Autora: Celine Armenta
Publicación: e-consulta.com 23 enero 2007
Como en lunes anteriores, el primer día de esta semana nuestra todavía flamante titular de la Secretaría de Educación Pública abanderó una escuela. Los reporteros, como cada lunes, casi sin esperar el último acorde del Himno Nacional, rodearon a Vázquez Mota con grabadoras en mano y agudas preguntas en la lengua. Y al menos este lunes, lograron su nota. Una nota preocupante, porque la señora secretaria anunció un programa para combatir el narcomenudeo en las escuelas. En sintonía con su jefe, mencionó un operativo con despliegue de fuerzas, control policíaco, y nada más
Es preocupante que la señora secretaria de educación se sume tan dócilmente al discurso presidencial de control y represión; y que su única propuesta ante la amenaza de las drogas en nuestras escuelas sea igual a la de su jefe, la mano dura de policías y militares.
¿Olvida, o no sabe, Vázquez Mota, que al menos ella y quienes trabajamos en tareas educativas —empezando por las madres y padres de familia— debemos creer en la fuerza transformadora de la educación, y obrar en consecuencia? Controlar el narcomenudeo en las escuelas es importante, pero insuficiente y casi irrelevante, si no se educa para prevenir las adicciones a las drogas. Sin embargo, al menos ante los micrófonos ávidos de declaraciones, la señora secretaria no dijo una sola palabra que reflejara su respeto y confianza en la educación. Parecía que toda su fe para abatir el consumo de drogas en la infancia, estaba puesto en la fuerza y la cantidad de los policías.
¿Y los maestros, los planes de estudio, la investigación educativa, el currículo, los directivos? De ellos no mencionó ni una palabra. Aunque sabemos todos y desde hace siglos, que si damos un pez quitamos el hambre de un día, pero si enseñamos a pescar, quitamos el hambre de por vida. Y que en este caso, si quitamos las drogas de las puertas de la escuela, sólo alejamos la tentación por un tiempo; pero si enseñamos a nuestros niños a cuidarse, a quererse, a construir futuros esperanzadores, a ser fuertes, a sopesar las consecuencias de sus actos, los estaremos alejando de las adicciones de por vida.
Al margen de que obviamente Vazquez Mota aprovecha cámaras y micrófonos para apoyar las políticas de su jefe, en vez de ponerse a aprender el puesto que se le ha encargado, lo cierto es que la sociedad apenas está aprendiendo cómo educar para prevenir las adicciones. Aunque estamos procurando aprender rápido y bien. En varias universidades hemos abierto programas de investigación y posgrado, para que grupos de educadores, promotores sociales, psicólogos, legisladores, médicos y otros profesionales, estudiemos la realidad y construyamos respuestas. Desde las aulas universitarias, revisamos lo que han hecho otros países, analizamos nuestros contextos y generamos modelos de prevención, apropiados y pertinentes para cada entorno, cada grupo social, cada edad, y cada situación.
En este esfuerzo la solidaridad entre personas e instituciones está siendo ejemplar; y la filantropía mexicana está apoyando decididamente. En particular, la Fundación Gonzalo Río Arronte, I.A.P., que hasta hace poco prefería respaldar la rehabilitación de personas con adicciones, ha ampliado sus apoyos y hoy subsidia con generosidad la educación e investigación para la prevención; y a ella se han sumado otras fundaciones, como la Alfredo Harp Helú, A.C.
Las instituciones educativas, por otra parte, estamos sumando esfuerzos: compartimos nuestros hallazgos, nuestras iniciativas, nuestros investigadores. El problema de las drogas no es simple ni único; es complejo, múltiple y cambiante, y las soluciones simplistas no lograrán reducirlo. Se requiere el concurso de muchas disciplinas y saberes. Por ello estamos dialogando los expertos en conducta y desarrollo humanos; expertos en farmacología, bioquímica, fisiología, neurología; expertos en educación no formal y formal; en preescolar, primaria, secundaria, preparatoria y universidad; expertos en grupos vulnerables; en niños en situación de calle, en grupos marginales; en pobreza y pobreza extrema; expertos en género, en adultos mayores, en prevención de violencia; expertos en legislación, en sociología, en psicología y psiquiatría; expertos en cultura, en religiones, en historia, y más y más. E invitamos a quienes lo deseen a que se acerquen a enriquecer el diálogo.
Por favor, si alguien tiene posibilidad de acercarse a Josefina Vázquez Mota, informen a la secretaria, de que ella tiene en sus manos la más poderosa de las estrategias sociales: educar. Que rehabilitar o controlar son soluciones necesarias pero muy limitadas. Educar, en cambio, es una solución a largo plazo, que puede incluso reproducirse de generación en generación. Y que ella, precisa y principalmente ella, debe creer en la educación y actuar y hablar en consecuencia.
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