martes, enero 16, 2007

ÉTICA, POLÍTICA Y CINISMO

Autora: Ma. Eugenia Sánchez Díaz de Rivera.
Publicación: http://www.e-consulta.com/ 16 enero 2007

El problema de la mayor o menor bondad del comportamiento humano es un tema que ha sido central en la filosofía y que como todo problema que cala en la hondura de la sustancia humana sigue y seguirá siendo tema de reflexión de debate, de confrontación y de búsqueda. La moral, esa manera de enfrentar la cotidianidad de acuerdo a jerarquías de valores, y la ética que es la reflexión sobre la moral, se explican de formas muy diversas. Desde el concepto de virtud de origen aristotélico consolidado por Tomás de Aquino, pasando por la idea de valor de raigambre económica y que se empezaría a utilizar posteriormente, hasta el concepto de criterio ético que asume el carácter dinámico de la moral, hay enfoques esencialistas, historicistas, binarios o complejos que fundamentan la validez de la ética de maneras diferentes.

Algunas corrientes enfatizan el procedimiento como en el caso de la Ética del Discurso, ética formal crítica, que prioriza, como sustento de la moral el diálogo simétrico entre todos los afectados por una norma; otros enfoques le dan prioridad al contenido como la Ética de la Liberación, ética material crítica, que considera que responder al clamor de las víctimas de los sistemas que en vez de generar vida generan muerte es la prioridad ética. El debate entre estas y otras corrientes es fundamental, necesario, productivo, humanizante, pero cuando el debate se termina - y entonces estamos en situación de alerta roja - es cuando se adoptan las posturas límite del amplio espectro de enfoques: el dogmatismo por un lado y el cinismo por el otro. En el primer caso se sacralizan procedimientos y contenidos asfixiando con frecuencia el sentido mismo de la moral. En el segundo el pragmatismo hace caso omiso del impacto humano de las acciones.

Tomar decisiones lo más éticas posible supone un procesamiento intelectual, emocional y espiritual profundo porque la realidad es compleja y habitualmente nos enfrentamos a conflictos de valores de difícil solución. Por lo tanto lo contrario a la seriedad en una decisión ética es precisamente el dogmatismo y el cinismo, porque eliminan el problema moral por cuestiones ideológicas o por cuestiones pragmáticas.

¿En donde estamos en México en lo que toca a la relación entre ética y política?

Edgar Morin, en uno de sus libros más recientes L’Éthique, fiel al pensamiento complejo que él ha elaborado en sus 6 libros sobre El Método, nos recuerda lo que ya decía Max Weber: que en la acción política entran en conflicto la ética de la responsabilidad que lleva a hacer compromisos y la ética de la convicción que lleva a rechazar los compromisos. Morin plantea su postura: Una responsabilidad sin convicción conduce al oportunismo y finalmente a la irresponsabilidad. Una convicción sin responsabilidad conduce a los fracasos y a la impotencia. Una ética de responsabilidad y eficiencia que elimina la convicción termina por ser inhumana e irresponsable Una ética de convicciones que no toma en cuenta la complejidad de lo que está en juego puede traer más problemas que soluciones a la sana convivencia humana. “Ética y política no pueden confundirse, pero tampoco desvincularse. No se puede disolver la ética en la política sin caer en el cinismo puro, no se puede soñar con una política únicamente sierva de la ética” dice el pensador francés. Si toda la realidad es un entramado de relaciones complejas, es decir complementarias, concurrentes y antagónicas a la vez, lo política lo es también.“ Las grandes finalidades éticas necesitan generalmente una estrategia o sea una política. La política necesita un mínimo de finalidades y medios éticos sin reducirse a la ética. La ética y la política con complementarias, concurrentes y antagónicas”.

Regreso entonces al planteamiento inicial: el dogmatismo y el cinismo son una perversión de las relaciones humanas porque cierran los ojos antes los dilemas morales, eliminan el análisis de la conflictividad, se desinteresan en escuchar las diferentes voces que están en juego cuando entran en conflicto individuo y colectividad, lo urgente y lo esencial, la vida presente y la de las futuras generaciones, la vida y la dignidad individual o colectiva.

¿ Qué ocurre en la esfera pública de nuestro país?

¿No es cinismo ver a Felipe Calderón en Hueytlalpan en amistoso diálogo con Mario Marín y además inaugurando un programa focalizado de “combate a la pobreza” ? En febrero de 2006 Felipe Calderón abogaba con enjundia porque el Gobernador de Puebla pidiera licencia y apoyaba a los diputados locales en la demanda de juicio político que interpusieron en contra del llamado Gober Precioso ante la presunta violación a los derechos humanos de Lydia Cacho, y por el uso faccioso del poder a favor de Kamel Nacif involucrado en una red de pederastia. La amigable relación de Calderón con Mario Marín a menos de dos meses de su toma de posesión no es una relación compleja entre ética y política, es simplemente cinismo. ¿ No es cinismo continuar con programas focalizados de atención a la pobreza que lo que han demostrado es que permiten la continuidad de políticas económicas que benefician fundamentalmente al gran capital?

¿Qué podemos pensar cuando vemos a Calderón vestido de militar y organizando una serie de operativos más mediáticos que eficaces contra el crimen organizado para dar a la población SEGURIDAD, tema central en su búsqueda de legitimidad y por otro dejar que el precio de la tortilla suba hasta 15 pesos cuando supuestamente la inclusión en el TLCAN del maíz y el pretexto para desmantelar la agricultura campesina era el abaratamiento de la alimentación de los mexicanos? ¿ En donde queda la SEGURIDAD ALIMENTARIA, principal seguridad que sustenta todas las otras seguridades?

¿ Qué pensar de la impunidad en relación a los hechos de Atenco y Oaxaca? Dice Edgar Morin, que con complejidad y todo, hay un indicador inequívoco de una regresión de barbarie en el corazón de la civilización: la aceptación de la tortura.

Es cierto que estamos desgarrados entre las fuerzas impersonales del mercado y la vida cotidiana, entre la aspiración al “desarrollo” y los límites sociales y ambientales para que dicho desarrollo esté al alcance de todos, entre la y la intencionalidad ética y la dificultad de su operatividad pero eso no justifica que el cinismo se instale de manera explícita en la vida pública, y que se haya vuelto” legal” e “institucional”.

Pero Morin, quien participó en la resistencia francesa, nos pone también en guardia acerca de la degradación ética de la política de resistencia. “Esta puede embarcarse en una espiral infernal en el que el terror del Estado represivo suscita el recurso a un terrorismo que golpea indiscriminadamente a las poblaciones. Un maniqueísmo de odio que exaspera a cada uno de los enemigos y suscita actos innobles. La degradación moral del represor se introduce en el alma del resistente”. ¿ Cómo hacer para que los movimientos de resistencia no se entrampen en esa dinámica? Los movimientos de los que son catalizadores AMLO, Marcos, la APPO, movimientos que mezclan indignación ética, rabia ante la injusticia establecida, organización democrática de diferentes grupos, intereses obscuros de políticos y líderes de diferente perfil, asuman su complejidad sin caer en el dogmatismo y el cinismo de la clase política en el poder?

Frente al déficit de futuro, ante la crisis sistémica y civilizatoria que vivimos, las decisiones morales se vuelven más difíciles, pero tomarlas en serio es la única manera de vivir en humano. Dogmatismo y cinismo nos degradan.

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