Autor: Raúl José Alcázar Olán
Publicación: E-Consulta, 7 de septiembre de 2009
El enojo es generalmente una reacción emocional adaptativa. De forma ideal nos ayuda o debe ayudar a resolver problemas, reflexionar o proteger nuestros derechos. Sin embargo, también es posible que el enojo se presente de forma desproporcionada, más allá de nuestro control. En esos casos, en lugar de permitir la solución de problemas provoca mayores dificultades, por ejemplo con agresiones físicas o verbales, peleas frecuentes en la relación de pareja, pobre adaptación a las actividades laborales, así como mayor riesgo de enfermedades cardiacas.
Uno de los “ingredientes” para que las personas se enojen intensamente es “tomarse las cosas como personales” o “personalizar”. En otras palabras, uno atribuye o asegura que los demás hacen algo, con toda intención, para molestarnos o fastidiarnos. Veamos un ejemplo. Camino y veo al otro lado de la calle a un compañero de trabajo. Le hago señales para que me vea pero no me responde. Luego me enojo y pienso: “Lo hace a propósito”, “No me quiere saludar”, “¡Me ignora!”, “Me hace quedar mal”, “¡Qué hipócrita es!, cuando estamos en el trabajo me saluda pero en la calle no me toma en cuenta”. Como resultado uno se enoja. Y el problema se puede volver más grande: supongamos que guardamos rencor debido a que no respondieron el saludo. Esta forma de personalizar es frecuente cuando nos enojamos con otras personas. Llegamos a conclusiones (“me ignora”) sobre los motivos, creencias y sentimientos de los demás y luego reaccionamos como si esas conclusiones fueran ciertas, independientemente de que lo sean o no. La idea subyacente es que los demás actúan con el deseo de hacer daño, es decir, lo hacen a propósito.
Afortunadamente hay soluciones para no tomar las cosas como personales. Algunas técnicas son: 1) Busca los hechos por medio de preguntar a la otra persona en lugar de adelantar conclusiones. Usando el ejemplo anterior, cuando veas de nuevo a tu compañero de trabajo pregúntale si te vio en la calle. Otros ejemplos: “ya son dos ocasiones que sales a pasear y no me invitas, ¿por qué?” o “desde hace varios días no me hablas, ¿te hice algo?”. Preguntar a los demás es mejor que usar la propia imaginación. 2) Busca explicaciones alternativas para los comportamientos de otras personas. Es decir, enlista varias posibles razones para lo que sucedió. Por ejemplo, “quizá mi compañero no me saludó porque no me vio, iba pensando en algo, tenía prisa o no me reconoció”. Generalmente las personas no tienen malas intenciones. 3) Recuerda que los demás tienen sus propias motivaciones, las cuales son ajenas a ti. En otras palabras, las personas hacen lo que hacen, aunque no te guste, debido a sus propias necesidades, deseos, frustraciones, miedos y preocupaciones. En cada persona está el origen de su propio comportamiento, no en ti. Por ejemplo, si alguien te engaña, te roba, te humilla o te perjudica, no lo hace con la principal intención de dañarte. Desde luego es una desgracia si te roban, y tienes derecho a sentirte mal por eso. Pero el ladrón no actuó con la intención de fastidiarte: lo que hizo no tiene que ver contigo, tiene que ver, más bien, con sus propias necesidades y frustraciones. Su vida y su historia desgraciada lo ha llevado a robar, pero la causa de su conducta no fuiste tú, fue su propia historia. Estrictamente, no es algo personal; no es contra ti. Existe un importante ejemplo de “no tomar las cosas como personales”. Tiempo después de que intentaron asesinar con un balazo al Papa Juan Pablo II, él buscó a quien lo intentó matar, y lo perdonó. Nuevamente: las motivaciones de los demás tienen que ver con ellos mismos, no con uno. En todo caso, uno está en las consecuencias (sufrir daño ocasionado por otros), pero la causa del daño está en las necesidades y frustraciones de los demás. No vale la pena pensar “¿pero qué le hice?, ¿en qué he fallado?, ¿por qué a mí? En efecto, las personas no merecen molestias ni problemas. Pero si alguien nos perjudica, no es necesariamente porque lo merecemos, sino hay algo en la gente que la hace ser así. Otra vez: nosotros no somos la causa del comportamiento de los demás.
Recuerda estas frases para no tomarte las cosas como algo personal: “revisaré los hechos antes que adelantar conclusiones”, “si me calmo es más fácil notar qué pasó”, “no puedes adivinar las motivaciones de los demás”, “mejor preguntaré en lugar de adelantar conclusiones” y “la gente hace lo mejor que puede con lo que tiene”.
Finalmente, existe un caso donde la personalización es cierta: “Mi pareja ya no me quiere, por eso ya no me invita a salir”. Después de preguntarle, te dice que en efecto ya no te quiere. Si tienes evidencias (hechos o información) que te den la razón, entonces deberás hacer algo para identificar cuál es el problema y resolverlo.
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