Autor: Javier Sánchez Díaz de Rivera
Publicación: La Jornada de Oriente, 8 Febrero 2008
Son paradójicos los tiempos que corren. Nunca antes como ahora nos carcome la enajenación, y nunca antes como ahora estamos vueltos a nuestro interior. Puede ser Lacan o el más antiguo de los freudismos, Jung o Fromm, el Reiki o la meditación sen, la bioenergética o la Gestalt, Ignacio de Loyola o Teresa de Jesús. Nunca como ahora la búsqueda de nosotros mismos ha sido tan acuciosa. Tal vez los gritos de la tierra pereciendo, tal vez el stress de la vida cotidiana, la imposibilidad de la justicia, la estúpida organización del tiempo y el espacio. Tal vez la prisa y la velocidad, el desencanto del conocimiento, la ciencia hoy humilde que no puede renunciar al ojo observador. Tal vez la infinitud del cosmos o el microcosmos infinito, la nanotecnología que se atreve, la incertidumbre cuántica. Tal vez las hermandades rotas, el Africa sufriente y la Europa descreída, el cristianismo secularizado y el fanatismo suicida. Tal vez el hiperconsumo con sus gratificaciones, la individualización a ultranza de la compra, el producto a la medida, la personalización del teléfono, del I-pod. Tal vez esa segunda naturaleza en que vivimos, que apenas entendemos como cuelgan los limones de los árboles. Tal vez todo esto nos ha conducido a la antigua pregunta por uno mismo. Con mucho menos ingenuidades que hace siglos, pero con la misma perplejidad nos descubrimos riendo, llorando, analizando la niñez, constelando nuestras relaciones familiares, acostados en el diván, sentados en flor de loto, escribiendo un cuento, releyendo las Moradas, atendiendo las viejas sabidurías de la tierra. La razón derrotada, operación a corazón abierto se nos abre el mundo indecible de los interiores, única fuerza que trasciende la voracidad del lobo humano en la carnicería política, en la corrupción burocrática o en la explotación económica.
Hoy más que nunca estamos conscientes de una inexcusable sed interior, hoy más que nunca, en este mundo aparentemente enajenado estamos abriendo los caminos de búsqueda interior. Hoy más que nunca no sabemos bien a bien de que se trata pero sabemos que se mueve.
1 comentario:
Pues creo que efectivamente,sí es paradójico que apenas " sepamos" como cuelgan los limones del árból, o como quince profesores de todas las edades, tardan cerca de una hora y veinticinco mintuos, en cambiar una llanta robada estacionada afuera de una fiesta donde previamente, se discutía apasionadamente posturas folosóficas,y lo que gana un profesor universitario danés....La inexcusable sed interior de la que usted habla, me atrevo a decir que no la tienen todos, ni la tendrán, ni la querrán tener, ni tienen que , quizás;deberían? quizás ese punto es medular, de lo que infiero sería el fin último de toda esta vuelta hacía uno mismo. EL VERDADERO BIENESTAR.
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