Autora: Laura Rodríguez M.
Publicación: e-consulta, 24 de Mayo, 2007
Cuando pensamos en un profesor, generalmente lo imaginamos realizando actividades de enseñanza o, en términos actuales, promoviendo el aprendizaje de sus alumnos. Ya sea exponiendo una clase, implementado una actividad grupal, desarrollando una práctica, visualizamos al maestro como aquel que guía al conocimiento, como “el que sabe”.
Pero el profesor no lo sabe todo y requiere de actualizar, profundizar o ampliar su formación docente y disciplinar. Ya sea por exigencia de la secretaría de educación, por requerimiento de la institución donde trabaja o por deseo personal, los profesores se ven impulsados a participar en actividades de desarrollo profesional.
Este debería ser el común denominador de quienes se dedican a la práctica educativa: mantenerse permanentemente actualizados, a través de cursos, talleres o estudios de posgrado. Si la tarea de los profesores es formar a los niños y jóvenes del país para que éstos puedan ir constituyéndose en buenos ciudadanos, sean capaces de desenvolverse en el mundo natural y social, logren una estabilidad personal y se incorporen a la fuerza laboral, es imprescindible que estos profesores se actualicen en conocimientos, en el manejo de técnicas didácticas, y en ética y formación cívica.
En la Sociedad del Conocimiento se asume que en la educación actual no se enseñan conocimientos sino que se promueven aprendizajes, no se dictan cátedras sino que se impulsa el desarrollo de las inteligencias, se versatilizan los estilos de aprendizaje, se favorece el desarrollo de competencias.
No basta con que los profesores lean libros de pedagogía para construir ambientes de aprendizaje, no basta con que asistan a conferencias para promover un aprendizaje situado, no es suficiente que actualicen sus programas para favorecer un aprendizaje colaborativo.
Las actuales demandas educativas exigen que el profesor deje de realizar su labor en solitario y forme parte de redes para que, junto con otros profesores, descubra la manera en que sus alumnos aprendan a aprender, a hacer, a ser y a convivir.
El profesor debe ser capaz de buscar los últimos adelantos en ciencia, tecnología y educación desde un enfoque interdisciplinario y complejo. Necesita ser un especialista en estrategias innovadoras para lograr una enseñanza de calidad. Debe desarrollar cualidades que le permitan ser flexible y adaptable, tener liderazgo y ser sensible a los requerimientos formativos de sus alumnos atendiendo sus diferencias individuales.
Lamentablemente, los profesores no siempre se encuentran en condiciones para dedicar un tiempo sustancial de su vida a la propia formación. Ya sea por sobrecarga de trabajo, por las necesidades de atención de alumnos y padres de familia, por las actividades administrativas propias de su cargo, entre otros, los docentes se ven absorbidos por responsabilidades que les impiden aprovechar las oportunidades de actualización. Si a esto le sumamos los requerimientos de tiempo y de atención de su vida personal o familiar, se hacen más evidentes las limitaciones que los profesores tienen para actualizarse.
Muchos profesores tienen voluntad para aprender pero no cuentan con los elementos para hacerlo. El cansancio del día les impide rendir en estudios formales; las problemáticas del aula les impiden concentrarse; la falta de recursos los limita para elaborar los documentos requeridos como parte de su formación.
Las instancias oficiales y las instituciones educativas ofrecen varios espacios de formación y tratan de motivar a los profesores a participar en ellos. La experiencia demuestra que esto no basta. Los profesores no cuentan con los recursos para aprovechar estos espacios. Las carencias en su formación o el desgaste producido por su actividad dificultan a los docentes aprender y aplicar lo que aprender.
De ahí la necesidad de procurar al docente las condiciones que le permitan formarse sólidamente. Las becas para superación académica son un buen recurso pero también se requieren espacios que les permitan sobreponerse a las carencias de conocimiento y de habilidad que algunos docentes tienen y apoyarlos para el buen desarrollo de su formación.
Para lograr una educación de calidad necesitamos profesores de calidad. De ahí la importancia de que el profesor en ambos lados del aula, como docente y como alumno pueda rendir al máximo, pueda ser un profesor de diez.
1 comentario:
Muy de acuerdo con lo que se menciona en el articulo, pero poniéndome a pensar realmente todos podemos ser maestros al enseñarle a un pequeño a como poder saber abrocharse las agujetas, es vital siempre actualizarnos ya que las cosas van pasando y mejorando, muchas gracias por el articulo y sobre todo no olvidemos aprender siempre cosas nuevas y sobre todo ponerlas en practica, muchas gracias por la valiosa información, buen día.
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