Autora: Teresa Eugenia Brito Miranda
Publicación: Síntesis, 23 de agosto 2007
La violencia en las escuelas es un tema que preocupa a la sociedad ya que pone de manifiesto la vulnerabilidad en la que se encuentran nuestros niños y jóvenes en cuanto a su seguridad tanto a nivel de subsistencia como a nivel de los antivalores que se promueven en el ejercicio de la misma.
Investigaciones realizadas en México durante el año pasado y reportadas recientemente por el Instituto Nacional de Evaluación Educativa muestran datos muy interesantes que nos invitan a aportar sugerencias pedagógicas para incidir en la solución de tan grave problema.
Uno de los hallazgos se refiere a que los grupos de alumnos que reciben más sanciones por faltar el respeto a los profesores son aquellos que presentan mayor índice de participación en actos de violencia tanto en secundarias como en primarias. Se presentan índices más altos en secundarias privadas que en públicas y es más alto en los varones que en las mujeres. Los índices de violencia sufrida y ejercida son más altos cuando los estudiantes señalan haber sido sancionados. También se encontró que los alumnos perciben que hay menos violencia cuando la disciplina es estricta, sin embargo cuando ésta es demasiado estricta, se ve que la violencia aumenta.
Esto nos remite a la necesidad que tienen los propios niños y adolescentes de tener reglas claras sobre las cuales centrar su conducta. Sin embargo, cuando la disciplina se vuelve irracional genera respuestas no deseadas y muchas de las veces totalmente opuestas a lo esperado.
La conclusión a la que llegamos con esto es que el abordaje de la disciplina en la escuela desde una perspectiva rígida basada en la desconfianza en los alumnos parece generar los efectos contrarios. El reto ahora es buscar formas distintas pues nuestro entorno y nuestros estudiantes son también distintos. La escuela tendrá que tomar un giro distinto en estos tratamientos. Uno de los puntos de partida es revisar nuestro concepto de disciplina que no es igual a sanciones y castigos como generalmente se le considera. La disciplina va ligada a la forma de trabajar los conflictos tanto en la escuela en general como en el aula en lo particular. Es necesario promover la oportunidad de trabajar las situaciones conflictivas tanto a nivel individual como con el grupo.
¿Cómo abordar los conflictos de tal manera que nos ayuden a crecer a todos los implicados? ¿Qué aspectos del desarrollo de los estudiantes se trabajan si atendemos el conflicto antes de aplicar sanciones sin la participación de quienes lo protagonizan?
Esta sería una buena oportunidad para trabajar valores en lugar de tratar de enseñarlos a través de contenidos curriculares que poco les significan a los niños y adolescentes.
Dejar expresarse a los protagonistas para conocer las distintas perspectivas, cuidando que se remitan a hechos y que no traten de juzgar, permite desarrollar la capacidad de escuchar al otro, de respetar las diferencias además de aportar una visión más amplia del problema. Así mismo promueve el conocimiento personal al identificar los propios sentimientos y distinguirlos de los de los demás y de los propios pensamientos. Identificar que los sentimientos son distintos que las acciones y ubicar cómo nuestros sentimientos pueden llevarnos a determinadas acciones.
En un segundo momento se puede pedir que “se pongan en los zapatos del otro” y que visualicen lo que el otro siente o sintió. Esto favorece el desarrollo moral proporcionando la capacidad de comprender al otro en cuanto a sentimientos y pensamientos.
En un tercer momento se les puede pedir que propongan soluciones en donde se responsabilice cada parte de sus propuestas y que vean el impacto de las mismas no solamente en su propia persona sino también en el otro. En este punto se desarrolla la participación responsable.
Esta forma de trabajo implica más cuidado, una relación mucho más cercana con los alumnos, implica mayor sensibilidad y compromiso que la simple aplicación de sanciones.
Estos tres pasos aparentemente sencillos pueden ser el germen de un desarrollo mucho más profundo que el cumplimiento externo de un castigo o una sanción. A los profesores nos corresponde la pregunta de qué tipo de ciudadanos estamos formando.
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