miércoles, mayo 02, 2007

Un desenlace en expectativa: la prueba ENLACE

Autora: Alejandra Díaz Rosales
Publicación: E-Consulta 2 de mayo de 2007.

Con la intención original de evaluar la calidad de la educación y promover más decididamente el desarrollo educativo de cada alumno y de cada centro escolar, la prueba de ENLACE (Evaluación Nacional de Logros Académicos en Centros Escolares) se aplicó por segunda ocasión a casi once millones de estudiantes de educación básica en todo el país, por un costo de 200 millones de pesos.

Detrás de un mecanismo que tiene visos de examinación, existe una propuesta genuina de la SEP por transitar a una cultura de evaluación como recurso para apreciar el alcance de los aprendizajes y las fortalezas de las organizaciones. Será difícil superar las resistencias que en nuestro país existen respecto a las actividades evaluativas pues en repetidas situaciones sus fines han sido solamente los de la fiscalización y el control; pero hay que construir el camino para que ocurran los cambios, a menos que deseemos permanecer en la falacia de los resultados educativos y sorprendernos cuando la OCDE emite su informe anual y aparecemos en los últimos lugares de avance en desarrollo; o si preferimos regodearnos una y otra vez con mínimos logros que no alcanzan a sostener un sistema educativo de verdadera calidad.

Considero que esta propuesta puede constituirse como una interesante oportunidad para que la Secretaría de Educación Pública evidencie que un programa de valoración integral -como sugiere que sea la aplicación de dicha prueba-, aproveche los resultados para operar alternativas eficaces que desarraiguen los vicios, las deficiencias y malestares de la educación escolar. Irregularidades, rezagos y retrasos que tienen causas multifactoriales, no únicamente las propias de un sistema burocrático como lo es la SEP.

Como en muchas propuestas, es evidente que los principios pedagógicos que sustentan a ENLACE son coherentes y de avanzada (enfoque constructivo e innovador), pero algo falla en la estrategia de difusión y aplicación puesto que algunos profesores expresaron descontento, escepticismo y duda respecto a que sea una pantalla del actual gobierno para descalificar a las escuelas públicas e impulsar la privatización de la educación. ¿Habría un fin tan perverso en una acción tan costosa?. El sólo hecho de pensarlo nos desanima y nos revive la increencia del para qué realizar procesos complejos y aparatosos si las finalidades están empañadas. Frente a esta inquietud me parece que tenemos otra opción, la de volvernos críticos confiados de los proyectos educativos de nación, a la espera de los destellos que aporten los resultados y sobre los que cada escuela pueda generar dinámicas de revisión y reconstrucción de sus acciones.

No esperemos que el todo operativo de una propuesta sea determinado por una Secretaría (SEP) que disfruta con ser maternalista y en cuya sombra nos hemos acomodado algunas veces, hay que reconocerlo. Si este sistema ha dictado las líneas estratégicas para evaluar alcances, convendría aprovechar de manera autónoma los resultados; entonces cada comunidad escolar puede reconvertir los indicadores de medición contextualizando los resultados desde sus circunstancias y condiciones específicas; y quizás ENLACE sólo será un pretexto para autoevaluarse y autoreconstruirse en los ámbitos que sea necesario hacerlo.

Opino que si de manera obligatoria se ha tenido que participar en este proceso puede ganarse beneficio institucional aprovechando la circunstancia y criterios para detectar necesidades en el fortalecimiento de las habilidades lingüísticas y matemáticas de los alumnos, que sin duda son las competencias básicas para la vida.

La oportunidad de ENLACE estriba también en sumarse al proyecto de generar un sistema de evaluación transparente, de rendición leal de cuentas y de proceso crítico impulsor de mejoras educativas.

El desenlace de tal propuesta, que se encuentra en su segunda emisión, dependerá de cómo y para qué aprovecha cada centro educativo estos resultados, sin temores de exclusión o desacreditación. ¿Es un error dar cabida a la confianza?, no lo creo.

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