jueves, marzo 02, 2006

¿COYUNTURA ELECTORAL O PALABRA CIUDADANA?

Autor: Javier Sánchez Díaz de Rivera
Publicación: la jornada de oriente, 2 marzo 2006.

La palabra coyuntura hace alusión a una circunstancia en que es posible hacer algo distinto. Es el momento para que suceda algo que se espera desde hace tiempo, el momento que hay que aprovechar. La coyuntura es también el punto en donde las cosas cambian de giro, permiten tomar otra dirección o hacer un movimiento. Sin embargo para que la coyuntura sea en verdad ese momento esperado tienen que haber pasado muchas cosas en la cuenta larga de la historia, en el subsuelo tectónico, en los procesos de conciencia, en el inconsciente colectivo, en las tramas de la evolución cultural. Si es cierto que el gorila devino en hombre, sin duda fue en una maravillosa coyuntura, pero que tomó millones de años de paciente evolución, y aún así no solo se logró cabalmente en todos. Maravilloso momento el de la emergencia del hombre. Aristóteles afirmó que una sucesión de cambios accidentales suscitan un cambio sustantivo. ¿Qué significa entonces la venidera coyuntura electoral?. Cada quién suspira a su modo por que este país al fin dé un giro. Unos sueñan con la equidad, otros con el fin de la corrupción, otros sueñan con volver al pasado. Pero, ¿dónde estamos parados?. En primer lugar tal vez habría que decir que tenemos tres hombres y un solo proyecto. A pesar de los discursos no parece que ningún presidente pueda realmente cambiar el cauce de una economía mundial orientada por la utilidad y por la extracción de riqueza de nuestro país, digamos, enfrentar la parte perversa del mercado. Por otro lado no parece tampoco que el combate al crimen organizado pueda ser muy diferente. La coyuntura electoral en el mejor de los casos nos ofrece apenas un conjunto de matices, algún cambio accidental más, en el camino de un cambio sustancial en el rumbo de nuestra historia. Los criterios entonces son la paciencia y la perseverancia en la construcción de un poder mucho más ciudadano, que aproveche las coyunturas electorales pero que trabaje para la cuenta larga de la historia. Votar es fundamental para no regalar el poder, pero lo que hay que construir es más hondo. Hemos llegado a creer que las elecciones pueden ser limpias, el IFE es hoy y gracias al esfuerzo histórico una de las instituciones más creíbles del país. Esto es un cambio sustantivo. Hay alternancia, lo que es signo de democracia, pero es necesario trascender la democracia delegativa, en que cada tres o seis años ejercemos un poder, para olvidarnos después hasta nuevo aviso. El punto es la construcción de una democracia participativa, que dé lugar a candidaturas ciudadanas, que profundice en la transparencia y rendición de cuentas, que establezca formas de democracia directa como el referéndum, que reduzca el condicionamiento de las campañas por el financiamiento privado. El punto es la articulación eficaz, para la equidad, de Estado, Sociedad Civil y Mercado. Es esta articulación en sus dosis adecuadas la que se necesita para la gobernabilidad y la mayor justicia.
Las campañas presidenciales, sin embargo parecen querer convocar más el inconsciente machista de de nuestra cultura: Yo sí puedo, Yo haré, Yo tengo valor, como reconociendo nuestro anhelo de volver a una presidencia imperial, a un tlatoani todopoderoso, que amaine los cacicazgos locales desatados, frente a los que no podemos o no queremos plantarnos hoy y todos los días que haga falta para manifestar nuestro poder y nuestra convicción ética. Hay que discernir que candidato se acerca más a seguir favoreciendo esta tarea de largo aliento, hay que votar para no regalar el poder, pero la verdadera coyuntura parece empezar el tres de julio, y en esto hay que agradecer a la Otra Campaña, su invitación a ponerle siempre, palabra a la dignidad.

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