Autor: Marco Alberto Alonso A.
Publicación. E-consulta, 25 Marzo 2008
Sin lugar a dudas, México es uno de los países más abiertos al comercio exterior en el mundo. Ha sido una carrera vertiginosa desde que inició el proceso de apertura comercial y hoy en día, nuestro país cuenta con 12 tratados comerciales, el primero de ellos, el Tratado de Libre Comercio con América del Norte y el más reciente el Acuerdo para el Fortalecimiento de las Relaciones Comerciales entre México y Japón. Si bien los 12 tratados que hoy tenemos representan ventajas que no se pueden poner en duda –acceso a mercados, fomento y seguridad a inversiones por ejemplo- tampoco se puede poner en duda que México no ha sido el más beneficiado por estos, o más bien, que no se ha sabido aprovecharlos de la mejor manera.
La apertura comercial tendría que tener dos efectos: La diversificación de la oferta exportable y la diversificación del destino de nuestras ventas al exterior. En la primera, hemos logrado avances, en la segunda, no tanto.
En el 2006, México importó alrededor de 256 mil millones de dólares, principalmente bienes de uso intermedio, un 15.5% más que en año anterior. En el lado de las exportaciones, la cifra alcanzó poco más de 250 mil millones de dólares, creciendo 16.8% respecto al año 2005.
Hoy, nuestras mayores exportaciones no son las petroleras sino las manufacturas, pero estas son especialmente sensibles a las contribuciones de la maquila. Revisando los mismos datos del 2006, del total de exportaciones (250 mil millones) las no petroleras generaron más de 211 mil millones (84%), de las cuales, la manufactura contribuyó con más de 200 mil millones y de esos, casi 112 mil millones fueron de la maquila. Esto nos manifiesta por un lado, que nuestra dinámica exportadora ha cambiado radicalmente desde la firma de los tratados, disminuyendo considerablemente la dependencia de las exportaciones petroleras y por otro lado, que nos hemos vuelto más dependientes de las maquiladoras, sin mencionar el poco protagonismo de las industrias agropecuarias y extractivas, que juntas exportaron apenas poco más del 8 mil millones, es decir, el 3.2%.
En lo que se refiere a la diversificación del destino, la historia es un poco diferente. Aún con el acceso preferencial a más de 40 economías del mundo en tres continentes, nos concentramos en 3 o 4.
Según cifras del Bancomext y la Secretaría de Economía, el 86% de nuestras exportaciones, tienen como destino a nuestro socio “natural”, Estados Unidos. En orden de importancia, nuestro siguiente cliente es Canadá, con el 2%, seguido por Alemania con el 1%, España con el 1% y otros, que en conjunto reciben el 10% de nuestras ventas al exterior. Esto nos sugiere que sólo el TLCAN concentra el 88% de nuestras ventas y que en total, el 90% de nuestras exportaciones dependen de dos tratados.
Revisemos un poco qué sucede con la relación con la Unión Europea, mercado con casi 500 millones de habitantes y al que México tiene acceso preferencial desde el 2002 como ningún otro país. Las exportaciones de México hacia ese bloque para 2001 fueron de casi 6 mil millones de dólares, mientras de para el 2006, esta cifra rebasó los 13 mil millones. Sin embargo, el déficit (diferencial entre importaciones y exportaciones) en el mismo lapso pasó de 11 mil millones a los 15,500 millones según cifras de la Secretaría de Economía. Haga cuentas y verá quien ha aprovechado más el tratado. Esto quizás se explique también por lo intensivo de las relaciones comerciales entre los miembros de la comunidad. Resalta también que precisamente en estas fechas en las que nuestro presidente visitó Europa, México es el proveedor número 21 del viejo continente, mientras que Brasil, su principal socio en Latinoamérica, es el 11, sin tratado!
Esto nos dice que si bien han aumentado los flujos de comercio entre nuestro país y las más de 40 economías a las que tenemos “acceso preferencial”, los grandes ganadores han sido nuestras contrapartes.
Sobre el tema, se han manifestado algunos representantes de los principales gremios exportadores y del mismo gobierno,. Por un lado, Valentín Diez Morodo, quien fuera presidente del consejo de administración de Grupo Modelo y responsable de la enorme exposición internacional de la marca, hoy, en su calidad de Presidente del Consejo Mexicano de Comercio Exterior, Inversión y Tecnología, ha declarado que no son necesarios más tratados, sino mejorar el aprovechamiento de los que ya tenemos; Sin embargo, el mismo grupo Modelo, destina el 84% de sus exportaciones a un solo mercado: el estadounidense, a pesar de tener presencia global.
La pregunta obligada sería: ¿Cómo podemos revertir la tendencia?. Me parece que quien da una luz sobre la explicación al menos de este fenómeno es precisamente uno de los artífices de la apertura comercial de nuestro país y quien encabezó los negociaciones del TLCAN , Jaime Serra Puche, ex secretario de lo que entonces se conocía como de Comercio y Fomento Industrial. Jaime Serra ha comentado que la desintegración de las cadenas productivas nacionales es la verdadera responsable de la poca diversificación de mercados y quizás tenga razón: los productos para poder aprovechar las preferencias arancelarias deben contener cierto grado de origen; es decir, deben cumplir con cierto contenido que le los haga originarios. Pero si nuestras cadenas están formadas por bienes importados y no nacionales, difícilmente podremos cumplir con el origen para Europa, Japón o Israel por poner un ejemplo.
Así pues, es urgente aprovechar de mejor manera los acuerdos que México tiene firmados y la clave para comenzar está, en primer lugar, en reestructurar nuestras cadenas productivas e integrar a proveedores nacionales; Además de mejorar nuestra oferta exportable y conocer todos los procedimientos que señalan los tratados para aprovecharlos. Lo invito pues, a acercarse a las instancias que en nuestro país promueven el comercio exterior: El Bancomext, la Secretaría de Economía, el Centro Pymexporta y por qué no, a despachos y centros serios de consultoría en la materia.
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