Autor: Rodrigo Saldaña Guerrero
Publicación: http://www.e-consulta.com 8 enero 2007
¿Cómo se inicia un trabajo en colaboración? Un famoso vendedor decía que la venta comienza cuando el cliente dice no. Sin estar del todo de acuerdo con esta manera de entender las ventas, este lema tiene dos valores que reconozco: la conciencia del desacuerdo y la voluntad de superarlo. Y esto me parece importante porque siempre hay desacuerdos. O, para decirlo con otras palabras, nunca estamos totalmente de acuerdo. En cualquier tipo de actividad hay que estar muy alertas para detectar posibles distancias. Porque no estamos totalmente acordes en cuanto al objetivo. Porque tenemos diferencias en cuanto a los medios. Porque no vemos el entorno de la misma manera. Porque no estamos bien sintonizados. Y si pensamos que estamos totalmente de acuerdo, probablemente es porque no nos damos muy bien cuenta de la situación.
A manera de sugerencia, como algo para explorar, propongo que dialoguemos sobre la posibilidad de que no avancemos se debe a que luchamos por el poder (un medio convertido en fin) en lugar de hacerlo por lo que realmente importa (los verdaderos fines). Si de lo que se trata es de luchar por el poder, se explica que la escena nacional sea una pelea entre perros y gatos por los puestos públicos, por el presupuesto, por la atención de los medios. Sólo que si lo que nosotros queríamos era utilizar el poder para que, por ejemplo, haya más seguridad pública o mejor educación, nos encontramos con que aunque alcancemos el poder no podemos alcanzar esos admirables fines. Porque para conseguirlos necesitamos la colaboración de otros actores que no van a cooperar por nosotros porque eso podría aumentar nuestro poder en lugar de impulsar el suyo.
Ahora pensemos en que, en lugar de pensar primero en el poder y después en esos avances públicos, pensamos primero en estos grandes fines. En lugar de poner en primer lugar a quién cargarle el muertito de lo que anda mal, nos preocupamos primeramente por hacer el mejor diagnóstico posible de la situación. Creo que entonces nos daremos cuenta de que lo primero que está mal no está en el reparto de puestos o del presupuesto, sino en las culturas y en las actitudes. Buscar el cambio de las culturas y las actitudes desde el poder es más cómodo, pero puede resultar contraproducente. Hacerlo desde fuera de las instituciones estatales y de los presupuestos es más laborioso y modesto, pero puede ser más eficaz.
De hecho, allí puede haber varios problemas de cultura: de la priísta (vivir fuera del presupuesto es vivir en el error), de la cultura política latina (el puesto público como botín, canonjía y beca), de la cultura moderna (el gigantismo como supuesto y meta). Añadiría uno más, que me parece especialmente importante: el individualismo que nos hace pensar poco en las reacciones de los demás. Quién está en el poder o lo busca supone que ya tiene la solución, y que ya cuenta con el apoyo popular para ponerlo en práctica. Sugiero que partamos, por el contrario, de la idea de que no sabemos como piensan o sienten los otros, o como van a reaccionar. Hay que comenzar entonces por un intenso diálogo para llegar a acuerdos previos, muy anteriores a la puesta en práctica de políticas públicas. Creo que descubriríamos al hacerlo que estamos, por el momento, demasiado alejados unos de otros para poder hacer algo juntos. Pero como necesitamos hacerlo para que nuestra sociedad sobreviva y cumpla su propósito de apoyar el desarrollo de cada quién, tenemos que comenzar desde donde estamos ahora esta aventura de caminar juntos, que es para nosotros la única manera de que cada uno de nosotros pueda, a su vez, andar por esta vida…
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