lunes, septiembre 03, 2012

Decisiones que me acercan a mi libertad


         Autor: Gonzalo Inguanzo Arteaga

Publicado: Puebla on Line, 29 de agosto de 2012

¿Cómo acercarme a mi libertad? Seguramente todos estaremos de acuerdo en aceptar la necesidad intrínseca de cada ser humano por sentir y expresar que es libre.
    Comparto la idea de que la libertad está en relación directa con un proceso volitivo personal y donde tiene injerencia el contexto en el que nos desenvolvemos. La libertad puede ser entendida como el poder que tiene el ser humano de regir su conducta hacia fines que él mismo se ha propuesto, sin ser coaccionado por ninguna fuerza externa o interna. Las externas muchas veces las podemos definir y describir; sin embargo, en el caso de las fuerzas internas, en repetidas ocasiones no son percibidas.
     Más allá de las diferentes concepciones que puedan existir desde la filosofía particular de cada quien, es importante aceptar que el ser humano es más libre en la medida que su vida está mediada por más de una opción a elegir. Cuando decide por una opción buena, de acuerdo a su naturaleza humana, lo hace crecer como persona e inclusive ayuda a aquellos que están involucrados en su espacio o contexto de vida; considero que está ejerciendo positivamente su libertad. Para poder tomar una decisión correcta las personas deben primero ser responsables. Me permito citar textualmente las palabras de David Isaacs quien decía "ser responsable es aprender a tomar decisiones y responder por los actos realizados u omisiones hechas por uno mismo, sea que hayan sido voluntarios o no, sin importar si éstos fueron planificados de manera personal o grupal".
     En este sentido, la responsabilidad nos permite asumir las consecuencias de nuestras decisiones buscando que los que nos acompañan en nuestra vida sean beneficiados, o por lo menos, no sean perjudicados. Actualmente se observa una cierta tendencia a pensar en la libertad como "la expresión única de nuestra individualidad", pero no debemos perder de vista que hacer lo que a cada uno le parezca mejor para sí mismo puede estar alejado de un criterio de responsabilidad social o de comunidad. Si nuestra decisión perjudica a alguien más o a uno mismo, entonces debemos preguntarnos si no es momento de reflexionar sobre algo más que nuestro propio bien. La libertad integra los valores con el deseo, esa gran fuerza oculta que pone en movimiento nuestra vida psíquica. Integra el querer ser con el deber ser.
     Parafraseando a Pablo Latapí, expresar la libertad nos debe acercar a la autonomía moral, debe interpelarnos en relación a dónde y con quién nos construimos como personas en pleno crecimiento. En la libertad se potencian el carácter, la inteligencia y lo afectivo. Actuar bien traerá más felicidad a la persona libre y por tanto dueña de sí misma.
     Considero que tanto los padres como las instituciones de educación debemos educar en la responsabilidad, permitiendo que nuestros hijos o alumnos asuman las consecuencias de sus actos, sean buenas o malas; dejar que tomen algunas decisiones pero también exigiendo que cumplan con sus responsabilidades como hijos, hermanos, estudiantes y seres humanos. Buscar aminorar los resultados desagradables que pueda acarrear una falta de responsabilidad en un ser humano, más allá de lo que nos dicte el sentido común, implicará dependencia, falta de criterio propio y, por tanto, los estaremos alejando de la libertad.
     Tomar la decisión correcta no es fácil, usualmente parece más sencillo el camino más corto, aquel donde la mentira piadosa o el engaño por omisión nos tienta. Hay que enseñar con el ejemplo el camino de la verdad, el trabajo arduo y la honestidad. Creo que es en este camino en donde podemos encontrar la verdadera recompensa de la vida, aquel donde nos quedamos realmente convencidos de cuál es nuestra verdad, no una que se tenga que explicar a través de argumentos positivistas, no una verdad absoluta y aceptada por todos; no, me refiero a esa verdad que nos hace sonreír al darnos cuenta de nuestra plenitud no convencional, la verdad que al final de cuentas nos hace libres.


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