Autor: Gerardo Reyes Guzmán
Publicación: E-Consulta, 26 de Febrero 2008
Se calcula que hoy en día, aproximadamente 200 millones de personas componen el conjunto de migrantes (legales e ilegales) a nivel mundial, cifra equivalente al 3% de la población en el orbe. La última ola migratoria de gran importancia se dio en el siglo XIX y se estabilizó después de la primera guerra mundial. En aquella época, el flujo de migrantes iba de Europa a Norteamérica principalmente. Un ciudadano europeo podía esperar ganar el doble en los Estados Unidos que en su país de origen, hecho que se piensa incentivaba la migración. Sin embargo, en la actualidad un migrante proveniente de un país pobre espera que su ingreso se multiplique por cinco o más, es decir, el atractivo económico es hoy mucho mayor en virtud del aumento en la desigualdad del ingreso a nivel mundial.
La migración ha contribuido vía expansión de la fuerza de trabajo al crecimiento económico mundial sostenido con una estabilidad de precios. Ello significa que los países receptores de migrantes han tenido beneficios muy superiores a los que imaginan. Una encuesta realizada en noviembre de 2007, en la que se preguntó al ciudadano medio europeo si encontraba relación entre los migrantes y el progreso económico de su país, arrojó que solo el 55% de los españoles, 50% de los italianos, 42% de los ingleses y alemanes, así como el 30% de los franceses respondieron afirmativamente. Este resultado empata con el reciente surgimiento de la xenofobia en Europa Occidental y los Estados Unidos. Quienes se han visto vulnerados por la llegada de migrantes han sido los sectores más pobres. En los Estados Unidos por ejemplo, la participación de los deciles de menor ingreso en el PIB, se ha reducido en décadas recientes. George Borjas de la Universidad de Harvard llegó a la conclusión de que el salario en trabajos que desempeñan regularmente los migrantes, se mantuvo 3% por debajo de lo hubiera sido sin la presencia de éstos, hay empleos en que esa cifra se dispara hasta en 8%.
Por otro lado, las élites políticas han hecho de la xenofobia una magnífica herramienta para permanecer o acceder al poder. No sólo se trata de posturas abiertamente antiinmigrantes como fue el caso de Le Pen en Francia o Jörg Haider en Austria, sino de políticos moderados. El actual ministro de Gran Bretaña, Gordon Brown, recibió ovaciones tras haber declarado frases como “British jobs for British workers”. Nikolas Sarkozy ganó la elección en Francia, entre otras cosas, gracias a sus enérgicas críticas a los migrantes; y el pasado noviembre, ordenó un examen de ADN a quienes solicitaran internarse al país con motivo de reunirse con sus familiares. En Noruega, el Partido Progresista se pronunció por prohibir la entrada al país de gente de color. El Partido Popular Suizo, logró un gran número de escaños a partir de haber difundido un cartel publicitario, en donde ovejas blancas expulsan a una oveja negra del país. En los Estados Unidos, el senado echó abajo la iniciativa de una reforma migratoria para regularizar a los 12 millones de indocumentados que se cree permanecen en ese país.
De las declaraciones políticas xenofóbicas, se ha pasado a la práctica. En Europa se ha puesto en marcha el programa Frontex que tiene como objetivo detener la migración ilegal que llega a través de las Islas Canarias, Malta, Chipre e Italia. A las personas que capturan sin documentos se les integra a una base de datos llamada IAFIS, que cuenta con información biométrica que se comparte con el FBI. En la frontera entre México y los Estados Unidos opera ya un grupo de 18 mil oficiales y para fines de 2008, se espera que el muro cubra 34% de las mil 969 millas que dividen ambos países. Se trata de todo un sofisticado sistema de monitoreo que incluye sensores, helicópteros y sistemas de alta tecnología para detectar el cruce clandestino de migrantes. Ello implica que cada vez más las personas utilicen caminos de alto riesgo, como por ejemplo, el desierto de Arizona, en donde de 2000 a la fecha se han encontrado 1,137 cadáveres y se piensa que existen más. A los detenidos se les abre un expediente en los archivos criminales de los Estados Unidos y se les deporta dentro de un lapso de 48 horas, si no hay delitos que perseguir. Por su parte, las cuotas que pagan los migrantes a los traficantes de personas se han incrementado sobremanera. Hace diez años, un viaje de México a Phoenix costaba entre 250 y 500 dólares, mientras que en la actualidad se pagan hasta 3 mil dólares.
En lo referente a las remesas, el Banco Mundial asegura que ascienden a 240 mil millones de dólares al año. El IFAD (International Fund for Agricultural Development) señala que en 2006 se enviaron 300 mil millones de dólares a los países proveedores de migrantes, de los cuales 115.8 mil millones se fueron a Asia; 68.1 mil millones a América Latina; 61.0 mil millones a Europa; 38.9 mil millones a África y 17.6 mil millones de dólares a Medio Oriente. Una encuesta realizada por el Banco Interamericano en 2007, informó que tres cuartas partes de los trabajadores migrantes en los Estados Unidos ganaban menos de 20 mil dólares al año y que en promedio enviaban 3 mil 550 dólares anuales a sus lugares de origen. Sin duda, la migración es una de las fuerzas motrices de la globalización, que obran a favor de una igualdad del ingreso a nivel mundial. Entenderlo así constituye un reto para las nuevas generaciones de políticos y para la misma Organización de las Naciones Unidas, en donde se piensa se requiere una instancia que se ocupe del tema migratorio, lo mismo que la Organización Mundial del Trabajo o la Organización Mundial de Comercio.
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