martes, septiembre 01, 2009

Docencia para qué

Autor: Mauricio López Figueroa
Publicación: E-Consulta, 1 de septiembre de 2009

Docencia: transmitir el conocimiento, facilitar el aprendizaje, lograr que los estudiantes saquen diez y sean “excelentes”… Docencia: construir el futuro, contribuir al mejoramiento social, responder a las expectativas de la gente que aspira a una nueva y renovada sociedad, una sociedad menos dependiente y más emprendedora; docencia que responde al llamado de la historia animando a los discentes a asistir con puntualidad a su cita con el destino… Docencia: liderazgo, ejemplo y referente, principio de construcción del tejido social donde el proyecto de nación en turno tiene posibilidad; sacrificio en el que el servicio es el premio en sí… Sólo mitos.
¿Cuál es el sentido de la docencia? ¿Cuál puede ser en los ciclos escolares interminables que año con año demandan aparentemente repetir y reproducir lo mismo? ¿Dónde está la vocación y el sentido en una práctica que socialmente está muy desestimada, devalorada? Hordas de profesores y profesoras marchan cada día, algunos en búsqueda de que su práctica tenga alguna repercusión, algún impacto positivo en las miles de historias que transitan por aulas todos los días, cada año.
“Mientras consigo chamba”, “para completar el gasto”. Estas frases resignadas son probablemente algunas de las más frecuentes cuando los profesores que no estudiaron para esta profesión justifican el porqué dan clases. Es probable que para muchos la docencia sea un suplicio cotidiano que consiste en soportar y padecer las variaciones hormonales adolescentes o la presión de una institución por acabar un programa escolar o universitario; es probable que algunos se entreguen a esta práctica con la esperanza de que su trabajo ayude en algo, esperanza de que algo pase.
Pero algo siempre pasa. Porque la docencia tiene una dimensión ausente que urge revelar e integrar, potenciar: la dimensión personal del profesor. ¿Qué significado tiene o está teniendo ser profesor en los contextos específicos en los que cada docente se encuentra? ¿Cuál es el sentido más allá de los discursos y de las frases lapidarias y heroicamente bellas? ¿Qué significado tiene en la propia historia, en el propio proceso de ser alguien, en la manera en como se configura la propia visión de la vida, del futuro, de la esperanza? Para quienes son profesores, ¿qué es lo que la docencia revela de uno, qué es lo que a partir de ella se aprende de uno mismo?
Ésta es otra mirada sobre la docencia, si no la más importante sí la más significativa: la docencia tiene sentido, conecta individualmente con la vida, es auténtica vocación personal si progresivamente revela a cada profesor y profesora quién es o quién puede ser, si la docencia muestra lo que cada profesor es capaz de hacer y aprender; si la docencia –la relación y el encuentro cotidiano con lo alumnos— pone de frente con el propio drama de vida, con los propios asombros y la propia capacidad de seguir maravillándose y esforzándose ante la contradicción e inconsistencia personal. La docencia no es batalla ni lucha, es el propio misterio que emerge y se revela.
Esto parece muy filosófico, definitivamente lo es. Porque ser profesor contiene cierto perfil de pensador: lo que enseñamos, no importa qué, debe ser también ocasión para reflexionar y conectar la vida. Ésa es la esperanza de una docencia significativa y verdaderamente impactante en la existencia de los otros.
Un nuevo periodo escolar inició y después de éste seguirán otros muchos más como una maquinaria implacable que, si no somos atentos, nos arrollará con sus urgencias y presiones por terminar el programa. La docencia es una invitación permanente: reconocer en la relación y las miradas de los alumnos las propias inquietudes y los viejos obstáculos personales, valorar en lo que intentamos enseñar los propios asombros y las propias preguntas por un mundo que es más profundo, evaluar en nuestras estrategias didácticas los propios ensayos por avanzar y explicar la realidad cotidiana.
Docencia para qué: para quien se busque a sí mismo y desee encontrarse en los demás.

1 comentario:

ANTAR dijo...

Me agradò lo de:

"La docencia es una invitaciòn permanente"

Saludos