Autora: Alejandra Alpuche Vélez
Publicación: Síntesis, Tlaxcala, 03 de junio de 2010
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, actualmente ha aumentado el número de personas obesas en el mundo, lo cual se debe principalmente a la tendencia al incremento de la ingesta de alimentos hipercalóricos, ricos en grasas y azúcares, acompañada de la disminución de la actividad física.
Esta situación también se ha agravado en México, y por ello recientemente, como resultado del Acuerdo Nacional para la Salud Alimentaria, se publicaron los “Lineamientos Generales para el expendio o distribución de alimentos y bebidas en los establecimientos de consumo escolar de los planteles de Educación Básica”, entre los cuales, además de establecer la justificación y normatividad sobre el fomento de una adecuada alimentación y actividad física, incluye un anexo con los alimentos y bebidas permitidas y no permitidas según los requerimientos nutrimentales de los niños en educación básica.
En éste podemos encontrar alimentos permitidos como: agua potable, leche descremada, frutas, ensaladas, quesadillas de queso panela, barras de frutas, cereales multigrano, etc.; en cuanto a los no permitidos están: refrescos, yogurt para beber, leche entera, preparaciones fritas (chilaquiles fritos), tamales, molletes, hamburguesas, hotcakes, frituras, pan dulce, helados, etc.
Ésta es la principal política en materia educativa para disminuir la obesidad, pero, ¿es la mejor estrategia cuando la modificación de los programas de estudio y el fortalecimiento a la actividad física son acciones vagamente definidas?, ¿realmente contribuirá a la reducción de la obesidad infantil cuando los padres de familia no están educados para ello?, ¿prohibir alimentos en las cooperativas escolares contribuye a la formación de hábitos?, ¿cuáles son las implicaciones económicas para las cooperativas?, ¿es ésta la mejor estrategia cuando fuera de la escuela esta política no se aplica?, bajo esta lógica ¿habría que cerrar diversos restaurantes de comida mexicana y comida rápida para disminuir la obesidad en México y/o el mundo?
Es necesario reflexionar en éstas y otras preguntas, ya que las soluciones sencillas a problemáticas complejas generalmente sólo desembocan en resultados superficiales: sólo prohibir alimentos dentro de la escuela, no implica que niños y adultos cambien sus hábitos alimenticios. Habría que pensar más a fondo y desarrollar una política fundamentalmente EDUCATIVA, que ataque a las causas de la obesidad, que responda a las características culturales y económicas de las escuelas mexicanas, que resida en un proceso educativo basado en el aprendizaje del por qué y cómo alimentarse adecuadamente, y que no sólo consista en una dieta obligatoria para niños.
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