los efectos, Zenit (s.f.) menciona ansiedad, estrés, actividades ilegales, abandono escolar, actividad sexual y embarazo adolescente.
Los efectos emocionales y afectivos en los hijos varían de acuerdo con su edad y su personalidad, pero los principales son la tristeza, irritabilidad, agresión, violencia, coraje, inseguridad, culpabilidad, depresión, angustia, falta de control sobre su vida, odio, resentimiento, baja autoestima, y sociales como el aislamiento, la pérdida de amigos, irse de casa, indiferencia hacia los demás, rebeldía, abandono escolar o baja en el rendimiento académico.
¿Qué hacer para que a los hijos no les afecte tanto la separación de sus padres? Lo primero es lo primero, si realmente los queremos, apreciamos y buscamos su bien, tenemos que demostrárselos estando más pendientes y cercanos de su desarrollo afectivo y emocional. Lograr que se sientan importantes, amados y apoyados. Es necesario hacer que exterioricen lo que sienten, así como sus preocupaciones y temores.
También es conveniente explicarles las razones por las que se tomó la decisión (para las entiendan y juzguen). Esto les ayuda a evitar la creencia tan frecuente por parte de los hijos de que ellos son la causa de la separación y de que se sientan culpables. La explicación debe ser clara y breve pero sincera, honesta y apropiada para la edad del hijo(a). Como muchos hijos abrigan la esperanza de que sus padres vuelvan a reunirse con el transcurso del tiempo, aclararles que el divorcio es una decisión permanente pero que no por eso, ambos dejan de ser sus padres y que siempre verán por ellos, estarán cerca y los tratarán amorosamente.
Como la separación conlleva sentimientos y emociones contradictorios y negativos, deje que los hijos se los digan y los expresen libremente (tristeza, depresión, miedo, enojo, furia, coraje, ansiedad, odio, resentimiento, agresividad, inseguridad, desconfianza, desatención, abandono, dolor, sensación de pérdida y ausencia, impotencia, soledad, vacío interno, fragilidad, confusión, rechazo, hostilidad, irritabilidad, molestia, desorientación, decepción, frustración,… ). Ésta al parecer, es una forma eficaz de prevenir los problemas a largo plazo. Al mismo tiempo, los padres deben de evitar que sus hijos sean el blanco de su enojo, coraje, desesperación, venganza o manipulación en contra del otro.
Por otro lado, es pertinente estar atentos a los efectos físicos que pueden experimentar como el insomnio, pérdida del apetito, pérdida de peso o sobrepeso o conductas autodestructivas (consumo de drogas, anorexia, bulimia, automutilación, intento de suicidio,…).
Eviten forzar a los hijos a que elijan entre los padres o a inclinarse por una de las partes o chantajearlos con regalos, cosas o dinero para que opte por alguno. Recuerden no tratar al hijo como un simple objeto que se estén pasando o disputando de uno al otro.
También explicarles los cambios (familiares, escolares, sociales, psicológicos y económicos) que habrá en la vida de los hijos. Estos cambios pueden implicar vivir en otra casa, o en otra colonia o ciudad, ir a una escuela diferente, tener nuevos amigos y compañeros y dejar los anteriores, estar menos tiempo con ambos padres, pues el padre o la madre que tiene la custodia tendrá que trabajar más para cubrir los gastos de la familia y contar con mucho menos dinero para gastar o para diversiones, pasar más tiempo encerrados en la casa y quizás la existencia de una nueva pareja en alguno de los padres o en ambos.
Los acuerdos sobre los encuentros con el otro padre deben ser lo más claros y bien definidos posible, de manera que el hijo sepa en qué momento va a estar con cada uno de sus padres y que cuenta con ambos.
Es conveniente procurar el crecimiento de los hijos, un desarrollo emocional y moral sano, prodigar apoyo, acogimiento, protección, respeto y amor.
Las relaciones parentales sanas y amorosas, son las más significativas e indispensables para el desarrollo armónico de todo ser humano.
Lo primero es lo primero, así que atendamos las necesidades y cambios de nuestros hijos, amémoslos y cuidemos de ellos.

Crisis económica y calidad de la educación

Autor: Martín López Calva
Publicación: Síntesis, Pendiente

Frente al análisis y debate del presupuesto de egresos que envió el presidente al congreso, vale la pena plantear la pregunta: ¿El mejoramiento de la calidad de la educación es una cuestión de más presupuesto?
El pasado domingo, en un diario nacional, se publicaron tres notas que pueden ayudarnos a pensar elementos para una respuesta. La primera plantea que en una escuela de Oaxaca, los alumnos tienen que tomar clases en autobuses chatarra que se han adaptado como aulas. En la segunda nota se reporta que la Secretaría de Educación Pública no conoce el número de profesores que integran la nómina del sistema educativo nacional y que entre ellos hay alrededor de 500 que tienen ingresos superiores a los 100,000 pesos mensuales y 522 que cobran sueldo en dos entidades distantes entre sí. La tercera es un editorial donde Eduardo Andere critica el hecho de que el presidente diga en su tercer informe y en dos entrevistas que la calidad de la educación debe contemplar la transparencia y el mejoramiento de la infraestructura de las escuelas.
El editorialista sustenta la tesis de que Calderón no será el presidente que mejore la educación del país debido a estas concepciones erróneas de la calidad educativa, puesto que, según él, la calidad de la educación es resultado de lo que pasa en las aulas y no de “unas aulas bonitas” ni de una idea proveniente del “movimiento gerencialista” de la educación, propio del siglo XX.
Es evidente que la calidad de la educación tiene como principal escenario el aula y como actores centrales a los educadores y educandos. Pero cabe preguntarse: ¿Es posible tener educación de calidad en escuelas que no cuentan con los mínimos de dignidad? ¿Es concebible una mejor calidad invirtiendo más recursos a un sistema educativo donde priva la opacidad y en el que no se sabe ni el número exacto de docentes? ¿Es posible una educación de calidad con más dinero cuando ese dinero se destina a pagos dobles de algunos docentes privilegiados o a sueldos inexplicablemente altos de otros?
Lo criticable de la gestión presidencial no es declarar la necesidad de transparencia o de mejoramiento de la infraestructura escolar sino el no atreverse a romper con la alianza cupular que impide que estas y otras reformas sucedan en la realidad.

miércoles, septiembre 09, 2009

La tarea política nos compete a todos

Autor: José Rafael de Regil Vélez
Publicación: La Primera de Puebla, 9 de septiembre de 2009

El pasado 1 de septiembre inició la LXI Legislatura con la instauración de la Cámara de Diputados. Los centenares de legisladores de mayoría y de representación están ya en sus curules. Heredan los pendientes de sus predecesores: proyectos de ley, reformas estructurales, una forma sensata de relación con los otros dos poderes del Estado.

Víctimas de la propaganda electoral, es fácil que pensemos que una vez que hemos asistido a las urnas terminó nuestra injerencia política y que lo demás compete a los electos por el pueblo. Nos convertimos en espectadores de la escena pública y nos asemejamos a quienes van al cine y al terminar la película con gran emoción comentamos que estuvo buena o, si no corrimos con suerte, expresamos con sentimiento que estuvo mal.

En materia de política nos sentamos con mayor o menor comodidad en el sillón y hablamos de la competencia o incompetencia de legisladores y de funcionarios públicos de los tres niveles de gobierno. Y pareciera que esa es nuestra cuota de ciudadanía: años de sistema nos han hecho creer así.

Una mirada de lo más simple a la realidad de todos los días nos dice que salir adelante en cada municipio, estado o en el país mismo requiere mucho.

En materia de seguridad nos topamos con las mentiras o verdades a medias de los encargados de la procuración de la justicia, como en el caso de los secuestros recientes en los cuales los familiares han tenido que acicatear a las autoridades para que un poco de verdad haga luz en torno a los casos que los ocupan.

Los resultados en materia educativa nos dejan muchas preguntas. Recién el día en que escribo este texto, lunes 7 de septiembre, el secretario de Educación Pública reconoció que los resultados de la prueba Enlace de Bachillerato pasada dejaron mucho que desear, ratificando lo que arrojó la prueba PISA, estándar internacional que mide el razonamiento lingüístico, matemático y científico de adolescentes de 16 años y en el que México no ha obtenido lugares satisfactorios.

Podríamos recorrer los demás rubros de la vida pública con similares resultados: siempre hay pendientes. A algunos nos queda la sensación de que ser espectadores de los políticos no basta.

En algún momento los ciudadanos fuimos despojados del protagonismo que nos corresponde –realmente en la posrevolución- y por comodinos abandonamos nuestras posibilidades de opinar y actuar en los problemas públicos. Cuando mucho se practicó una presencia clientelar, al servicio de las necesidades del partido en el poder o de los grupos de presión en la oposición.

Los años ochenta y noventa fueron ricos en la recuperación del espíritu y las acciones de participación. En distintos lugares y de muy variadas formas fueron apareciendo iniciativas ciudadanas para afrontar primero la tarea democratizadora del país y casi simultáneamente las deudas pendientes en materia de derechos humanos, desarrollo sostenible, entre otras. Nacieron las ong, hoy organizaciones del tercer sector.

La presencia ciudadana en las acciones políticas sigue siendo difícil porque el clientelismo es práctica cotidiana y la indiferencia abunda.

Aunque parezca lugar común conviene señalar la importancia que tiene la educación para que en un futuro no tan lejano la sociedad tome el lugar que realmente le corresponde en el ejercicio del poder.

A mi parecer, las instituciones educativas tienen un papel determinante, no sólo porque puedan dar información cívica –que tanto tiempo estuvo en desuso-, sino porque puede generar verdaderos espacios de participación de los cuales derive una adecuada cultura política. Y es que la educación es privilegiada, porque puede crear micro-cosmos y talleres de vida en los cuales educadores y educandos experimenten que el ejercicio compartido y dialogado del poder para lograr algún tipo de bien común es de alguna manera posible, aunque difícil.

Esto supone una visión amplia del proceso educativo, como mucho más que capacitación. La formación de mujeres y hombres competentes para la vida diaria y las decisiones que implica supone para las escuelas una manera distinta de organizarse, en la cual los valores de solidaridad y participación política puedan ser vividos mediante la organización de organismos colegiados, el proceder por proyectos que impliquen el involucramiento de todos los actores, la toma de decisión conjunta y la necesaria mediación de conflictos.

Los educadores no sólo han de velar por calificar los conocimientos. Son mediadores naturales en el ejercicio del poder que corresponde a maestros, alumnos y administrativos. Si las actividades que corresponden a cada sector involucrado en la escuela son puestas en sus manos, con los derechos y responsabilidades que supone, se avanzará mucho en la real formación cívica.

Esta labor supone que la normatividad institucional debería dejar de ser algo reservado para el culto perverso que suele rendírsele, a fin de que se torne verdadero instrumento de diálogo y solución de conflictos: en articulador del tan traído y llevado “Estado de Derecho”. Su presencia destierra actuar meramente por relaciones, gustos, simpatías o prebendas y lo posibilita con una racionalidad aunque sea mínima.

Quisiera terminar señalando que las organizaciones civiles comprometidas día a día en dar respuesta a problemas acuciantes como los del desarrollo sustentable, el ahorro, los derechos humanos, han diseñado metodologías pedagógicas de participación política de las cuales las instituciones educativas formales pueden aprender mucho.

Lo que va en juego en la educación no es la calificación de los conocimientos de los alumnos, sino la creación de metodologías que permitan a la juventud sumarse realmente como protagonistas de la solución de los problemas que ya no podemos irresponsablemente dejar en manos de una prácticamente inmóvil clase política.

lunes, septiembre 07, 2009

“No te lo tomes como algo personal”, Una técnica para disminuir el enojo

Autor: Raúl José Alcázar Olán
Publicación: E-Consulta, 7 de septiembre de 2009

El enojo es generalmente una reacción emocional adaptativa. De forma ideal nos ayuda o debe ayudar a resolver problemas, reflexionar o proteger nuestros derechos. Sin embargo, también es posible que el enojo se presente de forma desproporcionada, más allá de nuestro control. En esos casos, en lugar de permitir la solución de problemas provoca mayores dificultades, por ejemplo con agresiones físicas o verbales, peleas frecuentes en la relación de pareja, pobre adaptación a las actividades laborales, así como mayor riesgo de enfermedades cardiacas.

Uno de los “ingredientes” para que las personas se enojen intensamente es “tomarse las cosas como personales” o “personalizar”. En otras palabras, uno atribuye o asegura que los demás hacen algo, con toda intención, para molestarnos o fastidiarnos. Veamos un ejemplo. Camino y veo al otro lado de la calle a un compañero de trabajo. Le hago señales para que me vea pero no me responde. Luego me enojo y pienso: “Lo hace a propósito”, “No me quiere saludar”, “¡Me ignora!”, “Me hace quedar mal”, “¡Qué hipócrita es!, cuando estamos en el trabajo me saluda pero en la calle no me toma en cuenta”. Como resultado uno se enoja. Y el problema se puede volver más grande: supongamos que guardamos rencor debido a que no respondieron el saludo. Esta forma de personalizar es frecuente cuando nos enojamos con otras personas. Llegamos a conclusiones (“me ignora”) sobre los motivos, creencias y sentimientos de los demás y luego reaccionamos como si esas conclusiones fueran ciertas, independientemente de que lo sean o no. La idea subyacente es que los demás actúan con el deseo de hacer daño, es decir, lo hacen a propósito.

Afortunadamente hay soluciones para no tomar las cosas como personales. Algunas técnicas son: 1) Busca los hechos por medio de preguntar a la otra persona en lugar de adelantar conclusiones. Usando el ejemplo anterior, cuando veas de nuevo a tu compañero de trabajo pregúntale si te vio en la calle. Otros ejemplos: “ya son dos ocasiones que sales a pasear y no me invitas, ¿por qué?” o “desde hace varios días no me hablas, ¿te hice algo?”. Preguntar a los demás es mejor que usar la propia imaginación. 2) Busca explicaciones alternativas para los comportamientos de otras personas. Es decir, enlista varias posibles razones para lo que sucedió. Por ejemplo, “quizá mi compañero no me saludó porque no me vio, iba pensando en algo, tenía prisa o no me reconoció”. Generalmente las personas no tienen malas intenciones. 3) Recuerda que los demás tienen sus propias motivaciones, las cuales son ajenas a ti. En otras palabras, las personas hacen lo que hacen, aunque no te guste, debido a sus propias necesidades, deseos, frustraciones, miedos y preocupaciones. En cada persona está el origen de su propio comportamiento, no en ti. Por ejemplo, si alguien te engaña, te roba, te humilla o te perjudica, no lo hace con la principal intención de dañarte. Desde luego es una desgracia si te roban, y tienes derecho a sentirte mal por eso. Pero el ladrón no actuó con la intención de fastidiarte: lo que hizo no tiene que ver contigo, tiene que ver, más bien, con sus propias necesidades y frustraciones. Su vida y su historia desgraciada lo ha llevado a robar, pero la causa de su conducta no fuiste tú, fue su propia historia. Estrictamente, no es algo personal; no es contra ti. Existe un importante ejemplo de “no tomar las cosas como personales”. Tiempo después de que intentaron asesinar con un balazo al Papa Juan Pablo II, él buscó a quien lo intentó matar, y lo perdonó. Nuevamente: las motivaciones de los demás tienen que ver con ellos mismos, no con uno. En todo caso, uno está en las consecuencias (sufrir daño ocasionado por otros), pero la causa del daño está en las necesidades y frustraciones de los demás. No vale la pena pensar “¿pero qué le hice?, ¿en qué he fallado?, ¿por qué a mí? En efecto, las personas no merecen molestias ni problemas. Pero si alguien nos perjudica, no es necesariamente porque lo merecemos, sino hay algo en la gente que la hace ser así. Otra vez: nosotros no somos la causa del comportamiento de los demás.

Recuerda estas frases para no tomarte las cosas como algo personal: “revisaré los hechos antes que adelantar conclusiones”, “si me calmo es más fácil notar qué pasó”, “no puedes adivinar las motivaciones de los demás”, “mejor preguntaré en lugar de adelantar conclusiones” y “la gente hace lo mejor que puede con lo que tiene”.

Finalmente, existe un caso donde la personalización es cierta: “Mi pareja ya no me quiere, por eso ya no me invita a salir”. Después de preguntarle, te dice que en efecto ya no te quiere. Si tienes evidencias (hechos o información) que te den la razón, entonces deberás hacer algo para identificar cuál es el problema y resolverlo.

martes, septiembre 01, 2009

Docencia para qué

Autor: Mauricio López Figueroa
Publicación: E-Consulta, 1 de septiembre de 2009

Docencia: transmitir el conocimiento, facilitar el aprendizaje, lograr que los estudiantes saquen diez y sean “excelentes”… Docencia: construir el futuro, contribuir al mejoramiento social, responder a las expectativas de la gente que aspira a una nueva y renovada sociedad, una sociedad menos dependiente y más emprendedora; docencia que responde al llamado de la historia animando a los discentes a asistir con puntualidad a su cita con el destino… Docencia: liderazgo, ejemplo y referente, principio de construcción del tejido social donde el proyecto de nación en turno tiene posibilidad; sacrificio en el que el servicio es el premio en sí… Sólo mitos.
¿Cuál es el sentido de la docencia? ¿Cuál puede ser en los ciclos escolares interminables que año con año demandan aparentemente repetir y reproducir lo mismo? ¿Dónde está la vocación y el sentido en una práctica que socialmente está muy desestimada, devalorada? Hordas de profesores y profesoras marchan cada día, algunos en búsqueda de que su práctica tenga alguna repercusión, algún impacto positivo en las miles de historias que transitan por aulas todos los días, cada año.
“Mientras consigo chamba”, “para completar el gasto”. Estas frases resignadas son probablemente algunas de las más frecuentes cuando los profesores que no estudiaron para esta profesión justifican el porqué dan clases. Es probable que para muchos la docencia sea un suplicio cotidiano que consiste en soportar y padecer las variaciones hormonales adolescentes o la presión de una institución por acabar un programa escolar o universitario; es probable que algunos se entreguen a esta práctica con la esperanza de que su trabajo ayude en algo, esperanza de que algo pase.
Pero algo siempre pasa. Porque la docencia tiene una dimensión ausente que urge revelar e integrar, potenciar: la dimensión personal del profesor. ¿Qué significado tiene o está teniendo ser profesor en los contextos específicos en los que cada docente se encuentra? ¿Cuál es el sentido más allá de los discursos y de las frases lapidarias y heroicamente bellas? ¿Qué significado tiene en la propia historia, en el propio proceso de ser alguien, en la manera en como se configura la propia visión de la vida, del futuro, de la esperanza? Para quienes son profesores, ¿qué es lo que la docencia revela de uno, qué es lo que a partir de ella se aprende de uno mismo?
Ésta es otra mirada sobre la docencia, si no la más importante sí la más significativa: la docencia tiene sentido, conecta individualmente con la vida, es auténtica vocación personal si progresivamente revela a cada profesor y profesora quién es o quién puede ser, si la docencia muestra lo que cada profesor es capaz de hacer y aprender; si la docencia –la relación y el encuentro cotidiano con lo alumnos— pone de frente con el propio drama de vida, con los propios asombros y la propia capacidad de seguir maravillándose y esforzándose ante la contradicción e inconsistencia personal. La docencia no es batalla ni lucha, es el propio misterio que emerge y se revela.
Esto parece muy filosófico, definitivamente lo es. Porque ser profesor contiene cierto perfil de pensador: lo que enseñamos, no importa qué, debe ser también ocasión para reflexionar y conectar la vida. Ésa es la esperanza de una docencia significativa y verdaderamente impactante en la existencia de los otros.
Un nuevo periodo escolar inició y después de éste seguirán otros muchos más como una maquinaria implacable que, si no somos atentos, nos arrollará con sus urgencias y presiones por terminar el programa. La docencia es una invitación permanente: reconocer en la relación y las miradas de los alumnos las propias inquietudes y los viejos obstáculos personales, valorar en lo que intentamos enseñar los propios asombros y las propias preguntas por un mundo que es más profundo, evaluar en nuestras estrategias didácticas los propios ensayos por avanzar y explicar la realidad cotidiana.
Docencia para qué: para quien se busque a sí mismo y desee encontrarse en los demás.

Lectores competentes a prueba de Internet

Autora: Luz del Carmen Montes Pacheco
Publicación: La Primera de Puebla, 1 de septiembre de 2009

Todavía algunos profesores prohíben o restringen el uso de internet como fuente de información para las tareas de sus estudiantes. Algunos otros lo permiten advirtiendo sobre la gravedad del plagio. Y otros más permiten el uso indiscriminado de este recurso.

Y es que casi cualquier tarea que dejemos a nuestros estudiantes estará disponible en cuestión de segundos en internet: videos, canciones, conceptos, crónicas de viaje, reportes de investigación, ensayos, reflexiones, inventos, problemas resueltos, normas, recetas y mucho más.
Pero como es un hecho que internet llegó para quedarse, no podemos ni debemos evitar su uso. Lo que debemos hacer es diseñar experiencias de aprendizaje para que nuestros estudiantes sean lectores competentes que en este contexto, debes entenderse como personas que van mucho más allá de entender e interpretar el sentido de un texto, implica localización y selección de documentos que por su estructura e información pueden considerarse de alto valor para su formación. Definitivamente, estas acciones remiten a un desempeño complejo en que se ponen en juego un conjunto de conocimientos, habilidades, actitudes y valores articulados siempre por un propósito definido.
En los cursos en los que los estudiantes desarrollan proyectos de intervención o de investigación; y especialmente en los cursos de metodología de la investigación (que no deben dejar de involucrar el desarrollo de un proyecto de esa naturaleza), es necesario implementar estrategias y experiencias de aprendizaje que ayuden a los estudiantes a identificar información valiosa para ese proyecto y en las que simultáneamente se desarrolle la competencia para una lectura inteligente. Una posible estrategia para esos fines se describe a partir de las experiencias de aprendizaje:
Leer artículos periodísticos para distinguir entre hechos y opiniones. Para ello identificamos grupalmente, a partir de los títulos de los periódicos, textos cuyo propósito sea sólo informar y textos cuyo propósito sea generar polémica.
Buscar y seleccionar artículos, con los estudiantes, en sitios en los que ya se aplicó un primer filtro de carácter académico. Citaré sólo dos ejemplos de sitios que contienen textos completos y de acceso libre, recomendables para estudiantes de preparatoria en adelante. REDALYC que es la “Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal”, portal administrado por la Universidad Autónoma del Estado de México y que concentra 550 revistas científicas cuyos artículos han sido sometidos a un arbitraje de pares. Y, el Directorio de revistas académicas y científicas de acceso abierto, localizado con el descriptor de DOAJ (por sus siglas en inglés, Directory of Open Acces Journals) que actualmente concentra 4334 revistas, en muchos idiomas y de casi cualquier tema.
Leer artículos científicos de divulgación y reportes de investigación, enfatizando sus diferencias con base en el público al que están dirigidos; los primeros hacia un público que no especialista y los segundos para el público que sí lo es o que lo quiere ser.
Evaluar si tanto la estructura como el contenido de los reportes de investigación, considerados fuentes de información adecuadas para una investigación, cumplen con criterios de coherencia y consistencia entre el título, objetivo y conclusiones; si la información que se presenta es verdadera; y si los razonamientos a través de los cuales obtienen resultados y concluyen, son pertinentes al objetivo que los autores declararon.
Por último, si se considera que el texto es valioso, identificar elementos que sirvan como guía para comprender y aprovechar su contenido. Puede identificarse información relacionada con el problema de investigación, con investigaciones anteriores, con el método utilizado, etc. Además se puede aprovechar el ejercicio para que identifiquen los elementos indispensables en un reporte de investigación.
Cada profesor de acuerdo al nivel educativo de sus estudiantes y a los objetivos de aprendizaje debe previamente localizar sitios en internet que sean confiables. Después debe acompañar a sus estudiantes para que ellos naveguen en esos sitios. No es posible frenar o impedir el uso de internet en las actividades educativas a través de instrucciones o de discursos restrictivos. Potenciemos su uso a partir de experiencias bien pensadas, colectivas y enriquecedoras para que las personas podamos decidir qué usar y cómo usarlo.

miércoles, agosto 26, 2009

Caminito de la escuela

Autor: Martín López Calva
Publicación: La Primera de Puebla, 26 de agosto de 2009


El principio de la locura es seguir haciendo lo mismo
una y otra vez ,y esperar obtener resultados diferentes
.”
Albert Einstein

El regreso a clases implica para los educandos un sentimiento ambiguo que contiene al mismo tiempo alegría y curiosidad ante lo nuevo y desencanto y pereza frente a lo de siempre. Desgraciadamente lo nuevo tiene que ver muchas veces con factores externos y de muy corta duración –estrenar uniforme, tenis, cuadernos o libros, ver qué compañeros nuevos hay en el grupo, quién y cómo será el nuevo profesor o profesora, etc.- y lo rutinario con el contenido y el fondo, mucho más permanentes, de lo que sucede cotidianamente en las aulas, en los patios, en la biblioteca o el laboratorio escolar.
No es el caso de los educadores que en muchas ocasiones experimentan solamente el sentimiento que contiene lo desagradable de volver a una rutina con poco o nulo sentido y conexión con la vida, muy desconectado de lo que se puede llamar vocación por educar (Como dice Hansen: La vocación implica que un sujeto encuentre en la actividad que desempeña elementos de autorrealización y de aporte al cambio social).
Este hastío ante la visión repetitiva de los rituales escolares entre docentes y directivos es lo que desafortunadamente se respira en muchas escuelas, universidades, instituciones educativas de todos los niveles. Tal parece que el proceso educativo ha ido cayendo paulatinamente en este principio de la locura que señala Einstein: continuar haciendo lo mismo una y otra vez y pretender obtener resultados diferentes.
Los discursos educativos en todos los congresos, conferencias, cursos de actualización, pactos y acuerdos oficiales, procesos de planeación o evaluación de escuelas públicas o privadas, hablan de la necesidad de obtener resultados radicalmente distintos en el proceso educativo. Los resultados de las evaluaciones nacionales e internacionales piden a gritos un cambio en los resultados de nuestra educación nacional.
Sin embargo estos resultados no llegan, es más, ni siquiera se aproximan al escenario de construcción de un nuevo país más democrático, más justo, más productivo, más equitativo, más respetuoso de los derechos humanos, en fin, de un México más acorde con lo que los mexicanos soñamos y merecemos.
¿Cuál es la causa de que no estemos en camino de cambiar estos resultados del proceso educativo? Fundamentalmente se debe a que en nuestro sistema educativo nacional estamos haciendo lo mismo una y otra vez, sin darnos cuenta de que en esta dinámica rutinaria se pierde lo auténticamente educativo que es el encuentro humano que renueva, cuestiona, despierta el deseo de conocer, aviva el deseo de vivir más humanamente. Una educación centrada en el programa que esclaviza y no en la estrategia que orienta pero reta a la creatividad es la causa de que estemos muy lejos de encontrar resultados educativos más positivos que se reflejen en la dinámica social.
La verdadera educación necesita del deseo humano para realizarse y de la utopía colectiva para tener un horizonte hacia el cual caminar, decía el Dr. Pablo Latapí Sarre, padre de la investigación educativa en el país, fallecido recientemente. La verdadera educación requiere de un arraigo profundo en la experiencia humana que mueve individual y comunitariamente hacia la búsqueda de desarrollo. Pero este deseo humano ha sido sepultado entre trámites burocráticos, documentación agobiante, ritos vacíos, luchas de poder y ambiciones personales, desánimo y falta de motivación por parte de los actores. De ahí la repetición continua que impide la regeneración del sistema educativo y promueve su cada vez más acelerada degeneración.
Ante la entrada a clases para el nuevo ciclo escolar que van a vivir millones de alumnos y profesores en estos días, cabe sin duda la reflexión: ¿Será posible cambiar esta dinámica guiada por el principio de la locura, esta dinámica de hacer lo mismo una y otra vez, pretendiendo obtener resultados diferentes? ¿Cómo poder impulsar un cambio en lo que hacemos en la educación que genere un cambio en los resultados que de ella se obtengan? ¿De qué manera se pueden ir transformando las prácticas educativas, las estructuras organizacionales de la educación y la cultura que guía el modo de vivir la educación para apuntar hacia una educación auténtica, movida por el deseo humanizante y orientada hacia la utopía de un país mejor?