Autor: Martín López Calva
Publicación: Síntesis, 13 de Marzo de 2008
“La renuncia al mejor de los mundos no es de
ninguna manera la renuncia a un mundo mejor”.
(Morin, 2000; p. 89)[2]
La educación genera a la sociedad que la genera, por lo tanto si se persigue la construcción de una sociedad-mundo que trascienda la crisis en que hoy vive la especie humana, es necesario trabajar por la trans-formación de la educación. Pero para lograr esta trans-formación de la educación es necesario impulsar una trans-formación de la sociedad.
El punto de partida central para enfrentar este reto de transformación, se sustenta en la idea moriniana de que “la renuncia al mejor de los mundos no es de ninguna manera la renuncia a un mundo mejor”, con la que se refrenda que la educación, como profesión de la “organización de la esperanza” social, tiene bases para formar personas que busquen un mejoramiento progresivo de las condiciones de vida humana en el planeta, a pesar de encontrarnos en un mundo en el que se han desvanecido las utopías sociales.
Pero simultáneamente, el planteamiento de la reforma educativa en su dimensión social tiene que sustentarse en una inversión de la frase de Morin, para afirmar que: “La búsqueda de un mundo mejor no es de ninguna manera la búsqueda del mejor de los mundos”, pues la educación, como profesión de la “formación de la consciencia de reflexión crítica y libertad responsable”, tiene que superar el falso dilema entre responsividad y adaptación ciega a las exigencias del statu quo o trabajo revolucionario para la construcción de una utopía social, concentrando sus acciones estratégicas en el trabajo revolucionante para la trans-formación profunda pero progresiva de la sociedad, con la clara consciencia de que la organización social es siempre imperfecta y está en continua tensión entre elementos de progreso y de decadencia.
[2] Morin, E. (2000). La mente bien ordenada. Barcelona. Ed. Seix Barral.
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