jueves, mayo 24, 2007

Desarrollo sustentable en México: más allá de la racionalidad ecológica

Autores: Benjamín Ortiz Espejel y Bodil Andrade Frich

Publicación: La jornada de oriente, 24 de Mayo 2007


A la memoria de Roberto Cabrales
Las posibilidades de erradicar la pobreza y mejorar las condiciones de vida de las poblaciones indígenas y campesinas de México dependen de las condiciones de acceso y control sustentable de sus recursos naturales. En este sentido, el principio de gestión participativa de los ecosistemas incorpora las formas de manejo de estos y da reconocimiento a una democracia desde las propias comunidades rurales.
Esta democracia en la sustentabilidad, transita por un camino más allá de la democracia formal y representativa y señala hacia una reapropiación del concepto mismo de recurso natural y hacia formas diversas de gestiones colectivas de los bienes y servicios ambientales de las comunidades campesinas. Desde hace años, un grupo de colegas hemos realizado trabajos sobre algunos de éstos movimientos sociales en las áreas rurales del sureste mexicano, enfatizando sus estructuras organizativas y sus procesos de gestión.
Se trata, en nuestra opinión de movimientos sociales que representan alternativas de desarrollo social desde la esfera económica, pero que incorporan también propuestas creativas desde la esfera política, cultural y ambiental. Estos movimientos rurales emergentes se unifican en su rechazo a las políticas neoliberales que generan explotación económica, marginación política, segregación cultural y degradación de los ecosistemas y se trata de organizaciones que apuntan hacia un nuevo orden social y hacia una renovación de las condiciones de distribución de la riqueza, de igualdad en derechos étnicos, ambientales y laborales. Frente al dominio de la racionalidad económica, en los últimos 20 años se han desarrollando procesos sociales locales afianzados sobre principios de una “cultura de la sustentabilidad”.
Estos movimientos locales se basan en formas de organización simbólica y productiva propias de los pueblos campesinos e indígenas. De esta forma las investigaciones que hemos realizado, confirman que, estas formas de organización social alternativas, implican complejos sistemas de valores, significados, prácticas productivas y estilos de vida, que a lo largo de sus historias, han logrado sobrevivir y hoy día constituyen experiencias alternativas frente a la racionalidad imperante del mercado globalizado. Las prácticas productivas fundadas en la simbolización y en significados sociales asignados a la naturaleza han generado diferentes formas de percepción y apropiación, reglas de acceso a los recursos, prácticas de gestión de ecosistemas y patrones específicos de producción y consumo; sin embargo, todo ello no ha estado exento de fuertes tensiones de valores y de presiones económicas y políticas, lo que da como resultado formas “hibridas” de “negociación” con el entorno social y económico en las cuales están inscritas las comunidades rurales y los proyectos alternativos de desarrollo.
El desarrollo sustentable ha sido un concepto que, lanzado a la arena de la discusión internacional hace ya casi 20 años, ha logrado encontrar en diferentes medidas eco en los sectores de la sociedad. Sin embargo, en el sector rural mexicano, no existen a la fecha esfuerzos serios que desde los gobiernos federal y estatales reconozcan y apoyen decididamente estas múltiples experiencias, que surgidas en su mayor parte por grupos campesinos e indígenas marginados y pobres de México trabajan en favor de un estilo de desarrollo alternativo.
Finalmente, desde la perspectiva del desarrollo sustentable, varios autores han estudiando el funcionamiento de la racionalidad ecológica campesina poniendo énfasis en el aprovechamiento de las específicas condiciones geográficas y ecológicas para impulsar un diseño de producción sustentable. Si bien lo anterior responde a una “racionalidad ecológica” o a una “racionalidad ambiental”, expresada en técnicas y conocimientos ecotecnológicos, nos parece que aún hace falta establecer con mayor precisión las específicas formas de resignificación y de organización social que hacen posible la expresión de esas estrategias, técnicas y conocimientos.

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