jueves, agosto 17, 2006

La Educación como asignatura pendiente.

Autor: Martín López Calva.
Publicación: Sintesis, 17 de agosto de 2006.
En el momento que escribo este artículo no se sabe aún el resultado de las elecciones presidenciales del 2 de julio. La jornada ha sido ejemplar en cuanto a nivel de participación y comportamiento cívico de la ciudadanía, y hasta este momento - salvo algunos exabruptos lamentables de los tres partidos más importantes- de las instituciones de la joven democracia mexicana.
Sin embargo, cualquiera que sea electo presidente de México para el próximo sexenio, es indudable que tiene por delante un reto importante en el ámbito educativo. En primer lugar, por la creciente importancia que está adquiriendo la educación como promotora de desarrollo en esta sociedad del conocimiento y en segundo lugar, por los nada alentadores resultados que en las evaluaciones internacionales ha estado obteniendo nuestro país de manera consistente de unos años a la fecha.

Examen:

“Partes del insecto: Son tres: in-sec-to.
Capacidad pulmonar: Es de unos cinco mil litros.
¿Derivados de la leche? La vaca.
Barroco: Estilo de casas hechas de barro.
Polígono: Hombre con muchas mujeres.”

Las anteriores respuestas son parte de un mensaje de correo electrónico que circuló hace tiempo por la red y que indica que son respuestas reales de estudiantes de bachillerato recogidas por un profesor. Pero independientemente de qué tan falsas puedan ser, una mirada a nuestro sistema educativo nacional, sobre todo en la parte de mayor importancia, es decir, en el aprovechamiento de nuestros niños, adolescentes y jóvenes y en el nivel comparativo de este aprovechamiento que los estudiantes mexicanos muestran a nivel internacional, nos indica claramente que falta muchísimo trabajo por hacer y que hay cosas que no están sucediendo en las aulas de nuestro país, a pesar de los millones de pesos que se invierten cada año y de todo el esfuerzo hecho en materia de diseño de planes y programas de estudio, formación de profesores, elaboración de libros de texto, actualización metodológica, instrumentación de tecnologías de información y comunicación en las escuelas y de la buena intención y vocación comprometida de muchos miles de profesores, supervisores, funcionarios y diseñadores curriculares.
¿Qué es lo que está faltando?
Aparentemente los esfuerzos particulares están siendo enormes y los programas institucionales están siendo también muy grandes. Sin embargo, si sometemos a examen a nuestro sistema educativo, es casi evidente que el resultado sería bastante negativo.
La educación sigue siendo una asignatura pendiente porque no se han logrado articular suficientemente los tres niveles que incidirían en el mejoramiento de la calidad educativa: el nivel de las prácticas educativas concretas, el nivel de las estructuras e instituciones educativas y el nivel de nuestra cultura sobre lo educativo.
Un esfuerzo serio en esta articulación deberá ser el motor de la gran –y ojalá definitiva al menos por un buen tiempo- revolución educativa que necesita nuestro país. Para lograrla habría que partir del nivel estructural para, a partir de su reforma profunda, incidir en las prácticas educativas particulares y aportar elementos de transformación de la cultura educativa nacional.
Gane quien gane las elecciones, sea quien sea el próximo presidente de México, será necesario enfrentar esta asignatura pendiente tratando de incidir en la reforma profunda de las estructuras institucionales que por falta de sinergia y de adecuación al cambio de época que vivimos mantienen como suspendida en el espacio toda dinámica de actualización de nuestra educación. Estas grandes estructuras son: La Secretaría de Educación Pública y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.
La renovación institucional de nuestro sistema educativo pasa necesariamente por la reforma profunda de estas dos estructuras y tiene que ver con algunos elementos que parecen sencillos pero que implican un esfuerzo continuo y muy complejo: transparencia, rendición de cuentas, profesionalización y aunque suene neoliberal y genere resistencias: eficiencia.

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