jueves, abril 26, 2007

¿La convivencia escolar puede favorecer la construcción de una escuela segura?

Autora: Mtra. Teresa Eugenia Brito Miranda
Publicación: Síntesis 26 de Abril 2007

Entre los programas que han comenzado a operar en los primeros 100 días de la administración del gobierno federal se encuentra el Programa de Escuela Segura. Su justificación plantea el problema del incremento de la violencia en la escuela y su entorno, la presencia del narcomenudeo y el consumo de alcohol, tabaco y adicciones en general en adolescentes. Esto se traduce, según el programa, en la limitación de la libertad y los derechos de los niños y jóvenes, en la disminución de calidad del proceso educativo y el debilitamiento del tejido social. A ello habría que añadir el aumento de suicidios en adolescentes y jóvenes particularmente en nuestro estado.
El programa propone trabajar para prevenir el problema apoyándose en la comunidad, fortaleciendo los consejos escolares, la participación de los padres de familia, maestros y alumnos principalmente, para fortalecer la cohesión social.
Sin embargo el problema es complejo: me parece que hay que encararlo tomando medidas desde un plano práctico y administrativo pero sobre todo, desde una perspectiva educativa profunda. Se requiere trabajar para fortalecer la educación cívica y ética que genera la convivencia escolar cotidiana. Ésta se constituye en espacio privilegiado y natural para practicar el desarrollo de competencias sociales de manera que las escuelas se conviertan en verdaderas comunidades educativas que favorezcan el desarrollo de una convivencia social sana, responsable y fuerte que a la vez sea soporte para conformar redes sociales amplias con estas características.
El programa Escuela Segura tiene entre otros objetivos, “desarrollar y fortalecer habilidades psico-sociales en los alumnos que les permitan poner límites, negociar, solucionar conflictos de manera pacífica y tomar decisiones acordes con la vida.” Este objetivo es fundamental. Adquiere mayor importancia sobre todo de cara a nuestro futuro inmediato ya que para el año 2012 México tendrá el índice de jóvenes más grande de su historia, según información de la SEP y si no promovemos y fortalecemos la convivencia tolerante, incluyente y pacífica en nuestros niños, en muy poco tiempo, el problema se multiplicará.
La seguridad tendrá que trabajarse más profundamente y a más largo plazo a partir de aprendizajes generados en la convivencia escolar cotidiana que no se aprenden como cualquier contenido escolar incluido en los programas, sino a través de ejemplos y modelos de convivencia diaria: en las relaciones entre los maestros, alumnos, autoridades, entre compañeros y en la mezcla de estos grupos.
La Escuela Segura tendría que iniciar con el esfuerzo de promover relaciones más democráticas basadas en la confianza entre autoridades, maestros y alumnos. ¿Cómo se manejan los conflictos entre autoridades y maestros? ¿Cómo resuelven sus diferencias los maestros? ¿Los maestros se relacionan con sus alumnos partiendo de la confianza? ¿Creen en los niños y adolescentes como sujetos capaces de resolver conflictos y afrontar sus responsabilidades? ¿Se les da la oportunidad de vivir experiencias como el poner límites, negociar, exponer sus puntos de vista, o solamente se castiga sin favorecer el diálogo y la mediación en los conflictos? ¿Qué tiene que ver esto con la escuela segura?
Estas competencias sociales, cognitivas, lingüísticas y emocionales son centrales en el desarrollo de los niños y adolescentes e influyen directamente en la conformación de su identidad personal. Las relaciones interpersonales y la amistad en el ámbito escolar contribuyen de manera significativa al incremento de la autoestima y de la percepción propia de valía, elementos vitales para la conformación de relaciones sociales sanas que permiten integrar una red importante de apoyo para los adolescentes en momentos de crisis.
Si promovemos y creamos condiciones para que en nuestras escuelas los niños vivan en un ambiente sano, sin tensiones innecesarias, con una disciplina digna es decir, no una disciplina exterior rígida y extrema que no permite el diálogo; si favorecemos una convivencia sin humillaciones, tanto de parte del profesor como de los mismos compañeros, en donde cada uno tiene su lugar, es escuchado y valorado; estaremos trabajando por el fortalecimiento interno de los niños, a la vez que estaremos construyendo comunidades educativas que sean un soporte emocional para adolescentes en crisis. Probablemente podamos contribuir también a disminuir el índice de suicidios de adolescentes en nuestro estado. Estaremos trabajando por una escuela sana y segura.

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