martes, agosto 21, 2007

Nuevo ciclo escolar: ¿nueva perspectiva educativa?

Autora: Ma. Alejandra Díaz Rosales
Publicación: E-consulta, pendiente.

El lunes pasado comenzó otro ciclo escolar para más de 20 millones de estudiantes de educación básica en nuestro país. Con este inicio de clases se recuperan también antiguas o perennes interrogantes sobre los resultados o efectos que el sistema educativo tendrá en profesores y alumnos, así como las preocupaciones insoslayables respecto a la deserción, reprobación o repetición.

Con seguridad muchos niños han inaugurado el curso con una amplia expectativa por la novedad de un aula, un profesor(a), los compañeros, los útiles y el uniforme, y otros quizás han conservado la expresión apática o temerosa en el rostro por la vuelta a ese sitio de su vida cotidiana que lo hizo detestable el exceso de tareas, las sanciones, la acidez del maestro, la perorata de la directora, o la falta de incentivos para que el aprendizaje resulte importante y funcional.

La escuela, sus fines y protagonistas, son tema anual de la agenda educativa, pues lo que puede parecer una aspecto nimio es en realidad una alerta en el proceso de formación de cada educando, como la disposición de los profesores para acompañar a sus alumnos en la odisea de aprender, la propuesta de programas adaptados a las necesidades de los grupos, la dinámica de interrelaciones entre compañeros, el uso de materiales educativos diversos o la posibilidad de contar con experiencias pedagógicas más creativas.

Cada que se apertura un ciclo escolar, se da una nueva bienvenida a la reflexión sobre cómo resolver las recurrentes problemáticas que aquejan a un veterano sistema educativo nacional: ausentismo e incapacidad docente, rezago, deficiencia en la lectura, bajo promedio en matemáticas, desmotivación, etc., los asuntos consabidos e infaltables en las discusiones, pero también los vicios urgidos de erradicación. Desesperanza que al unísono de los recomienzos de clases aún sean invisibles las soluciones para problemáticas tan endogámicas, que por ser tales, trascienden en las condiciones de aprendizaje de los alumnos. Parece increíble que la estructura de este aparato social (el sistema educativo) continúe insana, frente a la masiva demanda de educar con calidad a la población en edad escolar.

Para no atorarnos en el agobio, como ocurre cada que pintamos el panorama del sistema educativo nacional, conviene depositar la mirada en la micro-realidad de la escuela y el aula; ahí donde todavía pueden moldearse las condiciones y circunstancias de intercambio humano que logren experiencias optimistas de desarrollo educativo, ahí donde todavía es plausible que un grupo de 30 o 50 personas por mutuo acuerdo decidan formarse y disfrutar de este privilegio.

Todos los responsables de la organización escolar deben estar conscientes de que no basta con haberla remozado para recibir a los niños -entusiasmados o apáticos- a pisar una vez más el aula que habitarán durante doscientos días del año escolar. ¿Recordarán los directivos y profesores que los estudiantes del nivel básico están más ávidos de aprender con libertad y alegría, que de estudiar mecánica y rígidamente?; ¿estarán conscientes de que aprender es un camino que se acompaña con el juego, con la palabra alentadora, con la creación, con el respeto y desde el trabajo comunitario?; ¿sentirán, además de pensarlo, que cada niño es una oportunidad insustituible de crecimiento y desarrollo para su familia y su país, y que merece una educación de calidad?.

Que esta bienvenida al ciclo 2007-2008 sea anuncio de progreso, aunque pausado y lento, pero de avance en las urgentes demandas de la educación básica de nuestra nación. Confiemos en que el día a día de las aulas vaya configurando una educación altamente confiable, sólida y significativa para todos aquellos que sean afortunados de ocupar un sitio en ese espacio escolar.

No hay comentarios.: