miércoles, septiembre 05, 2012

La mejor elección: la universidad


Autora: Yossadara Franco Luna, si quieres conocer más sobre ella, haz click aquí
Publicado en la columna "Palabras que humanizan", Síntesis Tlaxcala, 5 de septiembre de 2012.

Recientemente he escuchado cifras asombrosas sobre el número de carreras universitarias que se ofrecen en el país. Estas vienen acompañadas ─ de otro número también asombroso─ de empresas que se dedican a la orientación vocacional: informan, y asustan también, sobre los excesivos costos y pérdidas económicas que se pagan cuando alguien no elige la carrera adecuada; hablan sobre la importancia del autoconocimiento; piden a los padres que apoyen a sus hijos en el paso más importante de su vida y finalmente venden costosos servicios de test para una mejor elección.
     La preocupación por elegir una profesión  ─que se convertirá en un proyecto de vida─ no es menor ni debería serlo. Pero parece que en la ansiedad por escoger lo más adecuado se olvidan algunas cosas.
El nacimiento de las universidades se perfiló con rasgos más precisos en la segunda mitad del siglo XIII. En la medida en que los intereses y las aspiraciones de los estudiantes o los profesores concordaban y convergían se concretaba una comunidad o corporación de todos los que participaban en dicho grupo de intereses. De ahí el origen de la universidad: universitas, que significa asociación de todos, de una misma escuela, organización colectiva dirigida para procurar los medios del estudio.
      Las universidades no sólo eran centros de enseñanza, eran también lugares de investigación y producción del saber, foco de vigorosos debates y polémicas, lo que a veces requirió de las intervenciones del poder civil y eclesiástico, a pesar de los fueros de los que estaban dotadas y que las convertían en instituciones independientes.
      Estas corporaciones o universitates tendían a asegurarse una autonomía cada vez mayor, hasta constituir una comuna dentro de la comuna, obteniendo de las autoridades supremas inmunidades y privilegios frente a las autoridades locales. Así obtuvo las primeras concesiones la Universidad de Bolonia. Cuando se arrogaba un derecho, simplemente se abandonaba en masa la escuela y se trasladaban a otra parte. De esta forma se dio origen a las universidades de Padua, Oxford, Nápoles, entre otras. 
      La transformación cultural generada por las universidades ha sido resumida de este modo: en 1100 la escuela seguía al maestro; en 1200 el maestro seguía a la escuela. Las más prestigiosas recibían el nombre de Studium Generale, y su fama se extendía por toda Europa, requiriendo la presencia de sus maestros, o al menos la comunicación epistolar, lo que inició un fecundo intercambio intelectual.
     Saber esto no es ocioso. Entender el fundamento de la universidad puede dar indicios sobre qué y cómo elegir. No debería verse a estos centros de enseñanza como simples expendedores de títulos; por lo tanto un estudiante no tendría que buscar un papel. El deber de quien desee continuar sus estudios se haya en desear y promover las reflexiones profundas, que van más allá de solo saber hacer cosas. Un estudiante que egrese de la universidad debería poder responder a para qué se hacen las cosas. Entonces, si la universidad que se busca puede ayudar a un estudiante en dicha tarea quiere decir que la elección es la adecuada.  

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